07/21/2023 por Sergio León

Un paseo en Minibús con Sergio Gareca

– Coméntanos sobre tu nuevo libro Minibús 1

Minibús 1, es el primero, de una serie de pequeños libros, que están hechos bajo la consigna estética de los poemínimos de Efraín Huerta, o quizá Pájaros peregrinos de Rabindranath Tagore. Son poemas que han ido surgiendo esporádicamente durante varios años y que en un principio tenía la intención de poderlos publicar en un libro más extenso. Pero creo que la idea ha aterrizado mejor en este formato y concepto. Alguno de los poemas tiene más de 20 años, otro apenas un mes. Le fui dando vueltas al texto y su pequeño volante como para que fuera un libro que pueda ser leído en una trancadera de minibús entre la diagonal Luna Pomier y la Plaza Castro y Padilla. Al principio pensé que el costo del libro fuera lo mismo que un pasaje de minibús. Pero la patológica realidad económica se impone; porque o debiera subirse el precio del minibús o yo rebajarme (más), y directamente no publicar nada. En este primer libro hay mucho de amor y desamor. Principalmente porque es un tema más o menos digerible, aceptable e incluso predecible para el público. Es un producto Kitch y, quizá, cliché.

– Háblanos de su formato y características gráficas

Como editorial, con el colectivo Escándalo en tu barca, estamos tratando de hacer publicaciones independientes, se vienen libros de Adriana Lanza y de Sulma Montero. En este caso, Minibús, con la ayuda de iGrafic de Edgar Choque. El formato del libro es especial, es de tamaño cuarto oficio. Tiene dieciséis páginas, un poema en cada una. En la portada tenemos un minibús antiguo Volkswagen, de la línea verde 1, que transita de norte a sud y viceversa, en la ciudad de Oruro. Tiene a su alrededor cactus y otros elementos que aparecen en el libro ya con un juego de sentidos- destinos, dentro de los poemas. Ha salido en un tiraje de mil ejemplares, y tiene el costo de cinco bolivianos. La intención es poder ponerlo a disposición en las ferias.

– ¿Cómo ubicas este libro dentro de tu obra poética?

El primer poemario, Historias a la luna, fue el gran tropezón que me hizo ver lo chiquito que yo era al frente de la poesía, eso agradezco muchísimo. El segundo poemario, fue un poemario experimental Bostezo de serpiente infinita, con poesía visual. El tercer poemario, Transparencia de la sangre, obtuvo el premio poetas Jóvenes de Bolivia, y que ya me permitió subirme a un carril más firme en cuanto a mi escritura. El cuarto poemario Mirador, ya tuvo su cuchillo de mesura, al momento de contener los impulsos desbandados. El quinto poemario es Área VIP, una provocación ruidosa a la musitación de la poesía boliviana. Luego está en quinto lugar Apología de un monstruo diminuto, de poesía experimental y edición artesanal. La inconclusa y su yapa, es antología de la producción que creo es mi libro más querido porque creo que reúne lo más importante que he podido publicar y tal vez lo que tenga la dignidad de ser leído. En este conteo, Minibús sería el séptimo libro de poemas, con pretensiones lúdicas de interacción con los lectores.

– Entre los varios registros que has explorado (poesía visual, experimental, lúdica) ¿qué relaciones existen? ¿son diferentes formas de una misma “cosa” o son maneras radicalmente diferentes una de la otra?

Yo creo que el lenguaje es muy plástico, y creo que en el ejercicio de experimentar uno tiene una relación íntima con sus movimientos. En su momento esto sirve para enfrentarse a lo poético, que es el reto final. El impulso misterioso de la escritura que a uno lo sorprende. Como dice Gelman “la poesía sucede”. Para mí es como tratar de estar listo para cuando eso pasa. Trato de no repetirme, pero no siempre se puede, porque uno sólo tiene una infancia. Los lugares comunes siempre vuelven, elementos inconscientes, imágenes recurrentes, temáticas persecutorias. No tengo certeza de que sea una sola cosa. Espero que no, porque ya estaría acabado.

– Hay noticias de que también has estado experimentando con formas clásicas como el soneto. ¿Preparas alguna publicación con ese tipo de escritura?

Me gustaría. Tengo sonetos que no he podido terminar de reunir y que quisiera publicar. El soneto es un ejercicio al que regreso siempre, porque creo que una parte importante de la experimentación es siempre tener en cuenta el marco, el margen, la forma. Vale decir que sin el rigor no hay fuga, no hay excepción. Cuando se empieza por el lado contrario, el dibujo libre termina siendo aburrido y terriblemente repetitivo. Es como limpiar un cuarto; cuando uno tiene libertad, limpia sólo lo que se ve. Con las formas clásicas uno limpia a fondo, descubre cosas. El estudio de la forma nos revela rendijas por las cuales huir. Yo creo que en algún momento voy a poder publicarlos también.

– Actualmente tú eres uno de los poetas de referencia en Oruro, ¿tienes compañía? es decir, ¿existen otros poetas en la ciudad con una producción sostenida e importante como la tuya? ¿tienes diálogo con ellos?

Durante mucho tiempo me he sentido solo, porque Oruro ha tenido varias migraciones. Los buenos poetas se han ido a lugares muy lejanos, al infierno, al cielo, a Suecia, a Nueva York (Eduardo Mitre), a Cochabamba (Eduardo Nogales), a La Paz (Benjamín Chávez, Edwin Guzmán), a Cotochullpa (Carlos Condarco). Si uno tiene en cuenta que Oruro es un estado mental, yo creo que estamos todos juntos. Pero en el mundo físico, es más complicado. Ya no se hacen lecturas, aunque me alegro en cierto sentido porque una lectura representaba la pérdida de dos o tres días hábiles, por los afters. Pero la falta de esos espacios hace que uno no pueda ver que más podría pasar. Durante años hemos buscado a otras voces. Publicamos hace algunos años una compilación de otros escritores, pero no han sostenido su trabajo y no han publicado nada más. Ahora hay algunos nombres. Está Lily Mendoza, Jorge Contreras, Jair Siles, Mariana Romero, Valentina Gonzales Aramayo, Aylin Bernal, Joao Chipana, Tiffany Guardia.

– ¿Cómo ves el panorama poético post cuarentena pandémica?

Ha sido un corta-aguas interesante. Porque la pandemia en muchos casos ha facilitado un salto tecnológico en comunicaciones. Entonces, hubo muchísimos festivales, lecturas y otros eventos virtuales. Tantos que es difícil recordar. Lo que ha permitido conocer a mucha gente del exterior del país y tenerlos más cerca que antes.  A muchos otros también olvidarlos muy pronto. Para mí ha sido importantísimo el encuentro con Casa Bukowski Internacional a la cabeza de Ivo Maldonado, porque hemos congeniado en muchas cosas y hemos podido trabajar de muchas maneras. Primeramente, en el espacio de las lecturas, posteriormente en el Festival de Cine Extramuros, hemos sostenido durante un año el programa Dinamita Cerebral en Radio Bukowski, que durante casi un año, también, se ha operado desde Oruro, gracias a Alejandro Salas parte de nuestro colectivo Perro Petardos, y ahora estamos impulsando la Editorial Casa Bukowski, para que pueda posesionarse en Amazon. Es un esfuerzo colectivo, y me siento muy cómodo ahí, porque es una iniciativa que trata de romper con las centralidades de los países, cuyas capitales absorben la atención editorial y cultural, la gran mayoría de las participaciones en Casa Bukowski viene de periferias.

– Dices que la mayoría de las participaciones en Radio Bukowski vienen de las periferias. ¿Cómo entiendes la relación centro (o centros) y periferias en la poesía (en este caso latinoamericana)?

En mi caso, las últimas publicaciones que pude hacer han sido bajo el auspicio de la alcaldía de Oruro o de manera independiente. Sé que las editoriales tienen interés en mi obra, pero no hemos podido concretar. Entonces, lo que publico queda en muchos casos en el encierro de mi región, por el mismo hecho de que no puedo viajar constantemente. Las editoriales, por la carencia de las ferias del libro en el interior del país tampoco pueden mover los libros del centro- capital- sede de gobierno. Entonces, estamos mutuamente aislados, con la diferencia de que los medios de comunicación más grandes están en las capitales. Este es un fenómeno que no sólo me ocurre a mí, aunque haya partido esta explicación desde una experiencia personal. Les pasa a muchos autores a lo largo de América. El Perú amazónico tiene una increíble distancia con Lima, Querétaro con el DF, Bucaramanga con Bogotá. Pero también pasa con los distanciamientos de los migrantes con sus propias ciudades de origen. Carolina Bustos colombiana residente en París, siente el mismo exilio y enajenación. Entonces, volviendo a la pregunta anterior, el panorama post pandemia, nos está dando una nueva geografía en el ciberespacio. Creo que la capital de ese ciberespacio, está en disputa y eso me parece muy interesante.

– ¿Qué es lo más interesante que has leído últimamente en poesía publicada en Bolivia?

Puedo decir que las mujeres van llevando la batuta. Nombres como Joan Villanueva, Lucía Rothe, Valeria Sandi, Lucía Carvalho, colectivos como Lengua de Urucú; son lo más actual que he leído. Pero puede también deberse a que estoy usando redes sociales anacrónicas. El Facebook es la principal red que utilizo y definitivamente no es la red más usada por los más jóvenes. Yo pienso que está haciendo mucha falta concursos y medios de publicación, de interacción y de comunicación. Hemos organizado como Perro Petardos y Escándalo en tu Barca el Premio Hilda Mundy, pero nos ha costado mucho premiar. En esa Primera Versión ha ganado Lucía Carvalho. Yo quisiera que este premio lo pudiéramos asumir desde la parte de colectivos culturales y movimientos de la poesía. Para que no dependa de la institución pública que ha demostrado su desinterés por estas manifestaciones, sepultando el premio Yolanda Bedregal, los premios municipales de otras ciudades han perdido prestigio. El movimiento editorial también tiene sus cosas. porque los tirajes en las publicaciones son menores y se mueven en las ferias de libros y pare de contar. Un esfuerzo sostenido en ese sentido es el premio Pluma de Plata de Albor. Esos son los referentes que puedo dar.

– Las poetas mujeres que mencionas han publicado poemarios recientemente ¿Crees que las mujeres están publicando más? De ser así, ¿a qué crees que se deba eso y no crees que eso “influye” también a lo que leíste últimamente en el sentido de que “es lo que más hay”?

No sé si ellas publican más. Pero es evidente que hay un protagonismo destacado y no sólo en poesía. También están Liliana Colanzi y Giovanna Rivero en narrativa. Es el siglo de las mujeres y me alegro que sea así. Hay muchas cosas que influyen colateralmente también. Como por ejemplo que premios, políticas públicas y otros aspectos están orientados a que esto sea así. Pero no hay que perder la importancia del hecho literario en sí y eso directamente lo va a cernir el tiempo. Mucha de la literatura del siglo XX fue militante por la revolución social. Hoy solo voces excepcionales de todo es movimiento sobreviven para nosotros. La novedad siempre es un poco engañosa. Minotauros, cefirotes, dragones, Troya, Ítaca, siempre son temas de permanente actualidad.

– Cuéntanos más sobre el premio Hilda Mundy

Como soy un ser humano, caigo en el pecado de la envidia. Y como además soy orureño, mi regionalismo obtuso me obliga a hacer cosas. Entonces, yo veía que Santa Cruz tenía el premio municipal, La Paz también, y que es la ciudad que mejor conserva la tradición de sus premios, Cochabamba tenía el Edmundo Camargo; dije aquí nadie está pensando en nada y decidimos antes de la pandemia lanzar la convocatoria antes de la pandemia. Sin embargo, nos ha pasado como colectivo lo mismo que a las estrellas de rock, peleas, separaciones, dejadez. En la pandemia, justamente por congeniar con algún proyecto colectivo de literatura, hemos congeniado mucho más de cerca con Escándalo en tu Barca a la cabeza de Adriana Lanza. De ese modo premiamos recién el año pasado. Ahora queremos replicar para este año. Seguramente ya sacaremos nueva convocatoria.

Sergio Gareca.

– Tú también has escrito prosa (relatos) y has investigado la vida de José Jach’a Flores, producto de lo cual escribiste una biografía. ¿Qué nos puedes decir de esa tu labor fuera de la poesía?

Yo pienso que la poesía está sobre todas las cosas; es y será siempre mi relación íntima con todo.  Pienso que va más allá de la publicación de libros y poder escribir una bio bibliografía en algún evento. Eso para mí es algo muy importante, porque la he despojado de toda vanidad. En cambio, las otras artes ahora me sirven para poder interactuar con el mundo de una forma que conserve la búsqueda estética de lo poético. En la narrativa, me ha gustado buscar la narración del futuro, como temática. “El día que no hubo carnaval”, es un cuento que ha provocado muchas cosas, sobre todo por el año que evidentemente no hubo carnaval. En este mismo libro, Tradiciones del futuro, está “Marcha de órdenes”, que la hemos llevado al cine. Durante años me puse en el papel de la gestión cultural para poder impulsar la lectura. Sin embargo, creo que, por nuestra idiosincrasia, la gente tiene con indiferencia, la magia de la soledad de los libros y la maravillosa puerta que se abre en silencio, no les provoca ni conmueve. “nadie les puede obligar a ser felices”, para fraseando a Borges. Una vez que he comprobado que el cine sí emociona mucho a nuestro entorno, entonces he comprendido que las artes tienen un diálogo evidente de distintos tipos. Está más fácil hacer una película que motivar a la gente a leer.

La poesía sirve para conversar con uno mismo, como la mayoría de la gente se tiene miedo, prefiere evitar ese enfrentamiento. Es la estética de la primera persona.

El teatro, es el arte de tener a otro formando parte del mundo, hay mucho de somático, de cuerpo, de fingimiento, pero de revelación también. Es la estética de la segunda persona.

La narrativa, es un altar donde uno queda a salvo de las cosas, donde se puede juzgar, reír de los demás, escapar de la vida propia, entrar en la fantasía. Es la estética de la tercera persona (con algo de cobardía). Por eso es un proceso más artificial y por eso la gente disfruta más este género. Es elusivo.

Con el cine viene una ventaja, yo puedo seguir confrontándome, sin confesarlo como ahora. Los demás pueden mirarse (algo que en Oruro nos encanta, mirarnos en el desfile, en el carnaval, mirarnos unos a otros y al turno), jugar a ser otros, eludir la realidad.

Ahí tengo un desplante con el cine, casi documental, o que pretende mostrar realidades. Creo que le quitan a la gente la posibilidad de la fantasía. Allí también veo la posibilidad de poder poner a flote historias nuestras, es el caso de Jach’a Flores. Muchas investigaciones están, ahí sin que nadie se entere de sus grandes descubrimientos y es necesario divulgar. El audiovisual es una gran herramienta de divulgación de las ciencias.

El cine, además, en un aspecto mucho más personal, es una manera de alejarme de la bohemia. Al ser un proceso a largo plazo me tiene en conciencia del mañana. Si no fuera por eso, tengo exceso de presente.

– Además, diriges y produces filmes. ¿Crees que estamos ante un artista que indaga diversas formas de expresión por curiosidad o hay un hilo conductor o modos de relacionamiento entre ellas en el conjunto de tu obra?

Como decía antes, la poesía está en la cima de las manifestaciones artísticas. El lenguaje. Si nos vemos al frente de los cinco sentidos entenderemos las cosas en otra clasificación. La música es la poesía del oído. La cocina es la poesía en el gusto y el olfato. La plástica, es la poesía para los ojos. La sensualidad, la poesía en la piel en el tacto. La danza, la poesía del cuerpo. En ese sentido el cine es la poesía de las máquinas. Es la ciencia con fines estéticos. Además, que es la que está al final de la pirámide, porque necesita de todas las anteriores para existir. En cambio, la poesía no necesita de ninguna, es independiente a todas. ¿Cómo podría el pintor dibujar el concepto “fin”? la poesía guarda el misterio de las cosas. Está hecha de palabras, pero busca aquello que no se puede decir de ningún otro modo.

 ¿Eres de los que cree que la poesía debe abandonar el soporte tradicional del papel y tomar otros medios expresivos?

Veo que el audiovisual, es una pieza importante de nuestra realidad contemporánea, entonces estoy queriendo escribir un ensayo en el que lo pongo como una continuación inmediata de la oralidad; ahora que tenemos tan en boga la recuperación de la tradición oral. Es triste que se vayan cerrando bibliotecas, que mucha gente no comprenda el placer de la lectura, que no pueda ser feliz en esto que compartimos tan pocos. Eso lo hace un privilegio.

En el ámbito de la poesía yo siento que también hay una necesidad de oralidad. Hay que recordar que la poesía también fue cantada en un tiempo, como parte intrínseca de su forma. Entonces, creo que hay poemas para masticarlos solos y en casa. Que hay que leer diez, veinte veces un solo poema, por su exigencia. Pongamos el caso de Lezama Lima, o los barrocos que admiramos tanto; entre tanto hay otros que tienen una provocación distinta, y hay poetas también que requieren de una interpretación performática. Son formas que no vienen en exclusiva en la relación palabra-papel. Los textos que leo en público entiendo que funcionan bien, porque la casualidad y causalidad han hecho que sean así. En algún tiempo, mi manera de corregir era ir al bar 77 y leer los poemas una y otra vez en las distintas mesas. Me criticaban lo que no entendían, me hacían quitar lo falso. Y salieron buenas cosas. Pero también tengo poemas para mi silencio que rara vez los toco o que los tengo que leer con los demás. No es necesario, pienso.

Fuente: elduendeoruro.com/