03/03/2017 por Marcelo Paz Soldan
Capricho, de Sulma Montero

Capricho, de Sulma Montero


Capricho, de Sulma Montero
Por: Alan Castro Riveros

(Texto leído por el autor en la presentación del poemario “Capricho” publicado por Plural, 2017.)
Andar por el mundo
La relación entre un libro y el deseo que tiene su autor de publicarlo -las razones que lo incitan a liberarse de él- rara vez se deja percibir desde su título. El capricho determina hacer algo porque se quiere hacerlo, sin otra razón aledaña. Quienes conocen y leen a Sulma ya se imaginarán que este capricho es a la vez dulce y rotundo. De hecho, una de las cosas que más me asombra de la Sulma es su manera de caminar por la ciudad. Ella tiene una manera tan gentil de ondular por las calles que siempre me sorprendo cuando la veo caminando a lo lejos. Dando por sentado que para escribir hay que hacerlo de cuerpo entero, el ritmo de su poesía es el mismo que viste y calza.
Permítanme leer algunos fragmentos del Capricho que estamos presentando hoy para ilustrar este ritmo ondulatorio:
Por ejemplo, leamos el primer poema de stanhopea amorosa:
Amor tu oración
me convierte en fuego
me vuelve acuática
y soy manto
en el vientre de la tierra
ave en pos del viento.
Amor ahora me siento
transparente.
[51]
O el quinto poema de laelia alba:
Callada
lleva las señales
de mi sombra
y se detiene
cuando la toca
el viento.
Mi compañera
y mi guardiana
la que me entrega un mundo
al despuntar
la mañana
y cruza
los laberintos
con extraña calma
[79]
La escritura de Sulma es poesía templada en un cuerpo de movimientos pausados y sin asperezas. Una entrega que acepta su vulnerabilidad, al mismo tiempo que revela el contundente flujo de una decisión, …un pacto/Invencible [46].
El “capricho” en la escritura de Sulma deja de parecer una rebelión inocente de cualquier capricho para ser una apuesta inapelable por mirar el mundo con esa luz en el fondo de los ojos. Esa luz de la creación remonta todos los obstáculos como si los acariciara para dejarlos amablemente en la lona. Por ejemplo, aquí está el fragmento final del primer poema del libro, cattleya sola:
Me fui
sin mirar atrás
para que la magia
de los que llegan
al mundo
sea el primer sueño
de un triunfo interior.
[14]
Como se habrá notado, este poema tiene además la potencia de incluirnos en “un triunfo interior”, si acordamos entre todos que todo lector de poesía es un recién llegado al primer sueño: toma a todos como cómplices / de un sueño / sorprendido / por el deseo / de nacer / a la vida [34]. Y es así como el libro se abre hacia los otros; lo cual queda claro casi al final, con catasetum camarada, donde conocemos a Andrés, Cuchicuchi, Serafina Colque y María, todos ellos tocados por la magia de esa otra inocencia que se revela en Capricho.
Las flores del Capricho
Por otro lado, hay que decir que Capricho -como los anteriores libros de Sulma- incluye ilustraciones; en este caso, flores. Recuerdo cuando la Sulma me mostraba estos dibujos coloreados en su celular, donde los trabajaba con el ritmo de siempre. Los poemas te hacen ver nuevamente los dibujos y viceversa. El movimiento evocado de las flores en la naturaleza, su nacimiento, crecimiento y volatilización no sabemos si se puede llamar capricho. Lo que asombra es la levedad de ese movimiento, su pasar desapercibido pero rotundo, “sin mirar atrás”, y la armonía de su coloración.
Para terminar con una estampa de fuego quiero leer un poema memorable sobre la manera de palpar la vida que se percibe en Capricho:
Cómo acercar
mis manos
a lo sagrado
si para tocarlo
preciso
el imperio
de la luz.
Cómo descifrar
el paraíso
invisible
de su majestad
infinita.
Cómo abrazar
su fuego
sin que
me queme
la vida.
[22]
Fuente: Letra Siete