01/29/2024 por Sergio León

Gaby, siempre joven, siempre eterna

Por Alejandra Almaraz

La pérdida de un ser querido es dolorosa e irreparable, pero la pérdida de un ser querido por todo un país, lo es de una forma indescriptible. Gaby Vallejo Canedo falleció el pasado 20 de enero de 2024 y su partida deja en luto al mundo de la literatura, la educación y la cultura en Bolivia. Sin embargo, en medio de tanta penumbra y oscuridad por la muerte de un personaje tan importante para el país, se asoma una luz de esperanza, que es el legado que Gaby deja detrás y nunca se apagará.

Gaby Vallejo Canedo nació en 1941 en Cochabamba. Licenciada en Ciencias de la Educación y diplomada en Literatura Hispanoamericana, Gaby fue una de las escritoras más importantes de la historia del país, siendo también profesora, conferencista y gestora cultural. Llegó a escribir alrededor de 47 obras, entre novelas, cuentos infantiles, ensayos, textos pedagógicos y otros. Ganó importantes reconocimientos, como el Premio Guttentag por su novela ¡Hijo de Opa! (1976) y el Premio Gabriela Mistral, por solo mencionar algunos. Fundó importantes proyectos para la educación en Bolivia, como la Biblioteca Thuruchapitas, y todo su trabajo orientado hacia una incansable misión: promover la lectoescritura en Bolivia en pro de la equidad social.

La madre y mujer detrás de la leyenda

Incansable es la palabra que Grissel Bolívar Vallejo utiliza para describir a su madre. Trabajadora, llena de energía, “con ese espíritu siempre fuerte”. Gaby, cuenta Grissel, no fue una madre tradicional, y tampoco fue una madre que separara su vida en el hogar de su profesión. “Desde que tengo uso de la razón, me acuerdo de ella sentada en la máquina de escribir y luego en la computadora. Y siempre tuvo su espacio. Para ella era fundamental tener ese espacio de creación, ese espacio de silencio, de viajar a otros lados desde sus letras”. Y así, los hijos de Gaby conocieron siempre a la escritora, a una personalidad completa e indivisible.

“Ella era una persona con una energía, una juventud que, de verdad, era impresionante”, afirma Rosalba Guzmán, escritora y docente quien, además de colega, fue íntima amiga y cómplice de Gaby en múltiples proyectos. “Gaby era una persona sin edad, una persona siempre joven”. Y si algo caracterizaba al carácter de Gaby, era su actitud frente al desafío. Para ella no existía el “no poder”. La gente que trabajó con ella la define como decidida, determinante y contestataria, en el sentido más admirable de cada una de esas palabras. Aun con su rigurosidad y exigencia, se ganó el cariño y profunda admiración de cada uno de sus colaboradores. Rosalba afirma: “Trabajar con Gaby no era tan fácil, y al mismo tiempo, era lo más fácil que podíamos hacer”.

Tenaz escritora

Esa misma valentía y transparencia que Gaby emanaba de su personalidad era la que transmitía en su gesto escritor. En una época en la que se pensaba que la novela no era un género para las mujeres, Gaby fue de las primeras novelistas mujeres contemporáneas de Bolivia. Novelas como Los vulnerables (1973) o ¡Hijo de opa! marcan la literatura del país, no solo por ser su autora una de las primeras mujeres en desafiar el prejuicio a las novelistas, sino también por sus temáticas que cuestionan y desafían las estructuras de poder, en tiempos nada menos que de dictadura. De igual manera, su literatura siempre se caracterizó por crear personajes entrañables provenientes de sectores marginados, desarrollados con un amor y detalle que permite al lector empatizar con ellos.

Por otro lado, la literatura de Gaby ha hecho un aporte inmensurable a la lucha por la justicia y equidad de las mujeres, pues, a través de su escritura, hizo algo que dentro del feminismo es fundamental: sacar a la mujer de la esfera privada hacia el espacio público. “Gaby Vallejo estaba entrando en escena para romper con toda una tradición literaria que representó hasta el cansancio la idea de mujer-objeto y no así a la mujer-sujeto, pensante y deseante. Gaby ha dejado el testimonio de una imaginación en la que las mujeres son cuerpos con agencia y con voz”, afirma la escritora Magela Baudoin. Siguiendo con esta línea, para Giovanna Rivero, la escritura de Gaby “consigue desarrollar con gran sensibilidad e inteligencia narrativas una intersección entre lo social-político y lo íntimo-afectivo”. Estas dos escritoras, ambas aclamadas en la literatura boliviana de la actualidad, reconocen lo esencial que fue Gaby para abrirles el camino a las nuevas generaciones de escritoras y permitirles contar sus propias historias. En palabras de Baudoin: “Escribimos lo que escribimos porque otras estuvieron delante de nosotras”.

En determinado momento de su vida, Gaby decidió enfocarse en la literatura infantil. Con obras como Juvenal Nina (1981) o Detrás de los sueños (1987) vino a desmentir esa idea pretenciosa y repetitiva de que la literatura para niños es de menor mérito o prestigio. Gaby escribió con la misma pasión, entrega y pulcritud que en sus novelas para públicos adultos. Además, la escritura de libros infantiles formó parte de su inmensa labor de contribuir a la alfabetización y el fomento de la lectura en las nuevas generaciones, labor que se complementó con su gestión cultural y su docencia.

Una académica apasionada y curiosa

Cuando Gaby Vallejo era investigadora y docente en la UMSS, específicamente en la carrera de Lingüística, era respetada y admirada por sus colegas y estudiantes, principalmente por lo evidente que era su pasión por leer, escribir y enseñar. “Era curiosa por naturaleza y nunca escatimó las oportunidades de dialogar, de preguntar, de compartir”, cuenta Elena Ferrufino, docente y directora académica en la universidad. “No tenía el prurito, tan boliviano, de considerarse una profesional inalcanzable, a quien nadie podía acercarse, sin demostrar primero su inferior condición ante una escritora ya reconocida en el medio”.

Fuera de las aulas, Gaby llevó a cabo muchas iniciativas en el mundo académico, orientadas a formar a profesionales que fomenten la lectoescritura en sus propios estudiantes. Organizó talleres, seminarios, ciclos y congresos alrededor de esta temática. Sin embargo, lo más valioso y digno de aplaudir es que logró que este conocimiento salga de las cuatro paredes de los espacios académicos y llegue, a través de diversos proyectos, a donde le interesaba que llegue: sectores marginados e invisibilizados. De este modo, Vallejo utilizó su conocimiento y producción académica como instrumento de lucha por la equidad social y la justicia. Su arma siempre fue la educación.

Llevar libros donde no hay libros

Con esa humildad y entrega, Gaby Vallejo llevó su labor docente fuera de las aulas y sacó el máximo provecho a su gran capacidad para hacer proyectos ambiciosos realidad. Empezó formando un grupo de experiencias pedagógicas junto con alrededor de 15 docentes, la mayoría mujeres, entusiastas de la promoción de la lectura. A partir de este grupo, Gaby fundó la Revista Infantil Chaski, junto a otros colegas; y, posteriormente, nació su gran proyecto: la Biblioteca Thuruchapitas, la primera biblioteca para niños en Bolivia, actualmente surtida con más de 12 mil ejemplares de literatura infantil.

Con la Biblioteca Thuruchapitas, que a la fecha lleva 32 años de actividad, se llevaron a cabo cientos de iniciativas novedosas, creativas y beneficiosas para diversos sectores de la población. Algunas de ellas son: “Familias lectoras”, en el que visitaban hogares en barrios marginales del país; “Buses y lecturas”, en el que los niños subían a los micros a leer al resto de pasajeros; “La memoria oral de los pueblos”, libro trabajado con personas de la tercera edad de la comunidad de Tiataco; “Proyecto para no estar solos”, con los niños que viven con sus padres en las cárceles; jornadas y clubes de lectura, talleres de escritura creativa, fundaciones de bibliotecas en provincias, festivales de cuenta cuentos, entre muchos, muchos otros. Todo gracias a la incansable labor de Gaby.

“Siempre se ha preocupado por llegar a las personas más necesitadas y llevar los libros donde no hay libros. Motivar a la lectura, que no sea por obligación, sino por placer”, afirma la profesora Olga Núñez, compañera de Gaby en esta enorme travesía.

Es posible que no haya ni habrá en este país, en esta región o siquiera en todo el mundo, otra Gaby Vallejo. Sin embargo, todos aquellos que tuvieron el privilegio de conocerla y dejarse inspirar por su corazón y sabiduría, desean y confían en que las semillas de su dedicación y trabajo germinen, y así crezcan generaciones y generaciones de personas como Gaby. Escritores audaces, educadores apasionados, humanos empáticos, mujeres valientes. Gaby fue esto y más. Gaby queda inmortalizada en las páginas de sus libros y de los que fueron y serán escritos sobre ella, en sus proyectos por continuar y en las mentes y corazones de quienes fueron y serán educados por ella; pues, aun después de su partida, su legado continuará y Gaby será, siempre, eterna.

Fuente: La Ramona