02/23/2022 por Sergio León

Carlos Medinaceli y el ensayo en Bolivia en el Siglo XX: La invención de una prosa para todos los días

Por Ximena Soruco

Carlos Medinaceli (Sucre, 1898-La Paz, 1949) fue un novelista, ensayista, crítico literario y profesor boliviano. Sus publicaciones en revistas y periódicos entre 1914 y 1949 estaban dispersas al momento de su muerte. Solo la recopilación de ensayos Estudios críticos (1938), la propuesta de reforma de la educación literaria, La educación del gusto estético (1942) y la novela La Chaskañawi (1947) conocieron el formato de libro independiente en vida del autor.

Los doscientos cuarenta y un ensayos reunidos en tres volúmenes en esta edición crítica de la Obra completa de Carlos Medinaceli guardan notable coherencia temática y consistencia en su propósito. Están todos ellos dedicados a la crítica literaria de autores y libros de Bolivia, América, España y Europa occidental, a la reseña de publicaciones en el ámbito de las letras y las artes y la cultura y la sociedad. A esta unidad de asuntos y materias, corresponde una unidad exterior de forma. Son de pareja extensión, cada uno fue publicado originariamente como un artículo.

Las páginas del primer volumen, que este miércoles 23 de febrero se presenta en La Paz, reúnen los ensayos de Carlos Medinaceli publicados entre 1915 y 1930, cuando vivía en Potosí. Son los años iniciales de su labor como intelectual público, el período de gestación y dirección de la revista y movimiento Gesta Bárbara (1918-1926) y de la editorial Biblioteca del Centenario (1923-1926). Estos artículos componen el primero de los tres tomos de su obra ensayística. Los dos últimos tomos de la Obra completa de Carlos Medinaceli, corresponden, respectivamente, el cuarto a la reunión de su narrativa y poesía y de su epistolario, y el quinto a su novela La Chaskañawi.

La literatura, símbolo de la sociedad

En sus primeros ensayos, Medinaceli considera que los autores y temas nacionales todavía sufren en Bolivia del menosprecio destinado a las costumbres locales y el terruño. No encuentra en la vida política, social, cultural boliviana proyectos de institucionalización que sostengan o contengan el de dotar a la República de una literatura nacional, con sello propio y carácter distintivo, como prenda de emancipación y soberanía. En este periodo, encuentra al modernismo como una corriente exótica, una transnacional de la cultura cosmopolita, que ha generado un efecto positivo, la reacción del criollismo, del americanismo literario, cuyos “hierofantes invaden la poesía, el drama, la novela, la crítica, la historia, el ensayo filosófico o científico, desgarretando viejos ídolos y erigiendo nuevos cultos” (p. 73).

¿Qué comprende el concepto de literatura nacional de Medinaceli? Tradiciones, leyendas, romanzas, cuartetas, letrillas, epigramas, todos géneros vernáculos cultivados en Bolivia durante el siglo XIX, son indicios del surgimiento y constitución de una literatura nacional. Conforman una narrativa coral sin ser homogénea: le cuentan al pueblo el pasado del pueblo, saben conmoverlo e instruirlo, le proponen y contraponen ideales de conducta colectiva. La poesía romántica es una imitación y emulación de una corriente literaria que no es autóctona en su origen y que es artificial, por el individualismo de este ejercicio y de sus propios ideales liberales, respecto a los contenidos populares bolivianos.

Con el desarrollo del drama y la novela, en la creación de personajes individuales que expresen tipos colectivos se constituye, según Medinaceli, una literatura nacional. Los personajes literarios bien logrados son un universal concreto, símbolo de un pueblo, una clase, una colectividad, en suma, más amplia que el destino personal, como Don Quijote en la España de la modernidad del siglo XVI.

Para Medinaceli, el fin estético de la novela es la creación de un carácter. Por esta razón, el subgénero que considera más sugestivo y valioso es la novela psicológica, fundada por Stendhal. En este subgénero se concentra la tensión entre el objetivismo y el subjetivismo, resuelta a favor del segundo: antes que crear seres ajenos, el autor “únicamente reproduce su propia psicología” (p. 141). Si los personajes de ficción pueden simbolizar tipos sociales, y en la novela psicológica estos personajes expresan la psicología de sus autores, los escritores, y los creadores artísticos en general, también pueden sintetizar a un grupo social, una época o una sociedad, según la concepción de Medinaceli.

La literatura nacional que propone Medinaceli

La ficción literaria además puede visibilizar procesos sociales con consecuencias materiales. Al abismo que el intelectual criollo siente entre él y su medio ambiente corresponden la indiferencia, si no el abandono, y aun la repulsa, de la emergente sociedad de inicios del siglo XX y sus nuevas instituciones con respecto a los géneros de literatura de ficción, narrativa y lírica. Ya en su primer texto crítico toca Medinaceli esta desposesión: “Todas sus producciones –indica del escritor Eduardo Subieta– se encuentran dispersas en folletos, diarios, revistas, que el tiempo se encargará de destruir. Nadie se ha preocupado de publicarlas en una edición completa y definitiva” (p. 63). Situación que, podemos añadir, se prolonga hasta hoy. Ángel Casto Valda, poeta con el que Medinaceli tuvo una relación cercana y al que le dedica un estudio detallado continúa con su obra sin reedición, como hace cien años.

Hay dos operaciones simultáneas, en la crítica de Medinaceli: denuncia la ausencia de condiciones editoriales que aseguren la preservación y comunicación de la producción de Subieta, Valda y otros escritores bolivianos, pero, a la vez, señala el valor literario de una obra que no encuentra publicación condigna. No hay Literatura Nacional sin vida editorial, pero esta a su vez precisa en Bolivia de textos de una valía asegurada por la crítica. Así, Medinaceli dirá estos años: “La riqueza de una nación no estriba en la fecundidad de los campos, sino en la inteligencia de los hombres (…) No tenemos derecho a quejarnos, empero: hay materia prima, lo que no hay es voluntad social de utilizarla” (p. 630).

A partir de su labor crítica, encontramos en Medinaceli una literatura potosina y una historia literaria del Potosí de los primeros cien años de vida republicana nacional. Medinaceli compone también panoramas y series literarias, organizadas por regiones (Cochabamba, Sucre La Paz), generaciones, movimientos y cenáculos y géneros literarios, que irán configurando su hipótesis de literatura nacional.

En una carta a Augusto Céspedes (24-09-1944) Medinaceli anuncia que ha retomado su Historia de la literatura boliviana, iniciada en la década de 1920, pero cuya escritura suspendió por la dificultad de encontrar material literario boliviano en Potosí; sin embargo, la muerte lo acorrala en 1949, a los 51 años. Los ensayos de Carlos Medinaceli reunidos en esta Obra completa son una historia de la literatura nacional, quizá menos sistemática que un libro dedicado al tema, pero que reunidos dan cuenta de su ejercicio crítico y de construcción de una literatura boliviana.

Medinaceli y la creación de una prosa cotidiana y democrática

Además de sus funciones como iniciador de métodos precisos y replicables de agrimensura del campo literario, particularmente adecuados a Bolivia, ¿no cumplió una función todavía más importante?

¿No fue el que inventó la prosa, dotó a Bolivia de una prosa, para poder conversar, escribir, argumentar en la arena cultural: la literatura, la estética, la pedagogía? Como Alfonso Reyes en México, o Borges en Argentina, o Gilberto Freyre en Brasil (o Alone en Chile, Picón-Salas en Venezuela, Baldomero Sanín-Cano en Colombia, Raúl Porras Barrenechea –y Mariátegui– en Perú), aunque todos estos parentéticos, con menor o menos intensa hegemonía.

El arte de la exposición de Carlos Medinaceli tiene como una de sus finalidades lograr que el público lector recuerde una clasificación, un ordenamiento, un conjunto de distingos; que no desplace categorías, pero tampoco considere que son taxonomías categoriales lo que no son más (ni menos) que posicionamientos, que órdenes de batalla. Hay en Medinaceli una forma de armar las razones, forma que seguimos usando. Es generoso, porque además de armar sus razones, arma a un eventual polemista, mostrando cómo podría argumentarle.

La prosa que ha creado Medinaceli es una respuesta nacional a una pregunta que Bolivia no se hacía (y que el propio autor nunca subrogó a la República para formular): ¿cómo conversar de lo nuevo? ¿Cómo inventar un lenguaje para la esfera pública?

Medinaceli crea una prosa y un formato idóneos para el debate. Es un propósito político que va mucho más de los programas de alta vulgarización cultural, ante todo porque es este un diferente andarivel. E impone una precondición: la información nueva sobre la cual anoticia cada ensayo debe ser presentada de modo tan completo que el público lector la pueda incorporar sin más, aun si emprende una acérrima refutación. Tantas declaraciones y confesiones de incompletitud y precariedad tienen por detrás un arte para la síntesis del cual Medinaceli se abstiene de todo alarde.

Biografía y bibliografía literarias: 1915-1930

Carlos Medinaceli nace en Sucre en 1898 y en 1915 se traslada con su familia a Potosí, donde reside sin interrupciones hasta 1930, salvo sus periódicas estadías en el solar paterno de Nor Chichas, donde escribe su poesía y narrativa y donde concluye La Chaskañawi, en 1928.

Obtiene el bachillerato en el Colegio Nacional Pichincha de Potosí en 1916. En 1917 ingresa a la Facultad de Derecho de la Universidad Tomás Frías que abandonó después del tercer curso. Una carta de Georges Rouma indica que Medinaceli ganó ese año una beca para estudiar en el Instituto Normal Superior de Sucre, pero no se presentó. Ese mismo año se inicia en el profesorado en la Escuela Municipal de Cotagaita. Consigue su primer trabajo en Potosí, como interino de profesor de Educación Física de la Escuela Alonso de Ibáñez. Allí funda la revista El Institutor.

Del 16 de junio de 1918 es el primer número de la revista Gesta Bárbara que dirige hasta 1926 junto a los jóvenes que fueron conocidos con esta denominación. Escribieron en sus diez números escritores como Gregorio Reynolds, José Eduardo Guerra, Jaime Mendoza, Raúl Jaimes Freyre, Ignacio Prudencio Bustillo, Nicolás Ortiz Pacheco, Osvaldo Molina, entre otros.

Desde 1921 publicó en las revistas paceñas La Ilustración y Atlántida, dirigidas por Gustavo Adolfo Otero y Alberto Diez de Medina respectivamente. Entre abril y mayo de 1922 está en La Paz estudiando un curso de Filosofía en el Instituto Normal de Maestros, sin embargo, desengañado del curso retorna a Potosí y trabaja en la Escuela Municipal 1.o de Abril primero y entre octubre de 1922 y julio de 1923 en la Prefectura Departamental de Potosí, como oficial de minas.

Desde 1922 colabora con el periódico La Palabra, dirigido por Félix Mendoza Mendoza, donde nace, en marzo de 1923, la Biblioteca Centenario que Medinaceli dirige y que llega a publicar seis títulos. En 1924, acompaña esta iniciativa editorial la columna Del ambiente literario nacional, firmada bajo el pseudónimo de Aulo Gelio, en El Radical, periódico potosino dirigido por Simón Mendivil y en el que nuestro autor colabora entre 1920 y 1926.

La promoción de la esterilidad que Medinaceli teme en la burocracia lo hace volver a la profesión docente. Entre agosto de 1923 y marzo de 1930 es profesor, primero de Historia, y luego de Literatura y Filosofía, en el Liceo Sucre de Señoritas. Por el discurso que pronuncia en mayo de 1927 en el homenaje al padre José Zampa (Agello, 1873-Sucre, 1935), fundador de las Escuelas de Cristo, sabemos que Medinaceli es profesor del Colegio Nacional Ayacucho de Potosí.

En septiembre de 1927, el artículo de Medinaceli “Gamonalismo y reivindicacionismo: Notas al margen del Boletín de la Liga de Defensa Social de Sucre” ocupa la portada del primer número del periódico La Acción. Órgano de la Federación Obrera del Trabajo de Potosí, dirigido por Samuel Sivilá, propietario de la Tipografía Moderna (1916) y posteriormente de la Tipografía Artística que imprimió los volúmenes de la Biblioteca Centenario. Se trata de una crítica contra el parasitismo de los hacendados bolivianos y sus organizaciones, como la Liga de Defensa Social, fundada el 13 de agosto de 1927 en Sucre, tras la rebelión indígena de Chayanta que estalló el 25 de julio de ese año. Sentencia: “Bolivia tiene que ser una república rural e indígena o no será” (p. 330).

Después del fin del ciclo de la revista Gesta Bárbara y de la Biblioteca del Bicentenario, Medinaceli dedica 1927 y parte de 1928 al periodismo. En el diario potosino El Día firma las columnas: Crónicas de un hombre desocupado, El hombre y el paisaje, Crónica amena, Puntos de vista, Estudios de la literatura nacional, Notas y Apuntes bibliográficos. Algunas veces firma con sus iniciales (C.M.) y otras utiliza pseudónimos, que hemos rastreado para ganar certezas de que fueran suyos: Aulo Gelio, Claudio de Lorena, Clarín y Poil de Chagrín o solamente Chagrín. Incluso escribe algunos editoriales, como las incisivas críticas a la educación que valieron una invitación de la Federación Universitaria de Potosí para asistir como su delegado al primer Congreso Universitario, realizado entre el 17 y el 23 de agosto de 1928 en Cochabamba.

En 1929 trabaja como profesor del Colegio Pichincha de Potosí. Y comunica a su amigo Jaime Mendoza que está colaborando en el periódico La Propaganda y la revista Nueva Democracia de Potosí, en El Diario de La Paz y en la revista Atlántida de Buenos Aires.

El ciclo iniciado en 1915 con las publicaciones de juventud, a sus 17 años, encuentra una culminación en 1930. En mayo, por invitación de Emilio Villanueva, ministro de Educación, se traslada a La Paz como profesor de Literatura del Liceo de Señoritas La Paz. También en la sede de gobierno asumirá la dirección técnica de la Revista de la Universidad Mayor de San Andrés y la dirección de la Biblioteca Universitaria. Esta decisión de mudarse desde Potosí –aunque en 1931 y en 1938 regrese por poco tiempo–, convierte a La Paz en la ciudad donde publicará durante esos años. Transforma también su círculo intelectual, sus lecturas e intereses y aun su obra, según se podrá observar en los siguientes dos volúmenes de esta Obra completa, dedicados a las décadas de 1931-1940 y 1941-1949.

Esta edición

Entre los años 2017 y 2019 realizamos un trabajo de revisión de revistas publicadas entre 1915 y 1949 y en ciertos rangos de años, según las referencias disponibles, de los periódicos El Diario, La Calle, La Razón, Última Hora, La República, El Universal, de La Paz, El Radical, La Palabra, El Día y El Sur y otros de Potosí y La Mañana de Sucre en el Archivo y Biblioteca Nacionales de Sucre, la Biblioteca Municipal Arturo Costa de la Torre, la Hemeroteca de la UMSA y el Archivo y Biblioteca Históricos de la Asamblea Plurinacional. Finalizado este trabajo, fue posible registrar, datar y cotejar un 70% (221 de 315) de los textos –ensayos, poesía, narrativa y cartas– de Medinaceli antes recopilados para el otro 30% se utilizó la información exterior disponible, y, cuando también ella faltaba, se establecieron las más plausibles dataciones. La investigación también permitió encontrar 78 artículos dispersos en periódicos y revistas, pero nunca antes compilados hasta ahora.

Este corpus así reunido, y organizado a partir de los artículos de periódico detectados en archivos y hemerotecas, permitió una ulterior labor de cotejo crítico del total de los materiales y de organización por género y cronológica.

Además de la edición crítica y de las notas de crítica del texto, el plan de la presente Obra completa aspira a constituirse en edición anotada, y al sistema de notas del texto añadir un segundo sistema, en paralelo, de notas al texto, como explicación continua de sus referencias literarias y más ampliamente culturales, que en el caso de los ensayos figurará al fin del tercer tomo, que incluirá también un índice analítico de los tres volúmenes de ensayos.

Esta labor de compilación y edición fue posible gracias al auspicio del Instituto de Investigaciones Literarias de la Carrera de Literatura de la UMSA. Gustavo V. García colabora con la edición y el aparato crítico del volumen 5, La Chaskañawi, y Alfredo Grieco y Bavio colabora con la edición y la anotación crítica de los volúmenes de ensayo de esta Obra completa.

N.B. Este artículo es una síntesis del estudio introductorio a Ensayos reunidos de Carlos Medinaceli, (1915-1930). La Paz: Carrera de Literatura-Plural, 2021. Y los números de página referidos en el artículo corresponden a esta edición.

Ximena Soruco Sologuren

Estudió Sociología y Literatura. Es profesora en estas carreras de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA) e investigadora del Instituto de Investigaciones Literarias (IIL). Fue coordinadora académica del Centro de Investigaciones Sociales-Biblioteca del Bicentenario de Bolivia (2014-2019). Ha publicado, entre otros libros, La ciudad de los cholos: Colonialidad y mestizaje en Bolivia, siglos XIX y XX (2012) y Literatura y sociedad: Clases y desclasamientos en Carlos Medinaceli (2016), además de numerosos artículos críticos en revistas académicas y medios periodísticos sobre temas y problemas de su especialidad.

Fuente: Puño y Letra