03/20/2024 por Sergio León

Y llegará la paz

Por Rodrigo Villegas

Alejandro Zambra, uno de mis escritores latinoamericanos contemporáneos favoritos, declara en uno de sus libros que es un defensor a ultranza de una literatura de la ternura. Que, al igual que Georges Perec, autor que Zambra admira mucho y casi que aseguraría que Coaquira también, defendía lo mismo, tanto que lo había vuelto un mantra. Después de leer Y llegará la paz, el primer libro de cuentos del escritor alteño Óscar Coaquira, me animo a afirmar lo mismo y a colocarlo en el mismo eslabón: un escritor de la ternura.

Claro, entiéndase la ternura no como una ingenuidad o romanticismo barato, sino como el acercamiento a la nostalgia, al amor como una búsqueda real, a una valoración genuina de lo necesario en la vida de muchos, si no de todos nosotros. La ternura como la confesión de un hombre que dice, sin temor y vergüenza, haberse enamorado más de veinte veces y haber fracasado en todas ellas, como lo hace el personaje de su primer cuento, que titula Los amores imposibles. La ternura como una espada, como un salto de fe.

Coaquira sorprende con unos cuentos muy bien escritos tanto en las estructuras como en los tonos, con un ritmo melancólico pero no triste, con un lenguaje fluido pero no banal ni facilón. Coaquira, en los cinco cuentos que componen la colección, demuestra que alcanzó una gran sensibilidad con sus historias y personajes así como la voz que utiliza para dar carne a las preocupaciones de sus creaciones, con los cuales es difícil no sentir cariño, compasión y gratitud. Dan ganas de saltar a las páginas y abrazarlos y decirles: A mí también me ha pasado. Yo fui/soy como tú.

Y eso es lo más lindo de este libro, esa capacidad de contener el lenguaje que sus personajes reclaman, hombres desamparados que solo encuentran consuelo, además del amor fugitivo y fugaz, por supuesto, en la literatura y el alcohol, como si fueran hermanados, que es algo que no niego para nada.

Es así como los personajes de los cuentos de Coaquira cuenta cómo están atravesados por los libros que más los han conmovido, por esos autores que mejor les han ayudado a pasar cualquier tormento o tedio diario: Ricardo Piglia, Roberto Bolaño, Oliverio Girondo, René Bascopé, entre otros.

Ahora, todos los que lo conocemos al Óscar sabemos que aquellos escritores nombrados son parte de su librero, de sus quizá principales aficiones literarias. Además de los que enarbolan al género policial, por supuesto, como Raymond Chándler o, buscando en nuestro país, al gran Adolfo Cárdenas.

¿Y por qué decir todo esto? ¿Qué importancia tiene? Mucha, ya que en los cuentos se siente a leguas ese “homenaje” a todos aquellos que, al igual que a sus personajes, le han dado al Óscar una visión de lo que es la literatura, hasta dónde puede llegar. Cuentos con aires policiales, con esos guiños y símbolos, así como una que otra tragicomedia, digamos, en la que se cuenta la historia del amigo del amigo del amigo. El aire de Llamadas telefónicas, de Bolaño, o Los casos del comisario Croce se sienten en muchos de los relatos de Coaquira.

Seguramente todos aquellos autores estarían conformes con este muy buen libro del Óscar. O por lo menos se encariñarían mucho con los personajes, con el Wila Ocopa, con la Rosaurita Sáenz, con el Santos Morantes, con el Oliveiro Santiago, con el gatito ron Damón y con el “casualmente” así llamado Oscar, uno de los personajes del libro, como un guiño que nos dijera que Coaquira ha dejado mucho de sí en estas páginas, su emotividad y todo su esfuerzo.

Y llegará la paz es un buen libro de cuentos. Esperemos que el Óscar nos siga contando la historia de sus personajes enamoradizos, siempre en busca de algo más en los libros, en las farras. En las huidas y en los encuentros. En la ternura, en esa melancolía que tan bien maneja y usa para narrar. Salud por eso.

Gracias.

Fuente: La Ramona