01/09/2024 por Sergio León

Vicky Ayllón: “Mientras enfrentaba la enfermedad saqué a la Soledad de su encierro de 20 años”

Por Brenda Molina

“Primerear” no es lo suyo, aclara Vicky al referirse al estilo de novela o cuento policial que predomina en su más reciente libro “Común y corriente: las crónicas de Soledad V.”, explicando a tiempo que mas bien busca unirse a su tradición literaria, una tradición que ya lleva más de 20 años investigando en el país. Si hay alguien que sabe de mujeres escritoras, es Virginia Ayllón.

Si bien este último libro suyo es un texto “inclasificable” -en palabras suyas y las de algún crítico-, es esto mismo lo que la hace sentirse halagada, “porque lo inclasificable para mí es siempre un espacio mucho más amplio y de más libertad”, señala.

– ¿Cómo surge “Común y corriente: las crónicas de Soledad V.”? 

Durante este año de la cura de mi enfermedad, empecé a revisar escritos míos, cosas que iba escribiendo y guardaba para ver si había ahí alguna cosa valiosa para publicar, desecharla o finalmente transformar. Es una actividad circular la escritura, no comienza ni termina.

Encontré muchas cosas valiosas, estoy ahora luchando para que la vida del trabajo y todas las cosas cotidianas no me vuelvan a quitar otra vez esto de publicar porque he encontrado muy buenas poesías, cuentos y, por supuesto, ensayos.

Encontré este conjunto de narraciones que dan lugar al libro, que ya lo tenía más o menos desde el año 2000. Eran ejercicios para crear un personaje, para no dejar que la ideología se meta en la narración. Es por eso que el archivo dentro de la computadora se llamaba “metodología”. Al revisar me di cuenta que ahí sí había una historia y muy linda. Esta historia, que son como 9 relatos que conforman una unidad, que además unidad no es necesariamente novela o cuento.

– ¿Puede adelantar un poco sobre el contenido de la historia? 

Son historias de una mujer común y corriente que, por razones de la vida, es secretaria de un jefe policial de una ciudad, es ayudante de un jefe policial.

Es un personaje bastante complejo, me ha impactado en la presentación que hemos hecho aquí en La Paz, que Soledad se ha vuelto un personaje muy entrañable, en la presentación me dijeron “queremos más Soledad”.

Le soy deudora a María Virginia Estenssoro, con sus “Memorias de Villa Rosa”, porque inspiran esta forma de libro inclasificable. También releyendo me doy cuenta de que un relato  tiene uno de los finales de un cuento de Adela Zamudio.

– ¿Habrá una segunda parte? 

Los papeles que he escrito como “metodología” son muchos. He escogido los mejores para esta primera edición, pero ya están preparándose otros para la segunda parte de estos relatos de la Soledad, (que será puesta al público) en Alasitas.

– Háblenos sobre el tiempo anterior a estos relatos.

El año pasado, de enero a septiembre, he tenido un tratamiento de quimioterapia contra el cáncer. Justo hoy pensaba que a veces los seres humanos necesitamos ese tipo de momentos para concentrarnos en nosotros mismos porque después el tráfago diario es muy absorbente.

Hasta entonces y por más o menos 20 años estudié la obra de Hilda Mundy, de María Virginia Estenssoro, de otras muchas también. Yo sabía que aquella tarea iba a terminar con esta gran escritora que es Adela Zamudio, y que iba a terminar en Adela Zamudio porque ella marcaría mi tradición como escritora.

De pronto todo el mundo quería publicar un cuento mío, de mi autoría. Yo me quedé asustada, porque recién entendí lo que es el mercado, incluso los medios de comunicación, esa cosa de “las nuevas escritoras”.

Yo no me tragué esa pastilla, porque dije “antes de mí ha habido otras escritoras y yo quiero saber cuál es mi tradición”. Por eso paré eso de publicar, pero no de escribir.

¿Encontramos a otros escritores al interior de este libro? 

Hay muchos arcanos dentro del libro, hasta ahora ningún lector o crítico ha encontrado alguno. Hay muchos homenajes a varios escritores, que están dentro del texto.

Para mí como escritora ha sido una maravilla que finalmente salga la Soledad porque por 20 años estuve dedicada a estudiar y difundir la obra de las escritoras y también de algunos escritores como Víctor Hugo Viscarra.

– ¿Puso alguna característica personal suya en Soledad? 

Ninguna cosa intencional. Esas son cosas que los lectores descubren o no en la obra. Alguien dijo que toda obra es autobiográfica, pero ningún escritor de ficción escribe incluyendo datos autobiográficos a propósito, salvo que se trate, precisamente de un texto autobiográfico.

A veces hay cosas con las que yo no estoy de acuerdo con la Soledad, y en la literatura los personajes cobran vida muy rápido y no puedes ser un escritor autoritario.

– ¿Es correcto considerar que estos relatos de tipo policial son los primeros firmados por una escritora en Bolivia? 

No, de ninguna manera. “Cuidado con el primerismo”, siempre hay una tradición y es nuestra responsabilidad reconocernos en esa tradición.

La novela Bajo el oscuro sol de Yolanda Bedregal, que fue Premio de Novela Erich Guttentag, es una novela, no solo policial, también detectivesca. Y seguro que si seguimos buscando las vamos a encontrar.

Preferiría estar más bien dentro de una tradición.

– ¿Cómo recibe esta etapa de la ‘post-enfermedad’? 

Para mí la vida, la muerte e incluso la enfermedad son una sola cosa. La vida continúa nomás, y soy una persona común y corriente. Creo que esa filosofía me ayudó mucho en la enfermedad.

– ¿Qué hace Vicky cuando no investiga ni escribe? 

Estoy con el huerto, pero estar con la naturaleza no es cool. Es un trabajo, igual al de cuidar un niño. Me encanta trabajar con la tierra, es un mundo en sí mismo.

Me gusta mucho caminar, jugar con mis perros y me gustan mucho los trabajos manuales, me ayudan a equilibrar todo el trabajo intelectual.

También dedico mucho tiempo a la amistad. He escrito sobre eso, para mí la amistad es el sentimiento humano más perfecto porque no tiene las dependencias que tienen los otros efectos, como la familia, maternidad, pareja. Me encanta salir y tomar algo con amigos, me gusta charlar, chismear, esto y el otro.

Fuente: Opinión