08/22/2022 por Sergio León

Ustedes brillan en lo oscuro, de Liliana Colanzi

Por Christian Jiménez K.

Se suele pensar que un libro de cuentos puede ser simplemente una colección de cuentos que se reúnen dentro de un libro y son publicados; sin embargo, existe también la posibilidad de que un libro de cuentos sea más bien, una composición; una articulación vertebral alrededor de un tema. Una suerte de tema único que se interroga desde distintos lugares. Es sobre este terreno en el que se mueve Ustedes brillan en lo oscuro, el nuevo libro de Liliana Colanzi.

Los cuentos que componen este libro fueron pensados al calor de varios años y dentro de diversas búsquedas formales y temáticas. Cada cuento, entonces responde a una intención emocional y visual, en la que la experiencia de lo real está teñida de lo fantástico. Y aquí, lo fantástico funciona como un acelerador de la revelación que queda tras la lectura de cada cuento por separado.

Y lo que le queda al lector cuando acaba de leer el libro es la certeza de que la realidad está fragmentada y desde unos de sus fragmentos se irradia un nuevo modo de entender nuestra humanidad y nuestra relación con lo tecnológico, lo científico y el peligro de lo demoniaco que está en la transgresión medioambiental o en el deseo que no tiene límites para el cuerpo ni la imaginación.

A diferencia del primer libro de Colanzi –Vacaciones permanentes–, este libro demuestra que el mundo exterior es una suma de principios que se organizan a partir de la experiencia de conocer el propio interior. En aquel libro, la emoción estaba puesta sobre la vitalidad de la juventud y las dudas del entorno que promovían un cambio de sentido en las acciones y percepciones sobre un mundo, que, al parecer, se conocía muy bien y era el tedio lo que motivaba la acción vertiginosa de reconocer que, tal vez, la vida podía estar en otra parte.

En Ustedes brillan en lo oscuro encontramos personajes que funcionan como continuación de aquellos jóvenes que se buscaban a sí mismos en la orilla oscura de la vida, y que ahora, están presentes desde el terror a todo lo que puede salir mal de un momento a otro.

El borde de la investigación realizada en los cuentos nos acerca a paisajes que están dentro de Bolivia o en Brasil y en ello, también es bueno decir que, en el libro, el lector encontrará un esfuerzo por registrar el habla de los personajes y sus inflexiones. Es la experiencia de trabajo con el lenguaje el que se muestra de mayor forma en este conjunto de cuentos porque también la experiencia vital debe encontrar su forma –el cuento– y su manera –el lenguaje y el habla– de personajes que en cierto sentido no creen en lo que ven y no se toman muy en serio y que, cuando lo hacen, es simplemente, un momento antes del desbarrancamiento.

Colanzi parece moverse muy bien en las formas breves, en el instante en el que todo parece ser parte de un único final, y sin embargo, hay una suerte de jugar con el tiempo narrativo, para torcer de esa manera la realidad, y llevarla hacia otros rumbos, y es ahí que se define lo fantástico porque no suele reproducir la esencia de la linealidad del realismo, sino que en cierto modo, apuesta por su distorsión.

Una distorsión que implica que los cuentos podrían tener una continuación bajo oros parámetros en un siguiente libro o bajo otra forma, y también porque los cuentos parecen esbozar una pregunta que la autora no se anima a enunciar, pero que queda flotando en el lector y que tiene que ver con el presente. Pero no cualquier presente. Es el presente que interpela la relación entre sujeto-humanidad-animales-territorio.

De ese modo, Colanzi se inscribe en una nueva tradición de escritores que piensan el conjunto social como naturaleza viva y no sólo como naturaleza muerta; más bien en los cuentos hay una alimentación de los debates políticos y culturales y medioambientales del presente y los trabaja para que no sean simples repercusiones de un sentido común, sino que, ingresa, Colanzi a proponer que la mejor forma de prensar nuestro presente y las herencias del pasados y los riegos del capitalismo industrial, está es hacer de la realidad un juego que ronda entre el hiperrealismo y la parodia, que llevabas al límite coloca al fantástico en una esfera que inunda el discurso de instantes y emociones.

Y es por ello que el lector no perderá el tiempo si ingresa a este mundo y que, por tanto, lo que se llevará de él, será una serie de sugerencias que motivarán una nueva mirada sobre el presente y lo cotidiano de nuestros saberes y construcciones económicas y culturales.

Fuente: Letra Siete