Por Rosamaría Durán
“El tiempo es ilusión del Diablo”, le dicen a la protagonista de “El camino angosto”, uno de los cuentos del más reciente libro de la escritora boliviana Liliana Colanzi. En esta colección de cuentos ganadora del VII Premio Ribera del Duero, el tiempo no sólo es ilusión del Diablo, los tiempos son varios y convergen. En una misma cueva confluyen pinturas de los indios zapotecos, colonias de hongos y bacterias, estalactitas de miles de años y portales para viajar en el tiempo. Leemos sobre cuadros del siglo XVIII que retratan a la Virgen en forma de montaña, árboles de más de veinte siglos, pastores evangélicos en hologramas y basura que permanecerá radioactiva por los próximos trescientos años. El tiempo se expande, se ensancha, se contrae y se multiplica, creando columnas que recuerdan la forma de estalactitas, o mejor: cristales de tiempo incrustado.
Los seis cuentos de Ustedes brillan en lo oscuro se presentan así bajo la atmósfera de lo recóndito y de lo incierto. Hay señales que nos ubican en las montañas andinas, en ciudades brasileras y en lo que parece una colonia religiosa puritana en Bolivia. Con estos espacios enigmáticos y tiempos que convergen, Colanzi crea una geografía que ubica a América Latina como un lugar híbrido de encuentros y choques, en el que se asentaron hace mucho tiempo raíces de violencia y explotación que seguirán reverberando en el futuro, en formas de bolitas metálicas y luces envenenadas. Porque en los relatos las cosas vibran: la chatarra, la basura y objetos misteriosos están cargados de una intensidad que desata enfermedades extrañas, crea hombres que brillan en lo oscuro. Cada pedazo de materia que aparece lleva consigo una vitalidad que rezuma peligros milenarios y posibilidades inmensas. Lo metálico no está separado de lo orgánico, y tanto la basura como los hongos, las bacterias, el musgo y el guano crean mundos inciertos, absorbentes y cautivadores. En este sentido, los objetos son muchas veces percibidos por los personajes con fascinación, pero también con terror y espanto, como en el caso del cuento final de la serie, que narra un accidente radioactivo en el Brasil de los años ochenta.
Quizás lo más valioso del conjunto es la coincidencia que lo atraviesa, y es precisamente la particularidad de hallarse en el lugar correcto o equivocado, o de atravesar la misma cueva de otros cientos de años atrás, o de recorrer pasos heredados. Es en estos encuentros y sincronías donde reside lo más luminoso de este libro; a la manera del azul con que brillan las personas contaminadas del último relato, el azul de la muerte, pero también el de una estrella o el del fondo del mar.
Fuente: revistaotraparte.com/