07/22/2008 por Marcelo Paz Soldan
Tukson. Historias colaterales

Tukson. Historias colaterales

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Giovanna Rivero
Por: Edmundo Paz Soldán

Si Giovanna Rivero fuera una escritora mexicana, hace rato que estuviera publicando en Anagrama o Tusquets; si una argentina, hace rato que hubiera ganado un par de premios importantes y habría sido traducida al francés o al alemán. Como no lo es, las cosas tardan más de lo que deberían. No importa: los que conocemos el secreto sabemos que es cuestión de tiempo para que los lectores fuera de Bolivia se enteren de que Giovanna ya es una escritora latinoamericana de primer nivel.
El último libro de Giovanna, Tukzon: historias colaterales, acaba de ser publicado por La Hoguera, una emprendedora editorial de Santa Cruz que en poco tiempo se ha convertido en un referente imprescindible de la narrativa boliviana contemporánea. Giovanna ha logrado esa rareza: reiventarse por completo de un libro a otro, y dar, a la vez, un salto cualitativo admirable. Los cuentos de Tukzon van, de a poco, armando una novela: la historia de una periodista de una revista freak, a la que se le ha pedido escribir una reportaje sobre los “coyotes”. Tukzon transcurre en un Estados Unidos en el que el futuro ya es el presente: no es un libro de ciencia ficción, pero sí uno sobre, entre otras cosas, el impacto del imaginario de la ciencia ficción en la vida cotidiana.
Nada en este libro de choques de culturas es casual. El título, por ejemplo, tiene una explicación rebelde: “Escribo Tukzón para no olvidar cómo no se pronuncia. Las extranjeras tenemos líos con esa pronunciación. De hecho, quieren que nos comamos la K. Por eso mismo escupo la K”. Los textos se desplazan por algunos de los paisajes más emblemáticos de los Estados Unidos -Miami, New York, el Sur, el Midwest–, y aparecen, en frecuente colisión, policías y polizontes, presidentes e inmigrantes ilegales, escritoras becadas y jóvenes extraviadas. Los personajes extrañisimos se suceden sin descanso, y todos tienen una razón de existir más que justificada: el agente H., Ariadna Némesis, o la adolescente que muere en el atentado a las Torres Gemelas y luego, desde otra vida, nos cuenta cómo fue que ocurrió lo que ocurrió: “Mientras volaba pensaba en mamá y en cómo ella no quería que yo fuese con Sue o Amber a tocar el saxo o la guitarra, según cómo se iba rasgando el día, en la azotea de la Torre Sur, donde nos turnábamos con un par de argentinos que bailaban tango, una música tristísima que quizás fue lo que atrajo tanta mala suerte”.
“Nieve”, “Desierto”, “Noche”, “Other Voices”, “Viaje a Broaway”: estos cinco relatos son de antología. Estoy seguro que otros lectores descubrirán más.
Fuente: www.elboomeran.com