Por Fernando Chávez Virreira
Raúl Rivero Adriázola acaba de publicar Simón I. Patiño y el conflicto del Chaco (diciembre 2021), un texto de 311 páginas, en las que el novelista (economista de profesión) documenta el verdadero rol que jugó el empresario minero en la guerra contra Paraguay.
“Es urgente reescribir nuestra historia, desnudar las mentiras y exponerlas a la vergüenza pública”, dice el escritor a Página Siete y apunta que “cada una de sus afirmaciones tiene un respaldo, nada es un invento”. El libro incluye copias de las cartas que intercambiaba el empresario con el presidente Salamanca.
Consultado sobre cuál es la mentira que descubrió, dice que “son varias” y que en el final nombra cuáles son las falacias y cómo fueron desvirtuadas en la realidad.
Antes de hablar de su libro, el autor retrocede un poco en el tiempo para contextualizar la figura del industrial. “Yo siempre he admirado a Patiño, es uno de los más grandes empresarios y emprendedores, no solo de Bolivia, sino a nivel mundial; es increíble lo que ha hecho. Comenzó de cero, nadie le regaló nada y llegó a hacer la tercera o cuarta fortuna más grande del mundo. Es un ‘Bill Gates’ de la minería y además un innovador”, apunta el escritor cochabambino.
En ese contexto, “la figura de Patiño es fundamental para el país. Ha sido un gran amante de Bolivia, pese al maltrato que le dieron, seguir insistiendo en invertir en el país, crear una fundación universitaria. Hay mitos, de que nombraba ministros y hacía caer gobiernos. Sotomayor escribió dos tomos de la historia de las relaciones diplomáticas Brasil-Bolivia y muy suelto de cuerpo dice que Patiño derribaba gobiernos y nombraba ministros, lo he llamado y le dije de dónde sacó esos datos y me contestó: “eso es lo que se dice”.
En las páginas de su libro, Rivero Adriázola también desvirtúa los argumentos de Augusto, el Chueco Céspedes, de quien dice fue “el mayor difamador de Patiño”.
Como antecedente y como el mismo autor explica, el libro abarca el periodo de 1921 a 1935, desde que Bolivia quiere crear su escuela de aviación y Patiño dona dos aviones, uno de ellos se estrelló con un famoso piloto de guerra francés, en abril de 1921. “Ahí cuento todo lo que hizo y también como ministro plenipotenciario de Bolivia en París, la polémica con los paraguayos que reflejó la prensa francesa, sobre todo después del asalto al fortín Vanguardia”, complementa.
En ese marco y según narra el escritor, Patiño donó dos aviones de transporte, los Junkers JU 52. El entonces Lloyd Aéreo Boliviano (LAB) tenía necesidad de adquirir un avión más potente por la altura, entonces diseña un avión modificado del JU 52 (bimotor) a un trimotor.
“El gerente del LAB fue hasta la fábrica de Junkers en Francia para llevar este diseño, cuando estalla la Guerra del Chaco, y Patiño manda una carta al presidente Salamanca (que está en el libro), y le dice: ‘¿qué puedo hacer por Bolivia?”. Entonces el presidente le dice que necesitan que done dos aviones. Patiño va París a la fábrica y encarga los dos aviones de lona. Cuando se enteran de esto en Bolivia le escriben al gerente del LAB y le dicen Patiño quiere donar dos aviones, convénzalo que done dos aviones alemanes para unificar toda la flota, porque el Lloyd tenía solo aviones alemanes. Entonces, el gerente del LAB se comunica con Patiño y lo convence que no compre esos dos aviones y más bien mande a fabricar dos trimotores más, a un precio que quintuplicaba lo que iba a gastar por los aviones franceses. Y Patiño aceptó y firmó el contrato; esos son los aviones Huanuni y Juan del Valle”, relata Raúl Rivero.
“El Chueco Céspedes dice en su libro que Patiño nunca donó dos aviones, sino uno y para hacerse del LAB, otra gran mentira. En el libro está el testimonio de cesión gratuita que hace Patiño al Estado boliviano de estos aviones”, aclara y se pregunta: ¿quién otro podría hacer semejante donación?
Según cuenta, esos aviones se incorporaron al Lloyd y llevaron más de 40 mil personas y carga; salvaron miles de vidas de heridos que pudieron salir del Chaco.
Otro pasaje que narra en su libro describe un hecho de 1933: dos divisiones del Ejército boliviano caen prisioneras, 11 mil hombres con todo su armanento. “Patiño se entera de este desastre y dice Bolivia tiene que armar otro ejército y va la fábrica más grande de armamento de Francia y les pide que los fabriquen inmediatamente, para hoy. Era tal su influencia y capacidad que la fábrica desvía un despacho que estaba haciendo a Egipto para mandar las armas a Bolivia”, sostiene.
El libro, según su autor, tiene la intención de poner a Patiño “en el lugar que le corresponde dentro de la historia”.
“El autor describe la intervención de Simón I. Patiño en el conflicto del Chaco sistematizando la información en cinco capítulos. Inicia con una indispensable y breve presentación de la semblanza de Patiño; continúa con la descripción del apoyo de Patiño durante la preguerra del Chaco; su participación para la creación de la comisión para la Escuela de Aviación, la donación de aviones para el entrenamiento de pilotos y la defensa del territorio patrio”, señalan en el prólogo Nicolas du Chastel, George Ortiz y Gonzalo Ávila.
El escritor ha firmado 15 libros, de los que nueve son novelas históricas. Por ello, una periodista le dijo alguna vez: “tú no escribes novela histórica, tú novelas la historia”.
En la actualidad, el escritor se encuentra revisando su nuevo libro: El gobierno de Daniel Salamanca (1931-1934), en tres volúmenes y más de 1.600 páginas, en las que hace un repaso político, económico, militar y diplomático de su gobierno.
Fuente: Letra Siete