03/18/2020 por Marcelo Paz Soldan
Seúl, São Paulo: Entre la tradición sociologista y el testimonio generacional

Seúl, São Paulo: Entre la tradición sociologista y el testimonio generacional


Seúl, São Paulo: Entre la tradición sociologista y el testimonio generacional
Por: Reynaldo J. González

(La obra ganadora del premio nacional de novela 2019, Seúl, São Paulo de Gabriel Mamani Magne, actualiza inteligentemente el eterno problema nacional a través de un ejercicio cuestionador.)
Seúl, São Paulo de Gabriel Mamani Magne es una obra que, en la tradición sociologista de nuestra literatura, indaga en cuestiones relacionadas con el problema irresuelto de la identidad boliviana. Para ello se vale de las perspectivas de un joven alteño en un período presentado como definitorio de su vida y de su identidad como es el último año de bachillerato y el año de servicio militar, coincidente con el retorno al país de un primo suyo nacido y criado en Brasil. En este escenario, el protagonista y narrador de la obra se cuestiona sobre el significado del ser boliviano, contrastando su afincamiento (¿estancamiento?) en el terruño patrio con el desarraigo de su primo.
Tal como está planteada, la historia de la novela resulta perfecta para actualizar tópicos recurrentes en la literatura boliviana tratados una y otra vez en el pasado desde perspectivas acaso ya casi agotadas, como las surgidas de las relaciones campo/ciudad o indio/cholo/mestizo. En esto se evidencia, por supuesto, no solo la inscripción intencional de la obra en una tradición propia muy conocida, sino también la inteligencia de Mamani para su identificación y su reelaboración desde una perspectiva actual, explícitamente relacionada con la modernidad y la globalización.
En este sentido, la historia imaginada por Mamani aprovecha cuanto puede las preocupaciones sobre el ‘ser boliviano’, tan arraigadas en nuestro imaginario tal como lo demuestran los estudios literarios y artísticos académicos desarrollados desde la década de 1980. La trama de la novela permite al autor aproximarse explícitamente a cuestiones relacionadas con una identidad aymara urbana fluctuante, al fenómeno de la migración de bolivianos en busca de mejores oportunidades de vida, a la desconfianza del país propio como un lugar para ‘ser’, a la definición de la identidad propia en el contraste con ‘el Otro’, al servicio militar como un típico espacio de adoctrinamiento nacionalista, entre otros. La lectura pausada de la obra evidencia la habilidad de Mamani de tratar estas y varias otras cuestiones desde múltiples perspectivas recurriendo a la descripción de acontecimientos en apariencia anecdóticos, al contraste de sus protagonistas y a los soliloquios inquisidores que, a decir verdad, no siempre parecen propios de un joven de 18 años, como quien ejerce de narrador en la novela.
Al respecto, es de notar que en esta obra el afán de actualización de los tópicos de la literatura sociologista boliviana encuentra adecuada correspondencia en una pluma decantada por un lenguaje coloquial capaz de rescatar los modos urbanos actuales de un castellano ‘andino’ sin llegar a los desacordes del costumbrismo. El enfoque verista en la utilización del lenguaje por parte de sus jóvenes protagonistas se complementa igualmente con múltiples referencias a la cultura juvenil desplegadas a lo largo de la historia, lo cual hace suponer que el autor tiene en claro el enfoque de una obra dirigida principalmente a lectores contemporáneos en un trabajo colindante en muchos aspectos a la literatura juvenil que quizás no pueda ser entendido ni valorado a cabalidad por públicos de generaciones mayores.
Es en estos aspectos que la novela adquiere especial significancia en el campo literario actual como un relato testimonial-generacional que puede emparentarse de alguna manera a la literatura de autores jóvenes como Rodrigo Hasbún y Liliana Colanzi desde los ámbitos urbanos de clase media de otras regiones del país, o desde registros con cierto enfoque intimista y personal de otras obras ganadoras del Premio Nacional de Novela como pueden ser El sonido de la H de Magela Baudoin o Soundtrack de Camila Urioste.
En esto, Seúl, São Paulo se luce como una obra singular en el panorama literario boliviano debido a que emerge desde los estratos de una clase media andina ya plenamente instalada en la contemporaneidad, liberada de visiones ajenas y estereotipadas. En efecto, la novela plantea temas de un entorno poco visitado por nuestras letras hasta ahora, pero sí ya estudiado desde las humanidades. Muestra de esto es la referencia a la capital surcoreana en su título que no alude a un escenario de su trama, sino a la difusión en los Andes de una de las expresiones más recientes y en boga de globalización como es el famoso K-pop. La referencia a este fenómeno tan actual por Mamani no es, por supuesto, gratuita, sino instrumental a la reflexión medular de su libro sobre la cuestión identitaria ¿Qué somos los bolivianos? ¿Qué quisiéramos ser?
Pero también —y aquí su principal virtud— el Premio Nacional de Novela es un relato generacional de madurez de perspectivas más universales, de ese tránsito entre la infancia y la adultez, de definición de la identidad propia, de lo que se quiere y cómo se consigue, de ampliación del mundo en la experiencia propia.
Seúl, São Paulo también es una confirmación del talento y de la inteligencia de su laureado autor, quien antes ya nos había dejado estupefactos con el cuento Por ahora soy el invierno, ganador del Premio Municipal de Literatura Franz Tamayo en 2018, otra obra imprescindible de la literatura boliviana contemporánea.
Fuente: Suplemento La Esquina