I Me duele el sendero que recorro Una y otra Vez a lo largo de mí misma Noche de grillos asesinos Que versan Pases mágicos Como de alcoba vieja En la que los enamorados No pueden Recuperar la memoria Sus ropajes se tienden sobre ellos La sala atestada de velas Asemeja una mirada triste sobre la vida terrena Esos amoríos son los que no funcionan Los que conversan en lugar de intentar morirse sinceramente Andan desmemoriados de sí mismos los amantes de cuerpos extraños Ajenos No pueden reconocerse en medio de los espejos Y se buscan en el gentío En un lugar en que es imposible encontrarse Sus sueños padecen la enfermedad del olvido y cuando amanece no pueden hablar de las lenguas extrañas ni de los seres andróginos que manchan las sábanas Sus deseos son como de azúcar, levadura y 360 grados Con hermosos recortes sobre la nevera Y mantelitos hechos a mano con delicadeza debajo de los ceniceros Esos son mis amores Los de cuartos vacíos Llenos de adornitos de estuco y polvo
III Ay mi amante desconsolado Desmemoriado Como un juego de mesa al abrigo de la casita de juguetes con los mismos niños/viejos que se ha devorado la tarde Cuando la madre llama a comer Los niños yacen muertos debajo del mantel en medio del cuarto de muñecas Arrugados Enfermos Como astillados
IV (…) Mi cuerpo atesora un secreto que nadie descubre debajo de estos trapos ajenos Mi cuerpo es caricia Pero también es vergüenza Es delito Está arrugado Y cuenta de noche pedacitos de lumbre Que le han sobrado de una antigua ofrenda El miedo recorre las calles silentes Los pedacitos de mi cuerpo Han sido devorados Y no puedo juntarlos No puedo darles forma Y eso que mis padres me querían Me daban desayunos frescos y arropaban de mi mano sus delgados huesos Nada puede intentar mi sombra Mi otro cuerpo perseguido A esta hora de la tarde que llora --------------------------------
LOS OTROS CUERPOS (…) Yo digo: suerte tenerte en medio de los árboles y el patio de cemento Llegan los borrachos como bultos viejos que Huyen de sus propios cuerpos Pretenden darnos un sermón, hablarnos del abismo, arrancar el oro de nuestros dientes, hacerse prestar plata y manosearnos I (…) Tengo miedo de este cuerpo que me abandona cuando más lo necesito No es el que busco en la oscuridad No es el que deseo cuando miro el espejo Es un cuerpo ajeno Desnudo de mi ternura Ajeno a mis manos Largas Penosas Tristes Pero este cuerpo también se acongoja Se revuelve Y desea -Infranqueable Desnudez, que terca, me amarra a la penumbra de la vergüenza No oigo tus pasos No deseo tus días No quiero que me toques Ahora ya no Pero solo callo Porque no me queda lengua para decir gemidos No me quedan fuerzas para ajustar cada vez un poco más este fino cuello de muñeca De niña buena Tiemblo y me estremezco No puedo detenerme en ningún lugar de este tiempo No puedo decir más que mitades ajenas No soy ninguna de estas personas que se destrozan en medio de mi recuerdo III Quiero andar desnuda Dejar de lado este pesado impermeable Colgarlo en un rincón de tu casa y empezar a subir las escaleras descalza Dejando a mi paso una hilera de buenas noticias en el humo de un cigarro Deambular por encima de la alfombra Para no hacerme oír por tus recuerdos Encontrarte aún ahí Sola Resguardada de la televisión Por una crisálida interminable y luminosa Yaces, casi como un mueble más En medio de la salita de estar Negra y roja Alabastro y vidrio De esquinas invisibles Te llamo y me haces pasar el viejo conjuro del amor pero ahora un poco más triste Abro la puerta Saludo y de nuevo entro tratando de sonreírte -----------------------------------
*Cesar Antezana Lima (La Paz)
César Antezana es parte de la colectiva trans/cultural Almatroste (desde el 2004), de la editorial artesanal del mismo nombre (desde el 2007) y del fanzine ‘La zurda siniestra’, coorganizadoras de la FLIA La Paz (Feria del libro independiente y autogestionado). “Cuerpos imperfectos'” fue finalista de la segunda versión del Concurso Municipal de Poesía “Edmundo Camargo” de Cochabamba 2014, junto a “Eucaristicon” de Edgar Sóliz.
La fotografía de la portada del libro es de Bea Jurado.
Fuente: Ecdótica