Por Valentina Torrejón
Hay lugares impenetrables para el lenguaje, a los que extrañamente la música tiene total acceso. Es lo que hace tan importante a una banda sonora, o a una canción que nos llega en el momento indicado para cambiarnos la vida. Lo que hace Yuri Ortuño en Cómo duele el corazón es precisamente eso; acompañar con su música la historia de un niño transformado por el deseo inquebrantable de convertirse en una figura del folclore nacional.
Ahora en su segunda edición, publicada por la editorial Nuevo Milenio, somos invitados nuevamente a dar un paseo por las memorias del destacado cantautor boliviano quien, como menciona Marcelo Paz Soldán: “[…] a través de la voz prestada de Espartaco [Martínez Méndez], Ortuño León teje una narrativa que es tanto un reflejo de su propia vida como un homenaje a la lucha de su padre, Costo, un reconocido líder sindical en las áridas minas de Huanuni”.
De esta manera, la novela comprende un relato íntimo, genuino y profundamente honesto, en que el autor abre las puertas a su vida, a su música y a su fe. Desde una infancia marcada por la inestabilidad política del país que amenazaba constantemente la integridad de su familia, hasta los incontables retos con que tuvo que lidiar como artista y, al mismo tiempo, padre y esposo; Ortuño León marca la ruta de viaje a partir de su gran sueño de ser artista. Eterna compañera, la música cambió y definió la vida del joven Espartaco, haciendo de banda sonora para las páginas en que, valientemente, compartió su historia.
El lector se encontrará con las crudas historias que dieron origen a las canciones que lanzaron a Ortuño León al estrellato; los sentires y vivencias que inspiraron muchas de sus letras y, también, con las amistades y rivalidades profesionales propias de una vida bajo los reflectores del mundo artístico. Todas estas experiencias le dan forma al escenario desde donde el lector puede ser partícipe de uno de los momentos más ricos dentro de la movida musical boliviana.
Cómo duele el corazón se presenta como una herida abierta para, nuevamente con esta segunda edición, extenderse hacia el público en un intento por retratar el significado de cada pena y alegría, de la vida misma, en relación con la música. El autor procura develar la pasión que, encarnada en Espartaco, le impulsó desde niño a probar suerte en los escenarios, a no rendirse con la música ni con su familia pese a las dificultades que tuvo que enfrentar, y a buscar la fuerza que le faltaba en la religión. Gracias a la franqueza con que Ortuño León se aventura en las letras, nos recuerda una vez más que el oficio del artista y su compromiso, radica en ocupar los silencios con que la vida se cierne sobre nosotros con arte; en hacerla historia, en convertirla en canción.
Fuente: Editorial Nuevo Milenio
