11/30/2023 por Sergio León

Reseña sobre “La mirada de las plantas” de Edmundo Paz Soldán

El señor Daugherty dice que en los tiempos antiguos se limitaban a tener hijos y no hacían nada de lo que pasaba por su mente, fuese bueno para todo el mundo o no. […]. Y los campesinos hacían crecer las cosas con sus manos, eran las personas quienes hacían todo el trabajo en las fábricas y manejaban todas las máquinas. Isaac Asimov (1982, El robot completo).

Por Sarah Banderas Martínez

¿Cuántas veces hemos deseado volver a un determinado momento del pasado para enmendar un error, tomar otra decisión, decir algo distinto? ¿Cuántas veces hemos añorado una última mirada, un último abrazo, una última palabra de la persona que perdimos? ¿Y si ese instante del pasado o esa última conversación se prolongara de manera infinita en múltiples escenarios? En La mirada de las plantas de Edmundo Paz Soldán los anhelos más profundos están al alcance de la vista gracias a la tecnología y a la medicina ancestral. Pero todo tiene un costo.

Enclavado en la exuberancia de la selva amazónica, el Doctor Dunn, uno de los personajes principales de la obra, se encarga de desarrollar un proyecto de realidad virtual. Su iniciativa es tan ambiciosa que promete, incluso, la transmutación de quien está experimentando la experiencia. La clave se encuentra en la ‘encarnación virtual’, es decir, meterse en la piel de alguien más, al extremo de concebirse así mismo como ese otro, aún después de la sumersión virtual.

“-La calidad de las imágenes impresiona, y la forma en que se conectan a uno. No sentía que ese holograma o avatar o como quiera llamarlo uno era de un juego. Era yo mismo. Y eso que no era yo. Yo no era yo. ¿Tiene sentido? Y si no era yo ¿quién era?…” (p.21)

Las vivencias, recuerdos y hasta anhelos inconscientes del creador, el Doctor Dunn, alimentan capas de algoritmos que materializan su yo multidimensional en su pasado, su presente y su futuro. El nuevo artificio es tan potente que cuando la inteligencia artificial logra fusionarse con el sujeto que la porta, desaparece el “yo” porque este se ha configurado como una amalgama de sus otros yo de otros tiempos.

“-…Con la encarnación virtual también puedes ser el yo que fuiste en el pasado. Ese yo que ya no está, al que llegas desde esta alucinación a la que llamas yo.” (p. 23)

Sin embargo, la máquina tiene la capacidad de intervenir, de decidir la opción que considere más viable para el jugador, de llenar huecos donde la información es discontinua, lo que supone un atentado a la integridad intelectual de la persona pues no hay manera de dilucidar qué parte del pensamiento del sujeto es genuina y qué ha sido deducida por la máquina; cuáles decisiones han sido conscientes y cuáles determinadas por la IA.

-Las capas de algoritmos de la red neuronal saben llevarte por el mejor camino. Bueno, el camino que los algoritmos creen el mejor desde un punto de vista narrativo. El más verosímil, el más lógico, el más racional (p. 40)

[…]

-…La percepción maquínica de la red neuronal encuentra patrones donde no los hay. Un bosque de signos ordenados en el desorden. Las máquinas están aprendiendo a soñar. Este es su lenguaje más íntimo, el que sólo entienden otras máquinas. (p.92)

El lector pensará que está frente a otra obra de ciencia ficción. No sería raro en nuestros tiempos. Sin embargo, la novedad de La mirada de las plantas radica en el elemento “naturaleza”: de manera paradójica, los gráficos de la IA se configuran a partir de las visiones que produce una planta amazónica sagrada para los indígenas, la alita del cielo, que tiene poderosos efectos alucinógenos como parte de sus virtudes terapéuticas.

En este punto convergen la modernidad y la antigüedad; las invenciones más vanguardistas y los saberes ancestrales. El contrapunto clásico de la ciencia ficción: la sabiduría antigua engarzada en las proyecciones futuristas. No obstante, este encuentro no conduce a una ejecución exitosa pues la máquina no comprende los principios espirituales de la planta y la planta sólo coexiste en comunidad, no desde la experiencia individual de la realidad virtual. ¿Será que el autor confirma el destino hostil entre civilización y naturaleza?

De la mano de Rai, personaje principal de la obra, psicólogo poco destacado y ex discípulo del Doctor Dunn, enganchado a la pornografía, las redes sociales y una hermana extraviada, Edmundo Paz Soldán denuncia el aprovechamiento descarado que por décadas han padecido los recursos naturales y las comunidades aledañas. A la alita se le sustrae, se le replica y se controla su distribución con fines mercantilistas, sin llegar a entender su existencia como parte de un todo que se nutre mutuamente, un todo que convive en equilibrio, que se conserva y trasciende durante siglos gracias a su interdependencia. Es la filosofía indigenista, la cosmovisión andina del respeto y salvaguarda del ciclo de la naturaleza que el humano trastoca.

-No creo que las plantas tengan alma, Valeria.

-Que las hayamos visto así ha hecho que convirtamos toda forma de vegetación en materia prima para la alimentación o el combustible. Lo que acabas de decir es responsable de la deforestación de los bosques. […] Hay un alma vegetal. Un alma que busca la luz y la oscuridad al mismo tiempo. […] La plantita se mueve por una intencionalidad no consciente, que se enciende al contacto con otras sustancias, y que nos enciende el espíritu. Un alma que, a diferencia de nosotros, no tiene una relación propietaria con lo que la rodea. (p.186).

La explotación de los recursos naturales va siempre de la mano con la explotación humana. Paz Soldán detiene su mirada en los genocidios en Brasil a manos de los garimpeiros, encargados de limpiar los territorios del Amazonas para usufructo; pero también en la presidencia de un Evo Morales ya procapitalista que otorgó permisos para la explotación del gas en las mismas tierras indígenas que lo apoyaron en su búsqueda por el gobierno. No podríamos entender el auge y dominio de las multinacionales sin el cobijo del poder. A partir de “el Gigante”, una alucinación compartida entre los consumidores de ambas drogas: la alita y la realidad virtual, se evidencian los crímenes en nombre del capitalismo y del progreso occidentalizado contra la humanidad y la naturaleza.

-… la voz del Gigante llamando a su gente para latiguearnos porque no habíamos cumplido con nuestras cuotas, les debíamos, algo siempre había, otra voz, una menina, repitiendo una frase, eles lançaram todos os demo͂nios. Esas palabras las escuché una vez que el Gigante cortó las orejas de dos de nosotros, decía que cómo le íbamos a hacer eso, poníamos en riesgo su vida, él también respondía a sus jefes de la compañía Rio Vermelho (p. 79).

De esta forma se puede concluir que esta novela ambientada en los límites de Bolivia y Brasil, se desenvuelve en torno al binomio natural-artificial. Retrata, desde los traumas e historias de vida de los distintos personajes, las problemáticas en torno a ello: 1) el extractivismo económico a partir de la esclavitud, y el extractivismo epistémico como apropiación de las ideas de los pueblos indígenas para incorporarlas al conocimiento occidental (Grosfoguel, 2016) con un propósito lucrativo; 2) el surgimiento del mercado informal y la criminalidad para irrumpir en la cadena comercial acaparada por las multinacionales; 3) la adicción a los dispositivos tecnológicos para sustraerse hacia esa otra realidad que nos ofrece un mundo de posibilidades sin la fatiga de conocer mi propio ser, pues algo más ya lo ha hecho; 4) la usurpación de identidades en el ciberespacio y la falta de regulación legal y moral del espacio virtual.

La mirada de las plantas, título con el que ha bautizado el Doctor Dunn su proyecto, es una novela contemporánea que conduce a la reflexión sobre viejos enigmas –como la relación del hombre con la naturaleza y lo que esta esconde en sus entrañas-, y los conflictos actuales surgidos del acelerado crecimiento de la IA, un avance que sobrepasa la capacidad humana para asimilarlo. Por todo ello, se constituye como una lectura referente de los nuevos tiempos.

¡Quién no quisiera regresar el tiempo!; volver a sentir ese beso cálido; hacer que las fantasías coexistan con la realidad para así abrazar a los muertos, a los vivos y a los que nunca estuvieron; lograr que

“se ensanche tanto el mundo de lo posible que de pronto todo parece capaz de hacerse realidad” (p. 183)

… aunque, ¿de verdad estaríamos tan complacidos?