09/13/2010 por Marcelo Paz Soldan
Reseña a Illimani púrpura de Juan Pablo Piñeiro

Reseña a Illimani púrpura de Juan Pablo Piñeiro


Illimani púrpura: gran novela de Juan Pablo Piñeiro o “a los borrachos hay que escucharlos en todo y no hacerles caso en nada”
Por: Ricardo Bajo H.

Juan Pablo Piñeiro es probablemente el escritor más talentoso de las letras bolivianas. ¿Exagero? Probablemente. Pero busco y busco entre los veteranos y los jóvenes y no encuentro a nadie absolutamente que haya puesto el nivel tan alto con apenas dos novelas. Había quien creia que Cuando Sara Chura despierte, su opera prima, era apenas una golondrina en una primavera oscura. Pero no. Para taquicardia de los envidiosos, habituales en los enanos círculos literarios bolivianos, Piñeiro llegó para quedarse y marcar a fuego nuestra literatura. Si con “Sara Chura” se olía a leguas el talento y estilo inconfudible de un escritor, con Illimani púrpura (editorial Gente Común), se confirma todo lo bueno y más. El portento narrativo de la segunda novela de Piñeiro es incontenible y nos lleva de la mano a ratos con imágenes poderosas (deudoras del cine más trepidante), a ratos con bellas metáforas poéticas, tal vez herencia de su otrora maestro, el chaqueño Jesús Urzagasti. Piñeiro ha trabajado también en la construcción de guiones cinematográficos (“Seña Quina”, “Hospital Obrero”) y aprovecha esa virtud para volcar la acción en beneficio de una trama sumamente original. A la capacidad narrativa extremadamente ágil, se une quizás lo mejor de su estilo particular e intransferible, el humor. Un humor de borrachera estúpida, un humor a flor de piel, sin imposturas, de calle, profundamente paceño y universal, como la obra de Piñeiro. ¿Más virtudes? La construcción de personajes (con tipos inolvidables como Gery Mineli, la novia, el Illimani, Benévolo Gómez, el Jairo, el hombre pájaro tuerto, Lucas Unicósmico, la Kurmi… y La Paz. Mil veces comparado con Jaime Saenz en su anterior novela, Piñeiro rinde tributo a su hoyada querida (de la cual se tuvo que alejar hasta la amazónica Pando para escribir la novela y burlar el hechizo) con boliches repletos de borrachos, con sus calles y plazas desde la Pérez hasta Los Pinos, con sus personajes muertos vivientes de todos los días, con las cuecas de don Simeón Roncal y los singanis-chuflays de media tarde y con el nevado omnipresente, ése que habla dentro de la cabeza del protagonista. La adopción del género fantástico con esa tranvía invisible que nos acerca los altísimos secretos de la ciudad y nos hace viajar por los antiguos espíritus paceños es simplemente una excusa formalista para dar rienda suelta de nuevo al portento narrativo de Piñeiro que ha conseguido ya con apenas 30 años construir un universo propio, con personajes y cadáveres que hablan, respiran y fuman, desde lo más profundo de una identidad aymara cultural muy presente en la formación y construcción identitaria y literaria del propio autor, resumida en esas tardes de cueca, sol paceño, singani y espíritu aymara, ése que enseña a aprender a ser de la tierra y en última instancia con las novelas de Piñeiro, a aprender a querer más y mejor a nuestros escritores. Especialmente si tienen cara de cadáver hipnotizado y nos regalan a todos novelas tan magnéticas y poderosas como Illimani púrpura. Pero no me hagan caso, como se dice en la novela: “a los borrachos hay que escucharlos en todo y no hacerles caso en nada”.
Fuente: Le Monde Diplomatique-edición boliviana, número 29, septiembre 2010