06/10/2010 por Marcelo Paz Soldan
Presentación del libro "Letrina" de Carlos Gutiérrez Andrade

Presentación del libro "Letrina" de Carlos Gutiérrez Andrade


El hacedor de cuitas
Por Clider Gutierrez Aparicio

Has emprendido el viaje con la esperanza de que con tus huesos harán escapularios, has salido de tu útero amoroso para anunciar tu tam tam a los muertos por arrobas, a los muertos por costales, párvulos pichones, perros chotacabreros; pero sabes bien que Dios no va a perdonar tus pecados, esta emputado con voz, dice que andas paseándote de aquí para allá, cantando a tu amada agusanada, mil veces te ha dicho: levántate, toma tu higadito y vete a tu casa que no todos los días es todo santos…
Te crees el desperfecto del Mito de Platón, desatino del hacedor, estragado demiurgo, Sibarita, remedo de Orfeo o Pan, Fauno, profesor sin ítem, filósofo de la buena chicha y el picante de lengua, amante de las griegas-troyanas con pollera, cholitas con sabor a picante, día a día luchas por matar a ese animal sentimental que llevas dentro, mejor no lo mates, quédate con el…
Yo sé que sabes en el fondo que el desprecio es una manzana podrida con hartos gusanos que hay que saber comer, no hay que desesperar, tu poesía va a píe, tiene callos en los pies, de tanto camino recorrido por senderos abruptos, abrojados, poeta del periplo de la cachimba, después de una noche de parto, semental cimarrón, estás que estallas, ya sabes que la poesía es detestarse a si mismo, que estamos desatendidos y que hay que buscarse la vida como un payaso que hace reír a la gente con su gran tristeza, caminar de espaldas, saltar, arrodillarse, andar de puntillas, equilibrarse en un solo pie, ponerse boca abajo, servir el vino, hacerles olvidar su dolor, y que entiendan de una buena vez por todas que sólo la Muerte es divina, infinita, irremediable, que hay que morirse de asombro, y que la mayor gracia es haber nacido y tener que morir…
Decir que somos cucarachas, que nos devoramos entre sí, es lo mejor que haz dicho, por eso estás solo, a algunos ya les han dado su bofe y no les ha gustado, tu estás contento…
Hay que tomar el vacío entre las manos, en la vida, se está siempre buscando un árbol grande para descansar en su sombra, para después sentir malestar por el descanso, por eso digo que estamos hechos para el descontento, acompañados de las cosas, condenados a muerte, nada se consume hasta el fondo, hay un vacío que no se llena con nada, se vive mediante la complacencia, siempre despidiéndose de todo y de todos, cautivos en la consciencia, remendando nuestro corazón con un poco de alegría y muchas veces con rabia, dándonos golpes en el pecho por las averías que hacemos, que se deben pensar bien las cosas o sino se lamenta, creyéndonos inocentes, mendigos del polvo que el cielo atesora en silencio, vivimos consolándonos, unos rezando de corazón, otros enterrando a sus muertos, otros muriendo en silencio, otros con miedo a morir, otros muertos en vida, otros muriéndose con sus muertos, otros echándose la culpa de sus desdichas, otros con la esperanza de no sufrir mas, otros volviéndose locos, otros maldiciendo su suerte, otros queriendo matarse, otros queriendo olvidar, otros indignados, otros queriendo ser Diablo por un día…
Qué nos queda sino triscar esta desazón, sólo nacen dolores, diluido en azahares y albahacas de rigores, muriendo de a poco, a tragos cortos…
Después de ir por todas las universidades de la perdición, gobernador de tus calamidades, mamando la ubre de tu cariño muerto, avinagrado, con tus deshuesadas esperanzas, hay días en que esta ciudad infinita de hollada te abraza como una mujer desnuda presta a hacerte la guerra, homínido urbano, en la calle del buen morir, esperando el último micro, que te lleve a habitar tus buenos hábitos alcahuetes con tu amada niña-adulta-embrión…
Cuantas esperanzas difuntas…
Hay que celebrar este espectáculo, hay que challar tus versos, con las perras malditas, ratas inmundas, cerdos con alas, monos zumbadores, hienas del cementerio, perros carroñeros, buitres de mal agüero, gatos con garras, cuervos festivos…
Celebremos entonces con esta cuequita:
cuando seré ese fósil
soledad que de lejos
inunda esta herida en
mi bufona existencia.
si a la hora de morir
en percudida calavera
agonizando revivan
los cadáveres alegres.
Fuente: Ecdótica