04/15/2024 por Sergio León

Órbitas en torno a Eclipses

Por Rosalba Guzmán

(Texto leído en la presentación del nuevo poemario de Norah Zapata-Prill, abril 2024)

Apreciados amigos que me acompañan en la Testera: Vilma Tapia, Alba María Paz Soldán, Melita del Carpio, Benjamín Chávez y, nuestra entrañablemente querida Norah Zapata-Prill. Es para nosotros tu presencia en esta mesa, en esta Patria el más preciado regalo. Agradezco el honor que me haces al invitarme a comentar esta joya poética, que es, como debe ser, un libro de poesía.

Este libro en particular, se lo debemos a Letreo Ediciones, y claro, al editor Benjamín  Chávez, otro célebre poeta boliviano. Es la tapa, son los colores, el tipo de papel, el formato, el diseño y las extraordinarias ilustraciones de Fernando Ugalde, los que logran el sortilegio de afilar los sentidos y preparar el paladar del alma.

Eclipses, desde su nombre, bordea la indecible oscuridad de la muerte, como Jaime Sáenz, como Blanca Wiethüchter, como Edmundo Camargo, como Fernando Pessoa. Entonces, me pregunto ¿qué tienen estos poetas en común? y lo que tuvieron, como Norah ahora, es la experiencia de bordear y bordar el vacío.

Sólo los grandes poetas logran decir lo indecible, sólo aquellos a quienes les está otorgado por los dioses la elocuencia del saber sobre el dolor, la soledad ignota y el desconsuelo, la evidencia de haber nacido solos y acercarse al abismo también solos.

El cuerpo es un amasijo de golpes del destino, una maraña de discontinuidades, Lacan dice que nace un organismo vivo, y que sólo se hace cuerpo cuando es tocado por el significante, cuando la cuna simbólica que lo recibe lo hace existir. Pero hay algo imposible de nombrar, algo inatrapable que es lo real, no referido a la realidad, sino al vacío, el agujero en la cadena de significaciones.

Con el cuerpo se ama y se odia, con el cuerpo se complace y se goza. El goce no es un sinónimo de placer y bienestar, el goce, dice Freud es lo que está más allá del principio de placer. Miller en su seminario “Todo el mundo es loco” dirá que el goce “es el índice de un disfuncionamiento absoluto, una relación trastornada del ser hablante con su propio cuerpo”; Desde allí, desde lo imposible de nombrar desde este vértice-bisagra entre la vida y la muerte, es que Norah inventa en su propia lengua poética un decir sobre la muerte.

Cada verso, cada poema guarda en su estructura un lugar en el espacio, y los espacios vacíos hablan. Los silencios hablan. Su poética es palabra viva que dice más allá de la metáfora, palabra viva que metaforiza lo real, que habita el intersticio en el que el inconsciente y la poesía logran rozarse en los pliegues de la esa piel compartida en ese umbral. Y así su poesía logra un decir de lo que no puede ser dicho.

Su voz poética no se registra en la sintaxis prosaica de los dichos, va siempre más allá y así se constituye en una esfera de significaciones agalmáticas que procuran resonancias en el cuerpo del lector, uno por uno en el contubernio que provoca en la subjetividad de cada quién.

La poesía genera poesía desde sus resonancias. Para ello hay que vaciarse, escuchar desde el propio silencio. Un ejemplo mísero de lo que en mí ha provocado esta lectura, las imágenes que han resonado en mi subjetividad, son las que a continuación se las ofrezco, sobre base no de la música, no de voz, sino del silencio interior. Les pido entonces que sólo observen lean y sientan.(1)

Solo me queda agradecerte querida Norah por esta obra de arte que hoy tengo la felicidad de presentar junto a este grupo emocionado de colegas.

Fuente: elduendeoruro.com/