07/01/2011 por Marcelo Paz Soldan
Norte: narrativa de frontera

Norte: narrativa de frontera


Norte: narrativa de frontera
Por: Roberto Laserna

Edmundo Paz Soldán acaba de publicar Norte, abriendo con ese libro su relación con la prestigiosa casa editorial Mondadori (y renovándola con la no menos exigente Nuevo Milenio).
Como es frecuente, los lectores pueden encontrar que el título no es un indicador suficientemente claro del contenido. En efecto, la novela ha sido presentada como un entramado de historias de migrantes que se pierden buscando un nuevo futuro en el norte, cuando en los hechos tenemos tres historias que apenas se tocan entre sí y que, más que tratar de la búsqueda del norte, ocurren en la frontera.
De las tres historias la que arma la novela es la de un asesino múltiple que durante años usa el tren para desplazarse en busca de negocios fáciles y, al hacerlo, asesina al azar y con terrible crueldad. Está basada en una historia real pero Paz Soldán se libera de ella al cambiar algunos nombres de personas y lugares. La historia es cruda y está narrada con la frialdad de Roberto Bolaños en su agobiante 2666. Es inevitable recordar esa novela por la narrativa brutal, directa y de cirujano, que se emplea en la descripción de los crímenes. A diferencia de Bolaños, sin embargo, esta parte de la novela desarrolla más la perspectiva del asesino que la de las víctimas o de los policías, acercándose a la narrativa de Cormac McCarthy, que es probablemente el novelista que más ha descubierto su creatividad literaria en la frontera.
La segunda historia parece aliviar en algo la anterior presentando un extraño triángulo amoroso que tiene en un vértice a Michelle, una estudiante que quiere producir novelas gráficas, y en los otros a un profesor cuyo efímero genio se agotó, y a un estudiante que espera los retornos de Michelle a la cordura del estudio.
La tercera historia, posiblemente la más breve de las tres, narra la biografía del pintor esquizofrénico Martín Ramírez, un verdadero genio de la plástica que adquirió esa capacidad expresiva en los manicomios luego de haber trabajado como laborero temporal en California. La historia de Ramírez es fascinante y es en ella que Paz Soldán alcanza, a mi parecer, su mayor fuerza narrativa. Se trata, en verdad, de una pequeña joya, ya que en las restricciones de una apurada biografía despliega una narrativa convincente a pesar de ubicarse en el punto de vista del pintor loco.
Dos de las tres historias están basadas en hechos reales y en personajes más o menos conocidos, sobre los que se ocuparon la prensa y otros autores. Este hecho configura un desafío muy grande para un narrador, pues debe trabajar dentro de las limitaciones de historias sabidas y tratando de dar vida a personajes que no conoció pero que tampoco puede inventar. Muchos escritores han naufragado en ese tipo de esfuerzos. Paz Soldán no. Al contrario, él logra dar energía vital a los personajes y hace que sus historias sean verosímiles, demostrando con ello profesionalismo de escritor.
La historia de Michelle y sus amores imperfectos, para recordar un libro de cuentos del mismo autor, no pasa de ser para mi gusto un relleno prescindible aunque, quién sabe, sin ella serían insoportables la crueldad y la tragedia de las otras.
En cuanto al contenido, tengo la impresión de que Norte contribuye a la comprensión de la frontera no como una línea que separa dos entidades políticas o sociales, sino más bien como una bruma en la que se encuentran y fusionan las periferias. Dos de las historias ocurren en la frontera física entre México y Estados Unidos y la otra en la frontera mental entre la memoria y la locura. En esa bruma se disuelven las vigilancias y los mecanismos de control, lo que facilita las transgresiones. Algunos no pueden resistir ese descubrimiento y se precipitan en los excesos, como el asesino del ferrocarril. Otros, al no poder volver, pierden la razón al tratar obsesivamente de salvaguardar la memoria, como podría ser el caso de Martín Ramírez. Y otros, finalmente, intentarán salvarse en el amor, el sexo y la creación artística, como parece intentarlo Michelle. Pero se trata de casos extremos entre los cuales, seguramente, se encuentra la mayoría de quienes viven en esa bruma que es la frontera.
Lo anterior resume lo que dije en la presentación de Norte en Cochabamba. Al salir del auditorio se me acercó una persona y me preguntó de frente: Y al final, ¿le gustó o no?
Como supuse que quería reservarse mi nombre como posible culpable, lo que hice fue mostrarle mi copia que acababa de comprar. Esto es literatura, pensé decirle, mucho más que cuestión de gustos. Y la dejé buscando el autógrafo que agregaría valor a su ejemplar.
Fuente: Ecdótica