12/08/2008 por Marcelo Paz Soldan
Nestor Taboada Terán: Premio Nacional de Cultura 2008

Nestor Taboada Terán: Premio Nacional de Cultura 2008

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Taboada Terán, un hombre con luz propia
Por: Los Tiempos/EL DEBER

(El escritor paceño obtuvo el Premio Nacional de Cultura 2008, entregado por el Viceministrio de Culturas, por haber difundido la cultura boliviana y por haberse destacado en el periodismo y en la literatura. Le presentamos un perfil de una vida dedicada a las letras)
De los muchos oficios que ejerció Néstor Taboada Terán en su larga e intensa vida, los de escritor y periodista quizás sean los más públicos y conocidos. Sin embargo, el autor de Manchay Puytu fue también un experto linotipista hace más de 50 años, destreza de la que hoy habla con mucho cariño y nostalgia.
Este inquieto hombre de letras, en sus 77 años de vida, escribió cerca de 50 libros (entre ensayos, cuentos y novelas), fundó muchas revistas literarias e históricas, viajó por el mundo difundiendo la cultura boliviana y recibió docenas de premios por su aporte. Recientemente el Viceministerio de Desarrollo de Culturas, mediante la votación de los Consejos Departamentales de Culturas de los nueve departamentos del país. le entregó el Premio Nacional de Cultura 2008.
Prehistoria de un escritor
Cuando salió de primaria no estaba en los planes de Néstor Taboada dedicarse a la escritura, ni al periodismo, ni mucho menos a la linotipia, él quería ser un gran pintor, un artista plástico. Convencido de ello ingresó a los 14 años a la Academia de Bellas Artes de La Paz. “En esa época enseñaban en esa institución connotados artistas de la talla de Cecilio Guzmán de Rojas”, indicó.
Ahí conoció al hijo de Franz Tamayo, escritor, poeta y político boliviano, Armodio Tamayo. “Con él, en las tardes (solamente pasábamos clases de arte en la mañana), nos dedicábamos a hacer prácticas en pintura en su gran caserón de la calle Loayza”.
Pero ocurrió que uno de esos días, cuando salió de la casa de Tamayo le sorprendió ver en una esquina, en un puesto de periódicos, un nuevo diario denominado La Estampa con el siguiente titular: ‘Bolivia se va a pique’, y a Taboada le pareció espantoso.
Con una mezcla de valentía e ingenuidad, Taboada fue inmediatamente a ese periódico a reclamar por qué decían que Bolivia se iba a pique. “Les dije: yo me ofrezco para salvarla”.
“Estaba yo cumpliendo 14 años, y entonces me recibieron en el periódico, me tomaron fotos y salió un reportaje muy bonito, en el que resaltaban mi iniciativa como algo muy curioso y divertido, me bautizaron como ‘pichón de tigre’.
El tránsito: técnico a escritor
Cuando empezó a frecuentar el diario La Estampa, Taboada abría las oficinas a las nueve de la mañana y las cerraba a las siete de la noche. “En principio mi madre sólo me observaba, pero después empezó a cuestionar mi colaboración de carácter gratuito.
“Eso duró poco tiempo, pero yo me daba cuenta que varios periódicos de la época tenían tendencia nazista, estaban allí La Estampa, La Calle y otros, en la época del 40. La simpatía por Hitler y el Nacional socialismo era grande”.
Taboada recuerda que en los cines, cuando aparecía Hitler en la pantalla, toda la audiencia aplaudía fervorosamente. Sin embargo, cuando se proyectaban las imágenes de Churchill, Stalin o Roosevelt, la silbatina era general.
“Eran tiempos en que el Gobierno echó al embajador alemán y el Ejército llevó sus bandas musicales a la Estación Central y tocaron marchas militares y el público los saludaba con el brazo en alto. Hubo un despliegue de svásticas muy grande”, explicó Taboada, refiriéndose al pro nazismo que vivió Bolivia.
Se clausuró La Estampa y Taboada fue a parar a otro periódico, pues ya tenía sus contactos con el diario La República.
“Allí se afinaron mis contactos con los periodistas. José Manuel Pando retornó de su confinamiento de Coatí, y decidió publicar otro semanario, pero esta vez no de tendencia pro nazi, sino independiente y ligeramente izquierdista”, contó el literato.
Luego de ejercer el oficio de linotipista hasta los 30 años, Taboada Terán publicó su primera novela El precio del estaño.
En esos años también publicó el primer número del boletín de la Central Obrera Boliviana (1960) llamado Rebelión. “Pese a que salió sólo el primer número, provocó un desajuste en el comité ejecutivo porque habían muchos falangistas y políticos de toda naturaleza que querían apropiarse del periódico.
Más allá de la nostalgia, ahora Taboada está convencido de que la computadora es la maravilla más grande del mundo. “Parece que bastara sentarse y dictarle a la computadora para que teclee y termine el libro”, finalizó.
Perfil
Dedicado a la literatura
Néstor Taboada Terán, narrador, ensayista, historiador, periodista y profesor universitario, nació en La Paz el 8 de septiembre de 1929. Estudió Artes Gráficas en Brasil y Periodismo en Ecuador.
Impulsó el periodismo cultural, fundando y dirigiendo las revistas universitarias de Oruro y Cochabamba Cultura Boliviana (reimpresa en Estados Unidos por Johnson Reprint Corporation de Nueva York) y Letras Bolivianas. En 1965 se casó con Palmira Novillo Herbas y tuvo tres hijos: Lourdes Ekaterina, Vilma Varinia y Néstor Camilo.
En 1960 publicó su primera novela El precio del estaño, galardonada con Mención de Honor del Premio Nacional de Literatura conferida por el Ministerio de Educación y Bellas Artes. Diez años después, en 1972, varias de sus obras fueron quemadas en la plaza 14 de Septiembre de Cochabamba.
Taboada fue Director Ejecutivo del Instituto Boliviano de Cultura, hoy Viceministerio de Culturas. Su novela Angelina Yupanki, marquesa de la Conquista (1992) se editó en Barcelona, y fue calificada en Europa como la mejor novela del quinto centenario de la Conquista de América. En 1979 obtuvo el Premio Municipal Tamayo con el libro de cuentos Las naranjas maquilladas y en 1988 el Premio Nacional de Novela Erich Guttentag con No disparen contra el Papa.
Las novelas Ollantay, la guerra de los dioses, Angelina Yupanki, marquesa de la Conquista y Manchay Puytu, el amor que quiso ocultar Dios, han sido publicadas en la antología La edad del paisaje.
Fuente: El Deber