Por Jorge Saravia Chuquimia
Siempre me han interesado lo que podrían llamarse “textos nacionales raros”, entendidos como aquellos ejemplares antiguos nunca antes vistos, encuadernados con materiales inusuales, de temas enigmáticos, primeras ediciones agotadas, de historias sorprendentes, firmados por autor consagrado y otros distintos. Esta extraña atracción hace que acumule en mi colección unos cuantos y cada uno de este catálogo sería una excepción. Por eso, me parece asombroso exhibir y comentar el Reglamento general de cacho, aprobado por el sindicato general de cacheros (1969), de Carlos De la Quintana G. y situarlo en diálogo con el reglamento del Campeonato del Mundo (1976) de Jaime Saenz, diálogo que suscita una literatura particular, pues son dos caminos o recursos que exploran el juego desde el lenguaje.
El propósito de este artículo es plantear que la figura de la literatura en el juego lúdico posibilita una gramática particular. Y para este propósito consideraré el modo en que aplica esta figura en correspondencia con la significancia de una forma de narración fantástica. Dicho modo será puesto en relación con el concepto del “lenguaje creador” formulado por Johan Huizinga en el ensayo El concepto de juego y sus expresiones en el lenguaje del libro Homo ludens (2007), pues “el juego es una acción u ocupación libre, que se desarrolla dentro de unos límites temporales y espaciales determinados, según reglas absolutamente obligatorias, aunque libremente aceptadas, acción que tiene su fin en sí misma y va acompañada de un sentimiento de tensión y alegría y de la conciencia de ‘ser de otro modo’ que en la vida corriente”. También, los distinguiré desde el extrañamiento (Víctor Shklovski) por el alto grado de literariedad emergente.
En principio, el cacho es un juego de mesa que se practica constantemente en Bolivia. Este esparcimiento consiste en anotar las jugadas obtenidas de lanzar cinco dados desde un cubilete. Los lanzamientos se los despliega en la “cancha” y el resultado es transcrito en una retícula en forma de “tres en raya”. Actualmente el cacho alalay significa voltear obligatoriamente uno de los dados y el otro volteo opcional. El entretenimiento tiene influencia en el poker y debe jugarse en parejas y tripletas. Generalmente se organizan al calor de reuniones sociales de amistades.
El Reglamento general de cacho, aprobado por el sindicato general de cacheros se publicó en 1969. Esta primera edición no lleva el nombre del autor en la portada, sin embargo, la dedicatoria de la segunda página autografiada por Carlos de la Quintana G. denuncia que es el autor. El ejemplar de 10,50 X 15,50 cm es una bonita tirada de tapas duras de color plomo y contiene 44 páginas. Tampoco acusa el nombre de la editorial, pero sí el lugar donde se imprime, La Paz. Este conjunto de reglas posee nueve capítulos y una sección denominada “Consideraciones generales”. Igualmente, existen bastantes anuncios publicitarios de restaurantes, bares, confiterías y bazares de la época.
El Campeonato del Mundo es un folleto redactado por Jaime Saenz en 1976. Conforma el segmento El estar, del libro Memoria solicitada. Tercera edición publicada en 2004 por la autora Blanca Wiethüchter. En la carátula, aparte del jactancioso título, sobresale la consigna del año: El contrabandista (un tema musical de Adrián Patiño), luego en cinco páginas está transcrito el estatuto producto de los Talleres Krupp, en versión facsimilar. El reglamento está dividido en siete secciones: “retadores”, “reglamentos”, “local”, “transmisión de las series mundiales”, “guía general para los retadores”, “ojo-ojo-ojo-ojo” y “moraleja”.
El escrito mantiene la tipografía de la máquina de escribir de antaño.
La cara de la propuesta marca el rol de la literatura en el juego lúdico del cacho. Resalto que las dos ediciones exponen una narrativa imaginativa (títulos) sobre esta práctica, con una forma de redacción que supera la lengua coloquial. De ambos textos surge una gramática específica, ya que el nivel lingüístico presentado es ajeno a la lengua que conocemos. Como ejemplo, los términos “dormida”; “tuti simple” y “tuti fruti” en Saenz. El valor de los dados: “el número uno, o as”; “el tres, tren” y “el cinco, quina” en De la Quintana. Todo esto es de conocimiento general y regula la idea de sentido de la forma seria de participación. Quienes deseen jugar deben aceptar las reglas y la nueva forma de convivencia fingida.
De los contenidos, compararé las formas textuales ingeniosas de las normas. Primero, en el texto de De la Quintana a los jugadores se les denomina “amigos” y éstos deben “contar con suficientes billetes para pagar la cuenta en caso de perder, (…) o en su defecto (no) pasar momentos desagradables frente al ‘garzón’”. Es obvio que la expresión “pagar la cuenta” tiene estrecha dependencia al consumo de alcohol durante el solaz en bares o restaurantes.
En el caso de Saenz, a los participantes los denomina “retadores” y una condición esencial es que “los grandes jugadores juegan a la que te criaste”. Los retadores saben perfectamente que “las series mundiales se realizarán en la sede mundial de los Talleres Krupp”.
Huizinga explica que “es imposible separar la competición, como función cultural, de la triple unión entre juego, fiesta y acción sacra”. De hecho, los dos estatutos expresan el alcance lúdico por juego y fiesta. De competición por la acción sacra que adquiere el jugar cacho por algo. Alegría/tensión. De igual manera, puedo distinguirlos por el recurso del extrañamiento, en razón a que los adjuntos dislocan la percepción de un juego lúdico común por el modelo a-normal de representar el cacho. Me explico: Saenz refiere que en el campeonato mundial participan los retadores como una forma de “estar”: Brudulbudura, Harún ar-Raschid, La Hechizada, El Ticona, Jhony (El Ángel del Mal) y Wiethüchter confiesa que del grupo de “actores” el campeón durante muchos años fue El Sultán de Marruecos. Los retadores trascienden en la competición usando máscaras para rivalizar.
En el texto de De la Quintana, el perdedor debe “tener ganas de tomar variados vasos de cerveza, cocktails u otras bebidas con las que debe rendir culto a la satisfacción”, en consecuencia, el derrotado tiene doble castigo: pierde y bebe. Uno y otro texto son una propuesta diferente de jugar con el lenguaje en cada reglamento. Es un mecanismo textual creativo para ordenar el juego seriamente y “debido a la tensa situación mundial no fue posible preparar un programa en forma de libro…”.
Fuente: Letra Siete