Por José Saravia Chuquimia
Cierto incierto tipo de lectores consiguen obras de la literatura de la guerra del Chaco por la materia que trata y su sentido. Pero, esta referencia superficial y simplificadora me sirve como pretexto para suponer que, ven en esta narrativa, una fuente de estudio documental. Por ello, la importancia de esta presunción determina que este artículo refleje un contacto con las novelas Chaco (del cuaderno de un sargento) (1936), de Luis Toro Ramallo (1899-1950); Laguna H.3 (1938), de Adolfo Costa du Rels (1891-1980) y el cuento “El pozo” de Sangre de mestizos (1936), de Augusto Céspedes (1904-1997) para dialogar sobre oposiciones desde la lectura de “Sobre algunas funciones de la literatura”, de Umberto Ecco (1932-2024). De esto propongo que la dimensión guerra determina una manera de relatar y como reflejo germina la “intención del texto”, donde destaco la oposición: la muerte y el muerto.
Es indudable que la reputación de la narrativa de la guerra del Chaco radica en brindar un testimonio ferviente del medio geográfico y humano para interpretar esa realidad agresiva. Todo esto se enmarca en una estructura narrativa que parte de un conocimiento real previo y de una desarrollada imaginación. Estas premisas me llevan a entender que los autores de las obras citadas no necesitaron haber estado ni participado en la guerra para establecer una fuente precisa y contar lo vivido (salvo el “Chueco” Céspedes, que fue como corresponsal para El Universal), excepto una presencia textual desde el sentido común y la creatividad. Ambas condiciones son suficientes para alcanzar la calidad literaria que poseen y para desprender el sentido de crueldad que provoca la guerra.
Bajo estas irradiaciones provocadas, Eco afirma que “Las obras literarias nos invitan a la libertad de la interpretación, porque nos proponen un discurso con muchos niveles de lectura y nos ponen ante las ambigüedades del lenguaje de la vida”. Siguiendo esta línea, una disparidad enérgica hallada en los tres relatos es el de la muerte y el muerto. Oposición que crea conflicto en el desarrollo del tema y de los personajes, pues hay un entrecruzamiento de significados. Esto representa que estas narraciones están motivadas por la trascendencia del fenómeno de la muerte antes que por el personaje muerto. Pero también, estos relatos del conflicto bélico chaqueño desprenden los temas referentes a la escasez del agua y la sed, de la agobiante naturaleza y la desmesura, entre otros, más, veo que preponderan la reacción del hombre ante el horror de la muerte.
Los hilos que traman la muerte y el muerto, como contraposición, se ven en un fragmento del capítulo VIII, de Chaco (cita que hago de la edición de 2013) donde se puede sentir que “En medio del intenso tiroteo, he visto caer al capitán Arrién del regimiento ‘Sucre’.
Su asistente al ir a socorrerle, ha caído encima del capitán, dos estafetas, alcanzados por las balas, se han amontonado a su vez, encima de los cadáveres y, por último, dos camilleros, tronchados por una ráfaga de ametralladora, han hecho crecer el túmulo de carne palpitante, del capitán Arrién” (p. 121). El narrador-persoanje prosigue exclamando que “El acre olor de los muertos, que se deshacen más allá”. Acá se ve al hombre cerca de la profundidad compleja de la muerte. Un hombre que está mirando morir a seis personajes y esa experiencia condiciona su comportamiento, pues siente el olor del muerto (vida) que se desvanece “más allá” (muerte).
En Laguna H.3, el capitán Bórlagui está al mando de un pequeño destacamento que guiados por una falsa brújula van hacia la laguna H.3, van en directo a la muerte. Poco a poco sucumben los soldados del pelotón. Uno de ellos en Malduz, que al momento de enterrarle con plantas verdes emergen mariposas volando. Eso posibilita que “Aislado en el corazón de esas tierras salvajes que podían hermanar la vida con la muerte, Contreras se sintió transportado hasta los bordes de un mundo irreal cuyas mensajeras eran tal vez aquellas mariposas” (p. 176). En esta escena la línea de dirección narrativa radica en presentar a la muerte como una forma alternativa.
En “El pozo”, el remate de este perfecto cuento es tan potente que muestra la oposición de la muerte y el muerto, “Arrastrados los trece cadáveres hasta el borde fueron pausadamente empujados al hueco, donde vencidos por la gravedad daban un lento volteo y desparecían, engullidos por la sombra”. En este pedazo hay la impresión de que existe una disrupción entre uno y otro significado. Todo se reduce a apreciar las reacciones de los personajes que tratan a los muertos como cosas y convierte el tema cruel de la muerte como la esencia de un pozo sin fondo.
Más allá de estos distintivos, los tres textos que rastreo sobre la literatura de la guerra del Chaco apelan al tratamiento bélico como intención de narración ficcional, en tanto se centran en el relato de la muerte antes que la del muerto y muestran la complejidad del hombre y su expiración. Este impulso narrativo de los autores proviene de centralizar sus ficciones en el tema, más allá de la descripción de los actores. Llegando al final de mi comentario subrayo que la re-lectura de los tres discursos literarios no tienen nada de documental, en oposición, permiten reflexionar nuevas experiencias de sentido sobre la guerra del Chaco.
Fuente: La Ramona