Por Marcelo Paz Soldán
En el amplio espectro de la literatura, Paradojas cuénticas de Marco Peredo destaca por su audaz integración de dos esferas del pensamiento humano aparentemente dispares: la ciencia y la música. A través de esta fusión, Peredo no sólo entretiene e informa, sino que también invita a los lectores a una experiencia multisensorial, promoviendo una reflexión profunda sobre la naturaleza del conocimiento y la realidad.
El libro se sitúa en la intersección de la música y la ciencia, disciplinas que, a lo largo de la historia, han demostrado tener más en común de lo que superficialmente podría percibirse. Cada capítulo está dedicado a una figura histórica de la ciencia, desde Pitágoras hasta Stephen Hawking, y se acompaña de una pieza musical cuidadosamente seleccionada que refleja o complementa las teorías científicas discutidas.
La elección de Peredo de utilizar composiciones específicas para acompañar los relatos de descubrimientos científicos no es meramente estética, sino profundamente simbólica. Por ejemplo, la utilización del “Aleluya” de Händel para acompañar la narrativa sobre Eratóstenes no sólo evoca una sensación de triunfo, también simboliza la revelación y la sublimidad del descubrimiento científico.
Analizando más detalladamente, el ensayo explora de qué manera obras como “Marte” de Holst y “Carmina Burana” de Orff, complementan los temas científicos por su contenido lírico o programático, mientras que, a través de su estructura y los motivos utilizados, reflejan principios como la gravedad y el ciclo eterno, respectivamente.
Además de la discusión teórica, se podría decir que el autor evalúa cómo la integración de la música en la lectura afecta la recepción y el procesamiento de la información por parte del lector. La música no sirve únicamente como fondo emocional, también puede alterar la percepción y aumentar la retención de los conceptos científicos presentados.
Paradojas cuénticas es más que un libro; es un estudio en la armonización del arte y la ciencia. Marco Peredo nos desafía a considerar no sólo qué sabemos, sino cómo lo experimentamos a través de nuestros sentidos. Al hacer de la música un componente integral de la exploración científica, Peredo no sólo enriquece la narrativa, sino que propone una nueva forma de entender y apreciar la complejidad del conocimiento humano.
Fuente: Editorial Nuevo Milenio
