10/15/2019 por Marcelo Paz Soldan
Juana Azurduy. La furia de la Pachamama

Juana Azurduy. La furia de la Pachamama


Juana Azurduy. La furia de la Pachamama
Por: Isabel Mesa Gisbsert

Son pocas las novelas con argumento histórico a las que los jóvenes tienen acceso. Una de ellas es Juana Azurduy. La furia de la Pachamama, escrita por la autora cochabambina Sisinia Anze Terán. Se trata de la biografía de la guerrillera que se desarrolla en 18 capítulos que atrapan desde el principio. La obra, que se lee con mucha fluidez y está muy bien escrita, se inicia con la infancia de Juana mostrando a su corta edad la rebeldía de su personalidad.
Narrado en primera persona, el argumento es dado a conocer por la misma Juana en un diálogo con su sobrino Indalecio, quien la acompaña en su casa de Sucre durante una dura vejez. La autora destaca el diálogo con el joven Indalecio –a mediados del año 1862– utilizando una letra distinta a la que tienen los capítulos en los que se revive la vida de la heroína –principios del siglo XIX–. De esa manera el lector va y viene en el tiempo.
Juana y su hermana Rosalía son hijas de Don Matías Azurduy, patrón de una hermosa hacienda en Toroca, Sucre. Las niñas quedan huérfanas y la hacienda en manos de los tíos de Juana, quienes las maltratan con el único objetivo de quedarse con la propiedad. Sin embargo, Juana defiende sus intereses desde muy pequeña, actitud que la condena a un encierro en el convento de Santa Teresa. La madre superiora se da cuenta de que la niña no tiene vocación religiosa y la deja regresar a casa para recobrar lo que por derecho le corresponde.
En estos primeros capítulos, Anze se detiene para superponer la imagen de Juana de Arco con la de Juana Azurduy; es más, la niña admira a la leyenda francesa a quien conoce a través de la literatura. Sin embargo, este alto en la historia, que cuenta con demasiado detalle partes de la vida de Juana de Arco, le quita fuerza a la narrativa de la novela de Anze, porque obliga al lector a desviar su atención hacia un personaje histórico europeo que, si bien pudo influir en la vida de la heroína, bifurca el hilo conductor del argumento.
Juana pasa su juventud muy cerca de Manuel Padilla, hijo de otro hacendado de la región. Se enamoran, se casan y tienen cuatro hijos, casi al mismo tiempo que se gesta la revolución en contra de la corona. Manuel forma parte de los insurrectos y Juana decide acompañarlo. La autora hace mucho énfasis en el momento en que Juana toma una decisión importante: la renuncia a la crianza de sus hijos y la preparación física y mental para afrontar la guerra. Anze manifiesta la valentía y el coraje de esta mujer que luego volverá a destacar a la hora de describir el comportamiento de la heroína en las batallas.
Juana y Manuel se unen al ejército auxiliar de Belgrano, pero luego emprenden batallas de manera independiente seguidos de los indígenas, mestizos y criollos de su región. El primer encuentro que tiene Juana con la guerra está muy bien narrado; aquella guerra de la que le había hablado Manuel, que no se parecía en nada a lo que era estar allí dentro y sentirla en carne propia. El miedo a morir y el miedo a matar por primera vez, llenan de dudas el pensamiento de la heroína.
“Juana se quedó mirando los ojos llenos de odio y furia del hombre. Ya no era un muñeco de trapo y paja su objetivo, sino un hombre de carne y hueso. ¿Acaso podría arremeter contra aquel individuo? Sabía muy bien que si no lo hacía en ese instante, sería él quien acabaría con ella… Juana tensó todos sus músculos y los últimos vestigios de estupor se desvanecieron ante la realidad de la batalla: matar o morir” (Anze, 2017, pp. 153-154).
Muy acertado por parte de la autora elogiar el papel de Juan Huallparrimachi en la guerrilla de los Padilla; poeta y guerrero valiente que lucha lado a lado con la heroína y que muere a los 21 años de edad. Es un personaje que interactúa con la pareja en un muy buen papel secundario que encaja perfectamente con su corta historia; por cierto, poco conocido por nuestros jóvenes de hoy.
Por otro lado, la muerte de los cuatro hijos de Juana Azurduy, se narra con mucho detalle en dos capítulos seguidos. Es verdad que son hechos importantes que justifican el cambio de carácter de la guerrillera que reinicia su presencia en los campos de batalla con mayor fortaleza y furia que en las primeras contiendas. La pérdida de sus cuatro hijos de tan corta edad le imprime al personaje un nuevo objetivo, “en su mente solo había un pensamiento: vengar la muerte de sus hijos” (Ibid, pp. 209). Aunque es obvio que la autora quiere reflejar la impotencia y el coraje en su protagonista, al relato de los hijos que no pudieron soportar los avatares de la guerra le pasa lo mismo que al de Juana de Arco, sacan al lector de un argumento interesante y apasionante quitándole el verdadero valor a la novela: indagar más a fondo la biografía de la guerrillera.
Sin duda es una obra que los jóvenes no pueden dejar de leer porque es una novela histórica que forma parte de la creación de Bolivia y que enaltece la figura de una mujer que fue un verdadero ejemplo para la sociedad; aunque, desgraciadamente, fue rápidamente olvidada por sus compatriotas.
Fuente: Ecdótica