10/30/2014 por Marcelo Paz Soldan
Josep M. Barnadas y la literatura boliviana

Josep M. Barnadas y la literatura boliviana

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Josep M. Barnadas y la literatura boliviana
Por: Leonardo García Pabón

(Este texto fue escrito en 2013. Leonardo García Pabón destaca la contribución esencial de Josep Barnadas al estudio de la literatura boliviana colonial)
Dentro de las disciplinas académicas, el lugar de la historia es, a veces, ambiguo. En Bolivia como en México, se la ubica en las facultades de humanidades; en algunas universidades de los Estados Unidos o de España, su lugar se lo encuentra entre las ciencias sociales. Esta ambigüedad en realidad es una cercanía entre las dos disciplinas que bastante tiene que ver con una específica práctica de la escritura: la narración de historias. Esta proximidad de escritura de la historia y escritura ficcional se remonta a la tradición greco-romana, pero ejemplos relevantes se los puede encontrar en nuestra historia colonial: tanto los textos del Inca Garcilaso como los de Bartolomé Arzáns mezclan en distintos grados narraciones que llamaríamos hoy estrictamente históricas y otras que cabrían en la categoría de ficción literaria. Ciertamente no pretendo aquí hacer una discusión de las diferencias entre escribir historia o escribir literatura, o sus relaciones con la “realidad” o las variaciones del concepto de historiografía a través del tiempo. Menciono esto porque en el interés intelectual y en la obra de Josep M. Barnadas (1941), hay un eco de esta cercanía entre estudios de la historia y de la literatura.
Barnadas es, como todos sabemos, un historiador con una extensa obra historiográfica. Pero dentro de su trabajo intelectual hay un espacio privilegiado para la literatura. Y ese interés por la literatura se lo puede ver desde su propio desarrollo profesional. En efecto, leyendo su autobiografía, Una vida entrevista (2005), encontramos algunos datos reveladores, como que su formación universitaria estuvo muy ligada a la tradicional filología humanística. Su primer título universitario fue una Licenciatura en Humanidades Clásicas obtenida en 1962, a sus 22 años de edad, en el juniorado jesuita en Quito. Autor Griego, Literatura Moderna, Historia del Arte, son ejemplos de los cursos de ese trabajo universitario, así como un fuerte entrenamiento en el análisis de textos literarios clásicos griegos y romanos. Ahora bien, la tesina que escribió Barnadas para obtener este título fue un trabajo histórico, como no podía ser de otra manera.
La literatura en la vida de Barnadas tuvo también mucho que ver con la enseñanza. Entre 1975 y 76, cuando radicaba en Cochabamba, por necesidades económicas, se dedicó a preparar unos folletos sobre literatura boliviana en colaboración con Juan José Coy para ser publicados por Werner Guttentag. Estos folletos, que debían ser cuarenta y dos, eran textos de apoyo a la enseñanza de los clásicos de la literatura boliviana en colegios. La perspectiva era una aproximación histórico-literaria, como lo indica el título del plan general de la obra: “Realidad sociohistórica y expresión literaria en Bolivia”. Igualmente, en 1978, habiendo regresado a Cataluña, trabajó de profesor de colegio enseñando lengua española y literatura en cursos de primaria hasta en cursos preuniversitarios. Estos hechos biográficos muestran que el estudio de la literatura ha estado muy presente en la vida de Barnadas. Entonces no es de extrañar que en algunos momentos de su vida intelectual se haya interesado por el estudio de la literatura boliviana.
El aspecto que más ha ocupado la atención de Barnadas cuando se ha ocupado de estudios literarios ha sido la historia de la literatura boliviana colonial. Esto era de esperar en un historiador que incursiona en el estudio de la literatura. Barnadas ha insistido, una y otra vez, en la necesidad de una historia literaria la cual debería comenzar por un inventario de los textos coloniales que podrían incluirse en la literatura boliviana. Sus ideas han sido claramente expuestas en su Invitación al estudio de las letras de Charcas. En este texto de 1990, Barnadas hace un exhaustivo diagnóstico del campo de la literatura colonial de Charcas. Partiendo de una discusión de la problemática definición de las literaturas coloniales como parte de las literaturas nacionales –de naciones que no existían durante la época colonial–, define con claridad los criterios a usar, y nos entrega una exhaustiva bibliografía de los textos coloniales que él considera literatura que se puede llamar boliviana. El libro concluye con unos breves estudios de textos de la literatura charqueña en los que Barnadas resalta su valor y su belleza.
Por su dimensión abarcadora, general y metodológica, este texto de Barnadas es una contribución esencial al estudio de la literatura boliviana colonial, pues consigue delimitar con exactitud los parámetros que nos deben guiar en la selección de textos coloniales que pueden ser incluidos en la literatura boliviana. Asignar textos coloniales a literatura nacionales no es una tarea sencilla. Por ejemplo, el hecho de haber nacido en un país determinado –un criterio generalmente suficiente para asignar un autor a una literatura nacional–, no es pertinente para la colonia pues todavía no existían las naciones modernas. Es pues necesario definir criterios que permitan esta inclusión, digamos, a posteriori. Cabe aclarar que incluso hoy, para que un autor o su obra pertenezcan a una determinada literatura nacional no es siempre condición necesaria o suficiente la nacionalidad. Para poner un ejemplo latinoamericano: Octavio Pazno tiene problemas en incluir a Under the Volcano de Malcom Lowry, novela cuya trama se desarrolla en México, pero que es obra de un inglés y está escrita en inglés, entre las novelas importantes de la literatura mexicana del siglo xx (16-17).
La discusión que lleva a cabo Barnadas en su Invitación al estudio de las letras de Charcas sobre los criterios que hay que manejar para hacer de una literatura colonial parte de una nacional es exhaustiva. Esta discusión nos permite hacer una revisión coherente de textos, la cual permite establecer un corpus de literatura colonial que se podría llamar boliviana. Tomando los criterios más pertinentes a su entender –lugar de nacimiento, lugar de residencia, lugar o tema del que se ocupan las obra, y el lugar de publicación–, Barnadas analiza cómo estas categorías y sus posibles combinaciones nos dan un marco referencial que facilita enormemente la creación de un corpus de literatura charqueña. Siguiendo estos criterios, Barnadas nos da una lista extensa de obras y autores que justamente deberían ser incluidos en cualquier historia de la literatura colonial boliviana. Es sorprendente ver una lista mucho más larga de textos literarios coloniales que aquellas a las que las historias de las literaturas bolivianas nos tienen acostumbrados. Y además, su inclusión está ¡metódicamente justificada!
La definición rigurosa y metódica de un corpus literario tiene no sólo el beneficio de ayudarnos a establecer la historia literaria charqueña y boliviana, sino que además diferencia como bolivianas aquellas obras que se han considerado parte del dominio de otras literaturas nacionales, debido a la ya mencionada complejidad de la (dis)continuidad entre colonia y república. Para llevar a cabo esta diferenciación, Barnadas opta en este texto y en otros varios por la denominación de Charcas frente a la de Alto Perú. En esta toma de posición hay un intento de establecer diferencias claras entre regiones que siendo parte de un todo colonial eran, a la vez, muy distintas. Quizás donde más se nota la utilidad de esta diferenciación es entre Bolivia y Perú, es decir entre Charcas y Lima. En este sentido, su libro Charcas. Orígenes históricos de una sociedad colonial (1973) es la piedra fundamental argumental del porqué se debe hablar de Charcas como de una región autónoma e independiente. No hay duda de que muchas obras de la colonia pertenecen por igual a la historia de Bolivia como a la del Perú. Y baste nombrar al Inca Garcilaso o a Guamán Poma de Ayala. Un caso literario ilustrativo es el de Diego de Dávalos y Figueroa. Por la publicación de su Miscelánea austral en 1601 en Lima, ha sido fácil incluirlo en la literatura peruana colonial, y la mayoría de los estudios anteriores a los iluminadores de Alicia Colombí-Monguió, han situado a este texto dentro la tradición de la literatura colonial peruana. Tanto los estudios de Colombí-Monguió como los aportes de Barnadas al estudio de Dávalos (El poeta Diego Dávalos y Figueroa y su contexto colonial en Charcas (1591-1669)) enfatizan la estrecha relación del texto y de su autor con la vida de la ciudad de La Paz, y por lo tanto pertenecientes a la literatura charqueña. Entonces, la Miscelánea austral es un libro boliviano tanto por la residencia de su autor como por la temática del libro. Anecdóticamente vale la pena mencionar que, haciendo averiguaciones sobre si alguien estaría haciendo una edición moderna de la Miscelánea, me enteré que un conocido académico peruano se encuentra avocado a ese trabajo. No deja de ser loable que alguien –peruano, boliviano, norteamericano, o de cualquier nacionalidad– haga una edición de este importante texto. Pero lo que es deplorable es que siendo la Miscelánea Austral una de las obras maestras del petrarquismo en el Nuevo Mundo, y habiendo sido escrita en La Paz, no haya habido ningún interés en nuestro país por hacer de esta obra una de las referencias de la literatura boliviana colonial. Dicho sea de paso, este tipo de vacíos y de falta de interés por lo nuestro es uno de los reclamos mayores de Barnadas sobre la condición de los estudios literarios coloniales bolivianos.
Otro aspecto de la obra de Barnadas para definir una literatura nacional como continuidad de una colonial es la delimitación de una región con la bastante autonomía social, económica y política, para ser reconocida como la base de lo que sería una nación. Este es el gran aporte de su Charcas. Orígenes históricos de una sociedad colonial. No voy a redundar en los méritos del trabajo historiográfico de este texto fundacional para los estudios de la historia boliviana, pues los historiadores tienen seguramente más y mejores elementos de juicio. Pero debo decir que Charcas, a mi entender, es un libro fundacional de la historiografía moderna boliviana. Sin este estudio sería muy difícil tener una idea comprehensiva del origen histórico de Bolivia. Y como tal no sólo es una referencia para entender el desarrollo histórico de Bolivia sino de toda disciplina que requiera de una visión general y lúcida de la creación y significado de Charcas para nuestra sociedad actual. Y por lo tanto, las historias literarias, así como los estudios de la literatura colonial tienen una piedra angular en la que apoyarse para el entendimiento de la producción cultural literaria no sólo del siglo xvi sino también del xvii y del xviii. El libro de Barnadas muestra de forma indiscutible lo que se anuncia en su introducción: “Apuntar la existencia de manifestaciones primerizas y germinales de conciencia política individualizada en la sociedad colonial charqueña a comienzos de la segunda mitad del s. xvi” (8). Charcas analiza el proceso formativo social de Charcas, es decir, del “territorio históricamente determinado por el conjunto de relaciones sociales y económicas, dotado de una cohesión y dinámica propias (que lo individualizan de otros sistemas dinámicos: p. ej. Lima, Chile, Quito…) y que cuenta como motor centrífugo y centrípeto el asiento minero de Potosí” (8-9). Se debe reparar en aquello de “la cohesión y dinámica propias” de Charcas pues esas características son las que se prolongan y dan lugar a lo que hoy es Bolivia. Charcas, tal como lo muestra Barnadas, sería pues el origen más claro de Bolivia, y no así la independencia, la cual sería, en realidad, una de las transformaciones históricas posteriores de la dinámica social y política que se formó alrededor de Charcas en el siglo xvi.
Así visto el mundo charqueño, se puede entender por qué textos como el de Dávalos y Figueroa, o el de Arzáns, o el de Luis de Ribera, o el de Calancha pertenecen a la historia literaria de Charcas y en consecuencia a la de Bolivia. Es decir, entender a Charcas como una sociedad con su propia dinámica nos da el marco en el que entender la producción narrativa histórica y literaria de estos y otros autores de la época. Y a la vez, la lectura de estos autores revela aspectos de la vida íntima de las sociedades que se formaron en el territorio charqueño.
Creo que el interés de Barnadas en la literatura tiene que ver con esta dimensión de la vida privada, personal, íntima, de las personas que hacen la historia. Para Barnadas, una literatura individualizada, es decir, una literatura nacional, nos permite comprobar la “vinculación afectiva con la tierra que se conoce como ‘sentimiento de patria’” (Invitación 75). En su Invitación, Barnadas cita a Calancha y Arzáns como ejemplos de ese “sentimiento de patria” sin el que no se puede hablar de un espacio social como autoconsciente de sí mismo, y por lo tanto con identidad diferenciada de otras regiones sociales. Barnadas subraya que la importancia de la literatura es mostrar el lado afectivo de los procesos históricos y sociales de una sociedad. Y sin esta dimensión afectiva no sería posible entender a cabalidad el proceso histórico de una sociedad como la de Charcas. Si los estudios historiográficos nos dan una radiografía del esqueleto de una sociedad en una época dada, los estudios literarios nos entregan la imagen de la piel por la que respira esa sociedad. En este sentido, no ha dejado de parecerme significativo que su discurso de ingreso a la Academia Boliviana de la Historia, publicado en el año 2000, sea un trabajo sobre textos que son altamente literarios: las cartas personales de Alonso Ortiz de Abreu a su esposa. El título de dicho trabajo es elocuente: Del barroco literario en Charcas. Doce cartas de Alonso Ortiz de Abreu a su esposa, o las trampas del amor y del honor. Si bien este trabajo es el de un historiador, incursiona, sin duda, en el análisis literario del tipo filológico que es el más cercano a su labor histórica. Al final de su ensayo, Barnadas valora las cartas de Ortiz por ser un lenguaje propio de Charcas, o para decirlo en sus palabras: “es la lengua del hispanocriollo del siglo xvii” (17). Una lengua que, para Barnadas, es una admirable combinación de ‘naturalidad’ y ‘clasicidad’ (17). Más aún, él ve que estas cartas tiene un valor estético que no le va a la zaga a ningún escritor barroco de la lengua castellana. Así lo es en mi opinión también. Pero para apreciar este valor estético hay que leer las cartas receptivamente, es decir, con la sensibilidad necesaria para entender la sensibilidad del narrador de las mismas. Y esa sensibilidad es siempre un gesto amoroso. No es casual que Barnadas haya elegido cartas “de amor y de honor” para su ingreso a la Academia. De alguna manera reflejan el espíritu de su obra historiográfica, la que es el resultado de un honor, léase una ética, por la verdad histórica y de un profundo amor por Bolivia, objeto de amor, como él mismo lo dice, libremente elegido. Y la magnífica obra de Josep M. Barnadas es una constante prueba de ese honor y ese amor por Bolivia.
Bibliografía citada
Barnadas, Josep M. Charcas: orígenes históricos de una sociedad colonial : [1535-1565]. La Paz: Centro de Investigación y Promoción del Campesinado, 1973.
Barnadas, Josep M.. Invitación al estudio de las letras de Charcas. Cochabamba: Historia Boliviana, 1990.
Barnadas, Josep M.. Una Vida Entrevista. La Paz: Editorial Verbo Divino, 2005.
Barnadas, Josep M.. y Carmen B. Loza. El poeta Diego Dávalos y Figueroa y su contexto colonial en Charcas: aporte documental (1591-1669). Sucre: Historia Boliviana, 1995.
Barnadas, Josep M.. y Juan J. Coy. Realidad sociohistórica y expresión literaria en Bolivia. Cochabamba: Los Amigos del Libro, 1977.
Barnadas, Josep M.. Alonso Ortiz de Abreu, y a. i. b. Barrera. Del barroco literario en Charcas: doce cartas de Alonso Ortiz de Abreu a su esposa, o las trampas del amor y del honor, 1633-1648. Sucre: Historia Boliviana, 2000.
Paz, Octavio. Corriente alterna. México: Siglo xxi Editores, 1973.
Fuente: Nueva Crónica Nro. 149