07/20/2015 por Marcelo Paz Soldan
Fadrique Iglesias: “Somos, en parte, un país de resistencia y rebelión permanente”

Fadrique Iglesias: “Somos, en parte, un país de resistencia y rebelión permanente”

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Fadrique Iglesias: “Somos, en parte, un país de resistencia y rebelión permanente”
Entrevista a Fadrique Iglesias
Por: Sergio de la Zerda – Santiago Espinoza A.

Apenas acaba de pasar el primer semestre, pero sin duda el 2015 quedará en la memoria de Fadrique Iglesias Mendizábal (Cochabamba, 1980) como uno de sus años más prolíficos. En enero, el gestor cultural y exatleta olímpico aún difundía su libro “Klaus Barbie. Un Novio de la Muerte. Vida y crímenes de un nazi no arrepentido. Una experiencia personal con el “Carnicero de Lyon” (Plural Editores y escrito en coautoría con Peter McFarren). En mayo y con “Policarpio Calizaya: el costurero que corría hasta sacarse el cuerpo”, fue declarado ganador del segunda versión del Premio de Crónica Periodística Pedro Rivero, convocado por el diario cruceño El Deber y la Fundación Pedro y Rosa. Y, la semana que pasa, vio la luz Gabo tiene quien le escriba (Banco Interamericano de Desarrollo, BID), obra editada por el cochabambino.
Este último trabajo fue concebido -informó la agencia EFE- como un homenaje al escritor colombiano Gabriel García Márquez, reuniendo las reflexiones de diversas personalidades sobre el fallecido autor y repasando sus distintas facetas. El presidente del BID, Luis Alberto Moreno, escribe sobre su compatriota en el prefacio del libro, que se presentó en un acto en la sede de la institución y fue obsequiado a la viuda de García Márquez, Mercedes Barcha, “que de alguna forma es coautora intelectual y emocional de sus textos y fantasías”, según explicó Moreno. La obra recopila artículos de prensa y citas sobre el autor de Cien años de soledad que personajes relevantes de todo el mundo emitieron después de la muerte del premio Nobel, en abril de 2014. Gabo tiene quien le escriba, diseñado en los estudios cochabambinos de El Taburete, reproduce además, entre otras portadas de grandes medios del mundo, la que la RAMONA publicó la semana en la que se conoció el deceso del gran escritor y periodista.
Sobre este su tributo a Gabo, acerca de las investigaciones de la presencia de nazis en la región, sobre el extraordinaria crónica del corredor Policarpio Calizaya y sobre periodismo y literatura dialogó este suplemento con el también especialista en desarrollo local y comunicación con estudios de licenciatura y maestría por la Universidad de Valladolid, España. Colaborador de varios medios nacionales e internacionales y finalista de otros certámenes de crónica, Iglesias, consultor del BID en Estados Unidos, reivindica su pasión por contar historias de la manera más plural posible.
¿Qué importancia tiene la obra y el legado periodístico de García Márquez para Fadrique Iglesias?
Más allá de sus textos, que son magníficos y hasta decirlo es una obviedad, está el poder de visibilización que ha tenido. Ha puesto de moda al periodista como gran narrador. Además está el inmenso legado que ha dejado su fundación, la FNPI [Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano], que es uno de los grandes ejemplos formativos, en el plano ético sobre todo.
¿Cómo se gestó Gabo tiene quien le escriba y quiénes son los involucrados en el trabajo?
Es un trabajo colaborativo de la Oficina de Relaciones Externas del BID [Banco Interamericano de Desarrollo], a iniciativa de su presidente Luis Alberto Moreno, a partir del torrente informativo y emotivo que desbordó tras el 17 de abril del año pasado. También participaron las chicas de El Taburete, con su gran creatividad para el diseño y edición; y el gran Daniel Mordzinski, fotógrafo de varios premios Nobel.
Varios de los textos del libro destacan la figura de Mercedes Barcha. ¿Qué cree usted que fue lo fundamental de la ahora viuda en la vida del escritor?
Que la creatividad es un tema de co-creación. Todo el mundo habla de la figura, pero el ser humano siempre estuvo rodeado de gente magnífica, como ella, que fue su cable a tierra y su gran apoyo. Fue medio siglo de “reuniones” diarias. Eso tiene su influencia. A mí como lector, padre y ciudadano, me influye muchísimo mi esposa, no me quiero imaginar cómo fue en casa de los García Márquez.

“El nuestro es un país donde suceden cosas inverosímiles por la naturaleza intercultural”, ha dicho usted en una reciente entrevista. ¿Cree que el narrar tales situaciones podría ser un justo tributo a García Márquez? ¿En Bolivia recomendaría usted hacerlo desde el periodismo o desde la ficción?
No tengo autoridad para recomendar nada, pero me parece importante contar con la mayor cantidad posible de voces. Cuanta más pluralidad, mejor. Y creo que debemos aprovechar la potente tradición oral que tenemos en los Andes.
Hablando de la crónica con la que ganó el concurso de la Fundación Pedro Rivero, ¿hasta qué punto su identificación con Policarpio Calizaya determinó que le hiciera el perfil?
Es un homenaje al sufrimiento silencioso, a la soledad. Es un tema recurrente en los corredores de fondo. El tema de enfrentarte al dolor, sin hacer mayor bulla, tarde tras tarde, por una insegura apuesta por lograr un par de horas de fama, es un tema que me atrae. Con un añadido que tiene Policarpio: la sencillez. Está en las antípodas de Cristiano Ronaldo. Es más bien el Iniesta boliviano.
¿Calizaya ha leído la crónica? De ser así, ¿qué ha dicho de ella?
Sí la ha leído. En un primer momento la recibió con algo de indiferencia, puesto que esos días partió a Barcelona a un curso de tres meses. Luego en una lectura posterior me dijo que le había emocionado hasta las lágrimas, que recuperó memorias agridulces, y que esperaba una segunda parte enfocada en lo deportivo. Me hizo mucha ilusión.
Algo que subraya de Calizaya es su aguante. ¿Será esto, el aguante, la resistencia, un signo identitario no solo del deporte nacional sino del país en su conjunto?
Claro que sí. Hemos resistido todo tipo de embates, internos y externos. Parte de nuestra identidad es el estoicismo hacia la violencia externa. Somos, en parte, un país de resistencia y rebelión permanente.
“Policarpio Calizaya: el costurero que corría hasta sacarse el cuerpo”, titula su trabajo. Para un deportista nacional, ¿sacarse el cuerpo debe ser asumido casi siempre desde la mística manera saenzeana?
Así lo asumí yo. Al igual que Felipe Delgado, Calizaya es una persona que vive y muere para correr. Es una especie de adicto a los kilómetros. En cierta forma todos los maratonistas lo son. Es gracioso moverse en círculos de fondistas, y escuchar a todos con orgullo comentarte cuántos kilómetros han corrido durante la semana, cuántas series aeróbicas han hecho, cuántas pesas han levantado. Es un asunto similar a la anorexia, con el peligro de que más kilómetros no siempre significa más calidad de entrenamiento. Ello también es pasto de frustraciones. Y por supuesto un signo distintivo de deportes individuales contra el crono. Muy difícilmente encontrarás futbolistas obsesionados con su estado físico. Son excepciones las de Raúl, Puyol o Marcelo Carballo, que sacaban el mayor rendimiento a sus posibilidades físicas.
¿Por qué hacer una investigación como la del Klaus Barbie. Un novio de la muerte en este momento? ¿Los historiadores bolivianos no han abordado a este personaje y los episodios en que ha estado involucrado de manera adecuada?
Sí lo han hecho, pero hacía falta dejar que baje la espuma de los 80. Seguramente alguien vendrá próximamente y revelará más datos, y se escribirá el libro definitivo. Justamente hace algunas semanas Boris Iván Miranda publicó un extenso reportaje sobre Barbie, muy bien escrito. No en vano lo acaban de contratar para la BBC en Miami. Pero hasta que no se revelen los documentos de instancias militares clasificadas, no habrá un punto final.
El libro no solo se detiene en la figura de Barbie, sino en la de otros nazis que se “refugiaron” en Sudamérica. Más allá de las oscuras actividades en las que estuvieron implicados, ¿qué secuelas dejó el paso de los nazis por Sudamérica? ¿Qué lecciones deberían habernos dejado esos episodios históricos?
Algunas de las secuelas son ideológicas. Ese militarismo y nacionalismo extremo es algo que no soporto. Levantar la mano en alto cada año deportivo, el mal llamado “amor por la patria” para defender a nuestros compatriotas en Viña, la herencia de una infinidad de calles con alusiones a militares, me parece un tufo de los años 40. Creo que el verdadero patriotismo está en el consumo de la buena oferta cultural de Bolivia, que sí existe y en abundancia.
¿Cree que quedan aún cuestiones por investigar sobre la presencia de nazis en Bolivia y Sudamérica?
Seguramente sí. Ahora, existe el peligro en sobredimensionar y volver el tema en una cuestión casi esotérica. Ni creo que Burman haya paseado por Cochabamba ni creo que Barbie fue el responsable de 20 años con botas militares en el Palacio Quemado, pero sí creo que es hora de recordar que algunos países compraron el discurso fascista.
Rodrigo Hasbún ha reconocido que su más reciente novela, Los afectos, nació de la historia real que le narró usted sobre la familia Ertl en Bolivia, a la que también le dedicó espacio en su libro. ¿Cómo ve esta aproximación ficcional y libre a estos personajes que abordó usted desde la investigación periodística?
Me parece un complemento necesario y emocionante. Precisamente ayer en la presentación del libro de Gabo, la escritora Marie Arana, periodista del Washington Post además, y una de las más reconocidas biógrafas de Simón Bolívar, destacó la importancia de El otoño del patriarca en su magnífico libro. Cuantas más aristas se toquen, mejor. La propuesta de Hasbún es excelente, porque narra, de forma imaginada, lo que bien pudo haber pasado, que al final de cuentas es un ejercicio que nos hacemos todos cuando leemos la prensa o un libro de no ficción.
¿Qué es lo que te ha decidido a hacer crónica, no ficción y, en general, a escribir? ¿Has intentado hacer ficción?
Cada uno va tomando sus voces. A mí me gusta contar la realidad poniendo acento en lo que yo considero más singular o relevante, dentro de su contexto. Me siento más cómodo armando una estructura alrededor de un hecho dado, que inventándolo todo desde cero. Y el detonante ha sido la lectura de prensa, definitivamente. Disfruto mucho haciéndolo.
¿Cómo compatibiliza su trabajo como gestor cultural con la escritura de crónicas?
Uno es de día y el otro de noche. Lentamente. Preguntando y preguntando. Soy un fetichista. Muchas veces cuando encuentro gente a la que admiro, por cualquier razón, directamente me acerco y comienzo a bombardear con preguntas.
¿Cuáles consideras tus autores y lecturas de cabecera en cuanto a crónica y a literatura en general?
Dependiendo de la época. Pero por técnica y manejo del lenguaje, Javier Marías. Me gusta la capacidad de Hasbún de hacer ver lo complejo simple, precisamente. Me gusta la capacidad de análisis de Volpi. Me gustan las crónicas deportivas de José Samano y Carlos Arribas de El País. Me gusta el humor gráfico de El Roto y Bob Mankof y Joaquín Cuevas.
Fuente: La Ramona