08/17/2018 por Marcelo Paz Soldan
Erick Ortega Pérez: ‘En este libro, la música le da voz a los personajes’

Erick Ortega Pérez: ‘En este libro, la música le da voz a los personajes’



Erick Ortega Pérez: ‘En este libro, la música le da voz a los personajes’
Entrevista a Erick Ortega
Por: Rodrigo Urquiola Flores

El domingo 5 de agosto, en el marco de la XXIII Feria Internacional del Libro, se presentó la novela Cuarto mandamiento (Editorial 3.600), de Erick Ortega, periodista de La Razón y escritor paceño que vuelve a la palestra literaria tras haber ganado el Premio Franz Tamayo hace 17 años con El tesoro del pirata.
Algo que destaca en El tesoro del pirata es el uso del humor, el conflicto entre padres e hijos, las confusiones ocasionadas por el amor y las mentiras, y el inevitable final fatídico para la víctima del engaño, además del paisaje de la urbe paceña como trasfondo. ¿Es Cuarto mandamiento una expansión de este universo narrativo o va en otra dirección? ¿Cuánto ha crecido la narrativa de Erick Ortega desde aquel cuento?
Creo que me sería muy difícil escribir algo que no tenga a la ciudad de La Paz como telón de fondo. Crear un mundo diferente como Dochera, de Paz Soldán, me parece fantástico, pero es algo que yo no podría hacer. Me confieso incapaz al respecto. Los personajes que deambulan en la novela y en el cuento que mencionas están ahí, en mi entorno, siempre, y sus historias son para deprimirse tanto hasta empezar a reír y, obviamente, no podría escaparme de este entorno. Ficcionalizar sin conocer es una cosa imposible de hacer. Respecto a la segunda parte de tu pregunta, pues confieso que mi narrativa ahora es mucho más exigente, demasiado. Con decir que no quería soltar las hojas del PDF de Cuarto mandamiento porque quería seguir apretando tornillos en el texto… Antes no, antes escribía, daba un par de leídas y ya estaba. Era muy sinvergüenza con mis textos. Recién veía algunas correcciones que me hizo Antonio Peredo (exdocente de Comunicación Social en la UMSA) a mis primeros cuentos y fue cuando me di cuenta de que el hombre era un santo caballero armado de paciencia. En todo caso, también hay una ironía respecto a esto y es que, por ejemplo, El tesoro del pirata es uno de los textos más logrados que he escrito… y ese cuento lo hice en dos semanas, si es que no recuerdo mal. Hoy no sería capaz de escribir algo como aquello.
Lleva varios años dedicándose al periodismo, quizás olvidando esa otra pasión —¿o afición?— que es la literatura. ¿Cuánto ha influido este oficio en tu escritura? ¿Qué libros o autores constituyen la biblioteca a la que vuelves a menudo?
La literatura me abrió las puertas al periodismo. Tras ganar el Franz Tamayo 2002, con El tesoro del pirata, recién se me abrieron las puertas en Extra, La Prensa, La Razón, El Deber… antes me dedicaba a trabajar haciendo filmaciones de promociones de colegios, de grupos de cumbia, incursioné en la radio con esta voz de gallo que tengo… El tesoro del pirata definitivamente me cambió la vida. Y llegué a los medios para hacer crónicas y reportajes porque llevaba la mochila del tipo que “debe escribir bonito”. En periodismo fui feliz con las historias que encontré, recuerdo ahora una nota que hice sobre un centro médico en Santa Cruz donde la gente con VIH-Sida iba para morir… esa nota me partió. La literatura me ayudó a expresar mejor aquello que sentía en ese momento. De lo otro te voy a contestar como una señorita de belleza de los años 60: me gusta leer. Tengo la suerte de rodearme de gente amante de la lectura y comparto textos, amores literarios y broncas. Me acuerdo de un amigo muy querido, gran bolivarista, con el que discutíamos a rabiar porque yo soy fanático de Hemingway y él es fan de Faulkner, por ejemplo. Es pues una pasión leer, sigo, creo, como señorita de los años 60… Vargas Llosa también me impresiona, La guerra del fin del mundo se me quedó marcada y también Roberto Arlt. Igual, últimamente Stephen King y Pérez-Reverte vuelven a conquistarme.
Quizás en El tesoro del pirata exista un escenario nunca antes utilizado en nuestra narrativa debido a la inauguración de uno de los emblemas de la urbe paceña: el Puente de las Américas. En Cuarto mandamiento sucede de nuevo la presencia de la sede de gobierno, pero enlazada, debido a las peripecias de uno de los personajes, con Santa Cruz. ¿Qué significa La Paz en tu escritura? ¿Es algo más que un escenario? ¿Qué es Santa Cruz? ¿Qué es Bolivia en tu narrativa?
La Paz en mi escritura, como mi vida misma, es mi maldición y bendición. No puedo imaginarme en otro sitio que no sea éste. Y, obviamente, escribo cosas que pasan acá. Confesaré que gran parte de El tesoro del pirata era cierta y el puente fue protagonista de algo real. Viví en Santa Cruz cuatro años de mi vida, mi hija es cambita. Es un sitio al que retorno con gusto. Gracias al periodismo pude conocer un centenar de pueblos y ciudades de Bolivia y te aseguro que en cada sitio me siento bien; pero La Paz es mi casa. Cerveza fría de noche y en el frío es una experiencia religiosa que no se da en otros sitios. Es más, te aseguro que el ponche que tomé el último 15 de julio fue el mejor de mi vida… bueno la hermosa compañía de esa noche también me ayudó a ser más feliz en mis 3.600 metros.
Los seis personajes de Cuarto mandamiento tienen una voz propia en la novela, una voz que guía las acciones. Asimismo, hay diversas referencias musicales que van desde la cumbia de Veneno hasta el rock de The Doors quizás a la manera de una vieja rockola de bar popular. ¿Qué papel ocupa la música en la escritura de este libro?
La música siempre está en mí, ahora que estoy en la entrevista mi mente está cantando Beso a beso de la Mona Jiménez. En el periódico estoy con audífonos siempre o casi siempre, mis jefaturas se la pasan gritando porque me desconecto del mundo. Hay algunas canciones, evitando la cumbia que escucho de joda nomás, que son piezas de literatura y me agradan. Doors o Queen, sin que yo sea un experto en estos grupos, siempre me han impresionado. Quienes me conocen, por ejemplo, saben de mi predilección por el Bonanza, donde la rockola suelta diferentes temas y yo ando feliz con esa mezcla. En este libro, la música les da voz a los personajes. Y yo me quiero dejar llevar, como en una cuequita, pues.
Fuente: Tendencias