08/20/2007 por Marcelo Paz Soldan

Entrevista a Wilmer Urrelo

Urrelo, presa de sus “fantasmas asesinos” 
Por: Michel Zelada Cabrera
 
Wilmer Urrelo, Premio Nacional de Novela 2007. | La Prensa
(El Premio Nacional de Novela revela detalles de la obra que lo catapultó como uno de los narradores bolivianos representativos de la temática policial).
El cabello rapado, al estilo de un conscripto recién ingresado al cuartel y con unos lentes protegiendo sus vivaces ojos, Wilmer Urrelo Zarate conversa amablemente con la gente que se sienta a su lado y le pide un autógrafo en la segunda página de su premiada novela “Fantasmas asesinos”.
La escena se repite permanentemente estos días, en el stand de Alfaguara, en la Feria Internacional del Libro de La Paz donde el joven escritor boliviano, último Premio Nacional de Novela, es la estrella de ese sello editorial en ese evento literario que culmina hoy.
El martes pasado Urrelo hizo una pausa y accedió a este diálogo que, para los que han leído la novela, amplía detalles del contexto real en la que fue escrita, y para los que no, es una invitación para tomar aliento y arremeter con la lectura de las 600 páginas de una intensa trama policial en la que conviven la delincuencia, la marginalidad y todo lo que la mente de personajes contaminados con la violencia, el sadismo y las facetas perversas de la homosexualidad puede producir.
La obra de Urrelo parte de un hecho real, en septiembre de 1986 un niño fue violado y asesinado en La Paz generando un masivo movimiento en el país pidiendo la pena de muerte para el asesino.
El suceso se quedó en la mente de Urrelo, quien después de más de 20 años desempolva la historia, investiga a fondo y, apoyado con una fuerte dosis de imaginación e innovadoras técnicas narrativas, edifica esta trama que está tocando los hilos más sensibles de los bolivianos que se han atrevido a emprender su lectura.
– Se nota una fuerte influencia de la narrativa de Vargas Llosa en su novela. ¿En qué momento te separas de él?
– Es una novela directamente vargasllosiana, a diferencia de Mundo Negro donde no hay indicios evidentes. Eso podía ocurrir en cualquier lugar del mundo, cosa que con Vargas Llosa no ocurre, porque siempre está presente en sus obras Perú o Brasil en el caso de la Guerra del Fin del Mundo.
Yo pienso que la técnica es muy vargasllosiana, pero no te olvides que Vargas Llosa está también influenciado por William Faulkner. No sé hasta que punto me separo de Vargas Llosa, quizá sea con la trama policial.
Vargas Llosa ha transitado por el tema meramente político, creo que en mi caso la cuestión policial es la más fuerte. Es de la que se nutren también otros autores de la narrativa latinoamericana como Ignacio Taibo II, al que aprecio y, naturalmente, Oswaldo Soriano.
-Los personajes que creas para “Fantasmas asesinos” son arquetípicos y muy bien acabados, desde La Morsa, como protagonista, hasta el Huguito, el Cacas o el mismo Osorio. ¿Qué dificultades o facilidades tuvo para consolidarlos?
– En el caso de La Morsa por ejemplo, hay mucho de ficción, pero también hay mucho del personaje real, del que me ocupé de investigarlo fondo. Claro que le di otras características más, como el labio leporino para hacerlo más marginal de lo que ya era.
Y esto tiene que ver con el personaje que los niños de esa época habíamos armado en nuestra imaginación, de los que escuchamos en la noticias. Y así nos imaginábamos al tipo que mató al niño en la vida real.
También es resultado de mis investigaciones sobre la pedofilia, que no fue en base a literatura científica, sino en el chat de los pedófilos, al que se pude acceder de la forma más fácil en Internet.
En la novela, La Morsa se enamora del niño que luego viola y asesina y en los chats estos tipos hablan como si estuvieran enamorados, y se refieren a los chiquitos como si fueran sus novias.
– Sobre el tema, se nota en la novela una fuerte criminalización de la homosexualidad. Todos los personajes que tienen inclinaciones homosexuales son también perversos desde La Morsa, su tío, el Huguito, Escarbino o el Primo.
– Ese tema se ha ido metiendo en la novela de a poco, pero tiene que ver con el contexto y el ambiente de la época. El año 86 la homosexualidad era lo peor, a tal punto que cuando se cometió el hecho, el ministro del interior era Roberto Barberi y el decía que “un grupo drogadictos, hedonistas y homosexuales son los culpables de ese crimen”.
Y eso pegó mucho, a tal punto que sinónimo de homosexual era el tipo que te podía matar, pegar y violar. En esa época era así.
– Un humor negro también caracteriza a algunos personajes de la novela, como Huguito principalmente, y el Cacas en menor grado.
– Fue algo involuntario, yo quería que Huguito saliera todo lo contrario, pero extrañamente en todo lo que escribo, parece que los personajes me ganan.
No sé en que momento el personaje empieza con esa conversación jocosa, dura, jodida y con un humor retorcido.
– Será por eso que no tienes personajes buenos, en el sentido de “bien intencionados”, Mariela podría ser la excepción.
– Si, y creo que el gran fracaso de la novela es precisamente Mariela. Yo la había creado como un personaje de luz, como contrapeso a toda esa maldad presente en la obra y no lo logré. En mi caso, vuelvo a reiterar, los personajes me ganan, ellos me dicen qué camino van a seguir.
– Osorio también intenta salir de ese “círculo de maldad”.
– Y al final no puede. Yo quería que Osorio se reivindique un poco con el amor pero no lo logra, al final termina muriendo en circunstancias muy duras y expone a Mariela a que le pueda ocurrir algo con el Cacas, otro tipo perverso.
– A propósito, de donde proviene ese apodo tan particular de este personaje, “el Cacas”.
– Así se apodaba un amigo mío, en el colegio. No sé exactamente por qué, pero todos le decían así. Recuerdo que era un tipo idiota, bastante desagradable.
– En la última parte del libro, en esa especie de epílogo que desarrollas a manera de diálogo entre dos personajes vía correo electrónico, como que baja el ritmo intenso que caracteriza al cuerpo central de la novela. ¿Por qué decidiste cambiar la técnica narrativa?
– Estaba muy agotado, sin embargo yo había planificado terminar esta segunda parte en el vaticinio de la muerte de Ortiz. Quería retomar la primera parte y enlazar con el epílogo. De hecho tengo escrito todo eso, a manera de diario oral, pero me pareció muy inconsistente.
Y en esos días leí el poema de una amiga que prácticamente me abrió la luz, porque estaba estancado, tres semana sin poder escribir.
Y surgió la idea de la maldición del niño muerto a los personajes cercanos al hecho, pero 20 años después, y en este caso a los familiares de Javier Ugarte. Y me gustaron los correos electrónicos más que las cartas.
– Incluyes también un reportaje al interior de la novela, como corolario y para darle el punto final.
– Me pareció más adecuado, luego de los correos electrónicos, había que ver el tema con un poco más de distancia, y la forma periodística era la más adecuada.
– Y la última, para consolidar esta novela cuentas que has desarrollado una profunda investigación sobre el asesinato de este niño, pero desde la distancia. Sin embargo, calculo que tendrías uno 10 años cuando ocurrió el hecho, que recuerdos tienes de ese hecho en el momento en el que ocurrió.
– Fue algo muy fuerte. Fue como si nuestra niñez acabará en ese momento. Empezamos a percibir que alguien podía hacernos daño que podíamos morir de forma violenta y para mí particularmente era muy difícil de afrontar porque se acabó mi niñez.
Influencias
En cuanto a la forma de narrar que tiene Urrelo, se nota una fuerte influencia de Vargas Llosa, que hasta el propio autor lo admite. Las historias independientes que a medida que avanza la trama se van empalmando unas con otras; los diálogos de varios personajes en diferentes tiempos y lugares que van paralelamente y los cambios de narrador (primera, segunda o tercera persona) de acuerdo a las características del personaje, son lugares comunes en obras del escritor peruano afincado en Europa, como en La Guerra de fin del Mundo, Conversación en la Catedral o Pantaleón y las Visitadoras. Finalmente, la tercera parte de la novela, a modo de epílogo, es un diálogo por correo electrónico que retoma la primera parte de la obra y cuenta el desenlace de la vida de Javier Hurtado. El diálogo es entre la mamá y el hermano de Javier y, de alguna manera, entrelaza la primera y la segunda parte de la novela que aparentemente no lograban empalmar. “Fantasmas asesinos” es una de las novelas más vendidas de la XII Feria Internacional del Libro de La Paz y está generando comentarios y críticas entre lectores y la prensa, lo que ya es una buena noticia. ¿O alguien se acuerda del título de la versión del Premio de Novela del año pasado?
comentario
Tejiendo la trama perfecta
Tres novelas dentro de una. Así podría caracterizarse la obra “Fantasmas asesinos” de Wilmer Urrelo Zarate.
La primera es la historia de Javier Hurtado, un relato escrito a manera de diario íntimo contado en primera persona. Es quizá la parte más original de la obra en la que el autor, a través del protagonista, confiesa su afinidad con la literatura y la técnica utilizada por el escritor peruano Mario Vargas Llosa.
Javier es un adolescente diferente del común de sus compañeros, sin ser un delincuente se rodea de amigos que tienen una estrecha relación con el crimen y al final termina dejando el colegio y conviviendo con una prostituta.
Y frente a una realidad que abomina, Hurtado halla refugio en la lectura de las obras de Vargas Llosa, llegando incluso a robar sus novelas para satisfacer su pasión literaria. Su gran sueño es escribir algún día como el escritor peruano. Su gran obsesión: la historia del niño muerto cuyo cadáver fue encontrado en el colegio Irlandés, donde estudio unos meses.
La segunda ocupa el cuerpo central del libro, y si en la primera una sola voz cuenta la trama, en esta última Urrelo muestra sus grandes virtudes narrativas creando una diversidad de personajes con voces propias que van articulando la trama con una precisión casi matemática.
Algunos de los personajes de la novela como La Morsa, Osorio, Ortiz, el Cacas, Huguito, el sargento Serna, Zamora, Mariela, la Mamita, Escarbino y Primo, unos con más presencia que otros, están muy bien ubicados y van construyendo el conjunto de la trama.
La investigación del asesinato de un niño; la búsqueda de un banda de delincuentes que cometen el error de asaltar la casa de la amante del “gusano” (un dictador que hacía de presidente); un conflicto social generado por una secta de fanáticos religiosos llamados “Apóstoles” y entre medio la relaciones de los personajes marcadas ya sea por la amistad y el amor en unos casos; por la violencia, la perversión, y la tortura en otros o por la intriga, la homosexualidad y el cálculo político. Todo ello emerge en un compacto temático coherente y preciso.