08/11/2010 por Marcelo Paz Soldan
Entrevista a Liliana Colanzi

Entrevista a Liliana Colanzi


Liliana Colanzi: “Quizás yo también ande en busca de un cambio de piel
Por: Sergio de la Zerda

Desde la bien contada historia de una alocada joven que vive en el exceso, relato que hizo parte de Conductas erráticas. Antología de no-ficción (Aguilar, 2009), un nombre suena con fuerza en el panorama de la nueva literatura nacional: Liliana Colanzi.
La escritora cruceña, de 29 años, da a conocer ahora una nueva muestra de la calidad de su trabajo con su primer libro de cuentos, Vacaciones permanentes (Ed. El Cuervo), que en Cochabamba será presentado, este miércoles 11 de agosto a las 19.00 horas, en el Centro Simón I. Patiño (avenida Potosí No. 1450).
Colanzi, graduada de Comunicación en la Universidad Privada de Santa Cruz, y con un postgrado en Estudios Latinoamericanos en Cambridge (Reino Unido), es actualmente estudiante de un Doctorado en Literatura Comparada en la Universidad de Cornell (Estados Unidos).
Ha publicado anteriormente relatos en las revistas Los Noveles y Etiqueta Negra, y en varias antologías (como la mencionada en principio, de la cual es coeditora).
Sobre su nuevo trabajo y otras temáticas es que la cruceña dialogó con la RAMONA.
Vacaciones permanentes es un título que alude a una continúa huída. En sus relatos, la huída tiene que ver, por ejemplo, con el viaje, los excesos, con el alejamiento de la familia y de las relaciones de pareja ¿Tales son huidas que ha experimentado también la autora?
La experiencia de la autora es lo de menos. En el caso de Vacaciones permanentes, la fuga de los personajes –ya sea en forma de viaje, exceso o corte con los parientes, como bien lo has dicho– es una forma de reinvención, un constante cambio de piel, o simplemente la negativa o la imposibilidad de volverse “adultos”, es decir establecerse en un lugar o formar una familia. En algunos casos estas huidas forman parte de un proyecto de vida; en otros casos son inconscientes y funcionan como respuesta a situaciones traumáticas que los personajes no quieren o no pueden enfrentar.
-Sus cuentos exponen rupturas de relaciones, generalmente debido al tedio o a las consecuencias del fracaso de una generación anterior. ¿Es difícil hacer una literatura de la desesperanza amorosa?

Lo difícil es intentar que la psicología de los personajes resulte verosímil, que el lector se crea las situaciones. Lo difícil es no sonar estridente o solemne o caer en lugares comunes.
-En sus relatos, la mujer, pese a ser víctima y objeto masculino en ocasiones, tiende a tomar las riendas de su destino ¿Tiene esto que ver con alguna reivindicación femenina desde la literatura?

Las reivindicaciones se las dejo a la sociología, a la política o a la antropología. La literatura está para contar historias, no para hacerle propaganda a ninguna causa, y su único compromiso es con la literatura misma. Además, creo que las mujeres de mis cuentos son tan víctimas como los hombres de sus propias inconsistencias, de sus contradicciones, de su nihilismo. Me aburre la literatura que reduce a las mujeres a roles tan simplistas como la mujer fatal o la víctima: suficiente tenemos ya con las telenovelas.
-La decadencia de una clase privilegiada es ya un tema recurrente en varios de los jóvenes narradores ¿A qué cree que se deba esto? ¿En su caso guarda alguna relación específica con la realidad de Santa Cruz?
No estoy segura de que sea un tema recurrente en esta generación. Es más, creo que los conflictos de clase han pasado a un segundo plano desde que en Bolivia ha empezado a consolidarse una literatura del “yo”. Que sepa, el cine ha explorado más la decadencia de una clase social en películas como Zona Sur, de Valdivia.
-Analía, Diego y Nico son personajes que aparecen en varios relatos. ¿Ha pensado en una novela con estos mismos personajes?

No. Mi proyecto era escribir un libro de cuentos en el que los personajes –todos jovencitos– se cruzaran en distintos periodos de tiempo y en diferentes situaciones, de manera que el lector pudiera seguir su evolución y los cuentos crearan una sensación de continuidad. Pero también quería que cada cuento se pudiera leer de manera independiente, siguiendo lo que hacen autores como Denis Johnson en Hijo de Jesús o Junot Díaz en Los Boys o David Bezmozgis en Natasha. Y no, no he pensado en una novela con Analía, Diego y Nico como protagonistas.
-Es poco común que escritores del extranjero tengan un amplio conocimiento de la literatura boliviana, menos todavía de lo que hacen los jóvenes creadores. En este sentido, ¿cómo consiguió que un escritor de la talla de Rodrigo Fresán comentara su trabajo?
Tuve el atrevimiento de mandarle el manuscrito varios meses antes de su publicación, y la buena suerte de recibir un comentario generoso de su parte.
-“Rara astucia y envidiable madurez” dice Fresán sobre cómo están escritos sus relatos. ¿Está de acuerdo?
Eso habría que preguntárselo a Fresán.
-¿Qué otros proyectos literarios tienes?
Sigo escribiendo cuentos, esta vez con personajes algo más adultos que los de Vacaciones permanentes. En general estoy asimilando lecturas, música y películas, buscando cosas que me hablen, que me conmuevan, que me enseñen algo nuevo. Quizás yo también ande en busca de un cambio de piel.
PING PONG
Diga muy brevemente lo primero que se le viene en mente cuando escucha:
-Literatura boliviana: está en un gran momento.
-Cuento: precisión, brevedad, tensión.
-Santa Cruz: relación de amor y odio.
-Amor: una montaña rusa.
-Vacaciones: permanentes, ojalá.
-Cornell: mi propio lugar limpio y bien iluminado.
-No ficción: lo que me saca de mí.
Fuente: Opinión / La Ramona