02/28/2024 por Marcelo Paz Soldan
Portada de "Contemplación" de Rocío Estremadoiro

Contemplación, de Rocío Estremadoiro, reúne más de setenta textos breves

Contemplación de Rocío Estremadoiro

G. Munckel

Contemplación reúne más de setenta textos breves, algunos de ellos inéditos y otros —quizás la mayoría— que ya se habían publicado en su columna del periódico. Y me acuerdo bien de haber leído varios a medida que fueron apareciendo. Para mí, esto ya habla bien de Rocío Estremadoiro: primero, porque no tengo tan buena memoria y, segundo, porque entre todo lo que se publica todos los días en un periódico, es fácil que cada artículo entierre al anterior. Es fácil olvidarse de todas esas lecturas, casi siempre enfocadas en lo inmediato. Así que me dio gusto reencontrarme con ellas entre las páginas de este libro, en un formato que no sólo es más duradero, sino también más amable.

            Si bien gran parte de este libro son artículos de opinión, también hay otros textos que están escritos como pequeños cuentos, a la manera de los mitos e historias locales que forman parte de nuestro folclore. Pero todos tienen en común la mirada puesta en lo que nos rodea.

Esto es importante porque hace falta algo que justifique que varios textos compartan las páginas de un mismo libro. En cierto sentido, un buen libro es como una familia: a pesar de las diferencias que pueda haber entre sus miembros, hay algo que delata su parentesco, un hilo conductor que señala su pertenencia.

            Entre estas páginas van a encontrar textos que hablan sobre la naturaleza, en especial sobre pájaros y algunos insectos, sobre árboles y esas plantas que injustamente llamamos hierbas malas; hay otros sobre literatura, pintura, música y viajes; hay algunos que se enfocan en nuestra sociedad y en la naturaleza del ser humano, e incluso hay unos cuantos que reflexionan en torno a esa pandemia de la que todavía no terminamos de salir.

            Y, sin embargo, todo esto es resultado de la contemplación.

Al respecto, quiero leerles un párrafo del libro: «Aristóteles consideraba que la felicidad solo se alcanzaba con la “sabiduría”. La “sabiduría” implicaba ir mucho más allá del conocimiento utilitario, significaba trascender del mismo y dejar lugar para que fluya otro menos interesado y más humilde y curioso frente a lo que nos rodea. Se refería a la “contemplación”, semilla imprescindible del asombro y del cuestionamiento constante; lo que permite la filosofía y consagra la creación artística».

Hay dos palabras que quiero rescatar de esa cita: asombro y cuestionamiento. Son dos términos clave que de alguna manera funcionan como los hilos conductores de este libro.

Algunas de sus páginas son fruto del asombro y la curiosidad ante los prodigios más pequeños de la naturaleza que todavía permanecen en las ciudades, como la presencia de ciertos pájaros, los árboles nativos e incluso las plantas silvestres que sobreviven entre el cemento.

Otros de sus textos, en cambio, están escritos desde el cuestionamiento. Son una queja —y muy justificada— por lo que hacemos con el medioambiente: como si no bastara con haber perdido la capacidad de apreciar sus dones, solemos destruirlo en nombre de un mal llamado progreso.

En ese sentido, la mirada crítica de Rocío Estremadoiro nos permite entender que el lugar del ser humano no está en el centro ni en la cima de la naturaleza. Ella sabe que, como especie, somos diminutos, apenas una parte más de ese gran todo que nos rodea. Porque no somos más importantes que los animales o las plantas; somos sus pares.

Pero dejemos de lado el cuestionamiento y volvamos al asombro.

Voy a leerles otro fragmento que ilustra esta capacidad: «Uno de los aspectos más extraordinarios de las culturas de la humanidad es la inmensa creatividad al nombrar los objetos que la rodean. Los astros, los árboles, los insectos, las criaturas marinas, no hay nada que no pase por los vericuetos de la fantasía, plasmados en una pluralidad cultural que acumula cientos de designaciones, acepciones, motes, distintivos para llamar a una misma cosa».

Creo que los libros memorables pueden dividirse en dos grandes grupos. Por un lado, están esas historias tan vívidas que nos permiten refugiarnos de la realidad durante unas horas o unos días, porque es verdad que a veces hace falta descansar del mundo que nos rodea. Por otro lado, están esos libros que cada pocas páginas nos invitan a cerrarlos y nos devuelven a la realidad. Y, cuando lo hacemos, estamos dispuestos a mirar ese mismo mundo, pero a mirarlo mejor… y maravillarnos.

Si bien comparto la opinión de Rocío Estremadoiro respecto a todos los temas que toca, me quedo con esos textos que nacen de su mirada siempre dispuesta a asombrarse ante las aves más pequeñas, ante las plantas que suelen descartarse como maleza y ante esa capacidad tan bella del ser humano para nombrar todo aquello que lo rodea. Creo que esas páginas son el fuerte de este libro, que cada tanto invita a cerrarlo y prestarle atención al afuera con la mirada renovada.

Fuente: Editorial Nuevo Milenio