08/11/2015 por Marcelo Paz Soldan
Alison Spedding: la historia de una familia boliviana

Alison Spedding: la historia de una familia boliviana

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Alison Spedding: la historia de una familia boliviana
Por: Adhemar Manjón

¿Es Catre de fierro, de Alison Spedding, la mejor novela de este año en Bolivia? ¿Es la mejor de estos últimos cinco años? ¿Es la mejor de este joven siglo XXI? Hay voces que fácilmente responderían sí a las tres preguntas, incluso algunos ya la ponen como la mejor de los últimos 50 años.
Por ahora digamos que, como ocurre en estos casos, el tiempo se encargará de colocarla en el lugar que le corresponde, pero de lo que no hay dudas es que Catre de fierro es una obra muy ambiciosa, muy bien escrita y que consolida a la escritora y antropóloga inglesa como una de las mejores autoras que actualmente tiene la literatura boliviana.
La novela cuenta la historia de la poderosa estirpe Veizaga a lo largo de 40 años, desde la revolución de 1952 hasta comienzos de los años 90, cuando apenas se avistaba el llamado proceso de cambio que vivimos hoy.
Para desarrollarla, Spedding decidió crear un pequeño pueblo al que nombró Saxrani (un cantón de la provincia Inquisivi, del departamento de La Paz), lugar donde los Veizaga son la gran familia a respetar. En 450 páginas Spedding cuenta las disputas, las traiciones y la decadencia de este núcleo, con diferentes hechos sociales y políticos ocurridos durante esos años como fondo narrativo, en un estilo realista, crudo y permeado del humor característico de la escritora inglesa, que lleva tres décadas de residencia en Bolivia.
“La historia la concebí en los 90, cuando un alumno que tenía de Sociología me comentó algunas anécdotas de la cárcel de Inquisivi”, contó Spedding en esta entrevista, realizada en Sucre el anterior mes, aprovechando su presencia en el Congreso Boliviano de Investigadores. La escritora habló de las veces que estuvo en Inquisivi desde que vive en Bolivia, y a pesar de que la consideraba una sociedad tradicional escuchaba muchas historias de asesinatos ocurridos ahí, que también le sirvieron para recrear algunos hechos en su novela.
Spedding (que solo con ese apellido firma sus libros de ficción) dijo que las raíces de esta novela provienen de la influencia que ha recibido de William Faulkner. “Cuando era changa yo encontraba odioso a Faulkner, decía que era misógino. Después, ahora me encanta Faulkner, es que odia a todo el mundo.
Catre de fierro es un poco como ¡Absalom, Absalom!, es una historia de familia”, explicó Spedding, mencionando además cómo le gustan las sociedades estamentales que mostraba Faulkner en sus novelas, todos esos hombres y mujeres con comportamientos rígidamente definidos. “Todos, pero todos”, agregó Spedding, que mientras habla mezcla el español con un poco del inglés y del aimara.
“Creo que también tiene un poco de Los detectives salvajes, de Bolaño, me gustó mucho esa novela, aunque la leí cuando ya estaba por terminar mi texto”, comentó.
Si bien etiqueta su novela como una saga familiar, Spedding dijo que más le parece una tragedia de venganza, un género que tuvo su auge en el siglo XVII y que, a su parecer, ahora está volviendo a la moda. “Breaking bad, por ejemplo, es una tragedia de venganza”, comentó la escritora, de 53 años.
Las novelas bolivianas
Catre de fierro inicia con un gran primer capítulo, El agenciador de kuchus, donde se presentan dos personajes clave de la novela, el yatiri Matías Mallku y Nemesio Calatayud, que narra la historia desde la cárcel de Inquisivi, y la pregunta es si el personaje de Nemesio es un guiño a los años que Spedding estuvo presa por posesión de marihuana a finales de los 90 (proceso que está documentado en el indispensable ensayo etnográfico La segunda vez como farsa, Ed. Mama Huaco, en el que la inglesa muestra la pobre realidad del sistema judicial y carcelario de Bolivia). “Mirá, mis personajes siempre entran a la cárcel. Doris Lessing dijo que el autor o la autora es todos los personajes de su novela, o sea que es una falacia decir ‘este es el autor, esta es la autora’, ¿no ve?.
La persona que escribe la novela es todos los personajes, incluso los que parecen repelentes, inaceptables”, respondió Spedding. “Pero si toca decidir qué personaje soy, soy Fortunato (uno de los protagonistas de la novela histórica Manuel y Fortunato. Una picaresca andina, ed. Mama Huaco)”, añadió entre risas la autora.
Y es que el humor es una constante en la obra de Spedding (“Tenemos que reír, si no nos reímos de la vida tenemos que suicidarnos”, señaló). “La literatura boliviana es muy solemne, por eso yo digo que hasta en mis ponencias académicas hago reír. Y pues, no creo en el respeto por eso es que siempre hablo mucho. La mejor manera de quitar el respeto es hacer reír”, indicó.
Spedding recordó cuando presentó su novela De cuando en cuando Saturnina ( clasificada como ‘anarco-feminista de ciencia ficción’, ed. Mama Huaco) al Premio Nacional de Novela 2001 y perdió. Ese mismo año se presentó Periférica Blvd, de Adolfo Cárdenas, un libro que le gusta mucho y que también se quedó sin nada. El ganador fue Tito Gutiérrez con Magdalena en el paraíso, un trabajo que Alison leyó y no le pareció nada llamativo. “Todo eso confirma lo que digo, los jurados del premio nacional tienen gustos completamente cuadrados, decimonónicos incluso diría yo”, y luego nombró otras obras ganadoras que no fueron de su agrado (La doncella de barón Cementerio, 2005, de Eduardo Scott Moreno, le pareció que no llegaba a ninguna parte; El agorero de sal, 2006, de Luisa Fernanda Siles, se cae después de las primera páginas; La toma del manuscrito, 2008, de Sebastián Antezana, aburrida; no leyó Pasado por sal, 2013, de Cé Mendizábal, pero sí Alguien más a cargo, 1999, del mismo autor, y no le gustó; de Los fantasmas asesinos, 2007, de Wilmer Urrelo, dijo que es una de las pocas que se dejaba leer), con esto dijo que ratificaba lo que escribió en el artículo de 2006 titulado Novela actual ¿Literatura de la menopausia masculina?, en el cual criticaba los argumentos de las obras ganadoras hasta 2004 y el manejo de los personajes femeninos estereotipados en las mismas; así también, se estrelló contra otros autores considerados importantes en la literatura boliviana: “Los deshabitados, de Marcelo Quiroga Santa Cruz, es ilegible, no la he terminado; igual Felipe Delgado, de Jaime Sáenz, intenté varias veces y no avancé.
De Sáenz, su novela más pasable es Los cuartos”, dijo Spedding, quien en una presentación ‘pirata’ realizada una de esas noches en Sucre, recalcó que odiaba las historias en las que se mostraba a los indígenas como pobrecitos, como tontos. “Yo odio el indigenismo quejumbroso. Odio el feminismo quejumbroso”, declaró.
La llegada a Bolivia
A comienzos de los 80 Spedding viene por primera vez al continente americano. “La culpa la tuvo Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez”, señaló. Y tenía tantas ganas de conocer esta región, pero sabía a la vez tan poco de ella y, además, no hablaba nada de español, que termina en Jamaica, donde conoce a un par de traficantes de medio pelo, un holandés y un inglés (“No tenían dinero, lo único que poseían era medio kilo de la más pura pasta base de cocaína peruana -que es mucho mejor que la boliviana- y no hacían otra cosa que fumársela”) que le hablan de Bolivia. Es así como en 1982 llega por primera vez al país, luego regresa a Inglaterra para terminar la carrera de Antropología, en ese ínterin escribe sus primeras tres novelas del género de fantasía. Escribe otra, Fear and posing in Cambridge, que nunca le publican porque era un subgénero, mostraba las culturas de las drogas y los jóvenes desempleados de Cambridge en la época del thatcherismo (“Mostraba el trasero de la ciudad”, dijo Spedding), una línea distinta a lo que había hecho, a sus editores no les gustó. “Me adelanté a Trainspotting, de Irvine Welsh”, dijo entre risas.
Finalmente regresa al Bolivia en 1989. Buscando un tema para su tesis de doctorado cae en cuenta de que, a pesar del intenso movimiento de droga en el país, ‘nadies’ se interesaba en investigar eso, en estudiar este fenómeno, ella lo hace y titula esa tesis Wachu Wachu. Cultivo de coca e identidad en los Yungas de La Paz. Decide quedarse a vivir en los Yungas, pero no sabía qué “mierdas” hacer con su vida. Meses después empieza a dar clases en la Universidad Mayor de San Andrés, hasta hoy.
Spedding manifestó que decidió publicar Catre de fierro con una editorial como Plural para demostrarse que valía la pena hacerlo con alguien más, pero quedó un poco molesta porque para ella el precio que le pusieron(Bs 150) es demasiado alto, así que indicó que quizás su siguiente trabajo lo saque nuevamente con su editorial, Mama Huaco, con la que ha publicado sus anteriores libros, tanto de ficción como académicos. “Por lo menos hasta que reformulen de nuevo la estructura de costos”, aclaró Spedding, que también se quejó de que la mayoría de los autores bolivianos no aceptan críticas y se lamenta del poco debate académico que existe en el país. “Porque si yo digo “tu argumento no tiene fondo”, generalmente piensan que lo están atacando sin ningún motivo”, declaró la autora del thriller El viento de la cordillera, que junto a Manuel y Fortunato y De cuando en cuando Saturnina, conforma una trilogía cuyo único punto en común es que las tres novelas están protagonizadas por Saturnina Mamani Guarache, en diferentes situaciones (en De cuando en cuando… es una piloto de una nave espacial).
Y al parecer Spedding no se quedará con los brazos cruzados y subirá la apuesta en su siguiente novela, en la que recreará una historia alternativa al descubrimiento de América: “Los castellanos no realizan la conquista ya que fueron los moros los que contrataron a Colón”.
De Bolivia no se piensa mover, declaró, aquí vivirá hasta sus últimos días. Además, ni queriendo puede irse, afirmó, ya que tiene un arraigo que le impide salir del país. “Ni el Álvaro García Linera que es mi amigo puede retirarme ese puto arraigo”, dijo entre carcajadas la Spedding.
Fuente: Brújula