12/17/2009 por Marcelo Paz Soldan
Adolfo Cáceres Romero Premio de novela Marcelo Quiroga Santa Cruz

Adolfo Cáceres Romero Premio de novela Marcelo Quiroga Santa Cruz

Adolfo

Adolfo Cáceres devela sucesos del Chaco
Por Jordán Arandia Oscar E.

Adolfo Cáceres Romero gana el Concurso Nacional de Novela “Marcelo QUiroga Santa CRuz” 2009 con la novela El charanguista de Boqueron bajo el pseudónimo Khipukamayu.
Tres años de trabajar en la novela, dos escribiéndola y uno corrigiéndola. “Yo estaba escribiendo una otra novela pero el fallecimiento de mi suegro, Arturo Solís, dio un giro inesperado a mi trabajo. Resulta que él era un héroe de la Guerra del Chaco y me dejó algunos apuntes y escritos. Luego Don Víctor Jiménez García me dio unos apuntes de la guerra porque él había estado ahí… era músico. Y finalmente el diario del teniente coronel Taborga que me sirvió de mucho. Con esos tres elementos armé la novela”, relata el escritor Adolfo Cáceres Romero, ganador del premio único en el Concurso Nacional de Novela “Marcelo Quiroga Santa Cruz” 2009.
El jurado calificador del certamen dio a conocer este martes el resultado de su elección y entre algunos de los argumentos que destaca para premiar la obra El charanguista de Boquerón están, por ejemplo, la precisión con la que devela algunos sucesos desconocidos hasta hoy de esa contienda bélica entre Bolivia y Paraguay entre 1932 y 1935.
“Han ocurrido muchas cosas en esa guerra que todavía no se han contado. Por ejemplo el exterminio de los indios del lugar.
(Los soldados bolivianos) exterminaban a los tobas, iban a sus tribus y las incendiaban o les daban víveres envenenados porque para ellos era un problema, primero que les robaban cables y además les sacaban los víveres que les llegaban en camiones a los soldados”.
Situaciones como está no figuran en las descripciones históricas más conocidas. Y hay muchas más.
Gran historia
“Un día de esos, como mi suegro era parte de los cadetes Tres Pasos Al Frente que salieron con honores, estábamos reunidos con ellos en mi casa en una cena familiar, y uno de ellos contó un hecho muy sorprendente: resulta que los soldados bolivianos en algún momento, llegaron a confraternizar con los paraguayos gracias a la música porque cierta vez cuando estaba tocando el charango uno de mis personajes (Víctor Jiménez) los paraguayos del otro lado dejaron de tocar la guitarra y se pusieron a escuchar y llevaron a un guitarrista para que se pusiera a tocar. Y entre el charango del lado boliviano y la guitarra del paraguayo empezaron a tocar. Hasta que un día decidieron juntarlos a los dos y que se conozcan y se entendieron a las mil maravillas y tocaron felices”.
De esa manera, estudiando los apuntes dejados por combatientes de esa guerra, Cáceres empezó a hilar un argumento conductor que le permita encontrar la solidez a su novela. “Pero era difícil, me llevó tiempo”, dice.
“Uno de mis tíos, el hermano menor de mi papá, murió en la guerra del Chaco de muy jovencito. Y cuando murió mi padre me dejó una libretita con los poemas de mi tío Félix Cáceres y de ahí vienen mis personajes”.
El charanguista
Entre las historias más llamativas está una de las anécdotas del personaje central, el charanguista Víctor Jiménez, que en lugar de fusil llevaba su charango.
“Claro que lo obligaron a llevar su arma, pero él no mataba a nadie, disparaba a otro lugar, no quería asesinar. Pero una vez, llegó un momento en que se encontró frente a frente con un soldado paraguayo, y en ese momento era la vida de él o la del enemigo y tuvo que disparar… y lo mato. Se quedó llorando durante horas junto al cadáver, pidiéndole perdón, velándole, incluso hasta que sus compañeros se retiraron, el quedó ahí, arrodillado junto al muerto”.
Fuente: Los Tiempos