Por Jorge Soruco
Fue activista por los derechos humanos, embajador, periodista, poeta y, principalmente, un guerrero por la democracia armado con humor. A lo largo de su vida Jorge Mancilla Torres forjó la leyenda de Coco Manto, cuya partida dejó a Bolivia de duelo.
Mancilla falleció ayer en la ciudad de Cochabamba, en la que vivía desde 2017. Enfermo desde hacía varios años, el autor no dejaba de trabajar, al punto que su familia adelantó que en poco tiempo tiene prevista la publicación de material inédito.
“Era una persona muy creativa que siempre estaba activo. Durante este tiempo siguió creando. Aún no le puedo decir cuándo y dónde lo haremos, pero tenemos un libro para publicar”, aseguró uno de sus dos retoños, Pablo Mancilla.
Cuando la noticia se supo, sus amigos, colegas y admiradores manifestaron su pesar en las redes sociales. Instituciones como la Asociación Nacional de Periodistas de Bolivia publicaron mensajes en los que destacaron la lucha de Mancilla en defensa de la democracia y la libertad de expresión, al tiempo que elogiaban su escritura.
“Lamento profundamente la partida de Coco Manto, colega y amigo entrañable de toda una vida. Compartimos luchas e ideales durante los duros tiempos de las dictaduras militares de los años 70 y 80. Lo conocí en mis inicios del periodismo, a mediados de los 60, él como locutor de Radio Altiplano y yo como reportero de Fides, época en la que ganó fama con su programa de humor político Olla de grillos”, escribió en su cuenta de Facebook el también periodista Juan Carlos Salazar.
Por su parte, su colega Mario Roque recordó la etapa de radialista de Coco Manto. “Cuando era niño lo escuché a Coco Manto en radio Vanguardia. Recuerdo la radionovela Sara, la hija de la loca, producida por Fausto Caballero Molina, su esposa Grima y otros locutores que habían llegado a Colquiri a pedido de Coco”.
El cineasta y analista Alfonso Gumucio escribió en Facebook: “Me tomará unos días procesar su muerte. No por anunciada es menos dolorosa. Coco Manto es parte de mi vida desde que hicimos periodismo en El Nacional (1970-1971), y luego en el semanario Aquí con Luis Espinal, René Bascopé y Antonio Peredo como directores. El exilio mexicano que compartimos mientras ambos trabajamos en Excelsior, fue otra etapa dura pero estimulante. El hecho de que la política nos hubiera apartado unos centímetros en tiempos del MAS no disminuyó mi aprecio por el humor inagotable y la ocurrente poesía de Coco”.
Mancilla nació en Llallagua, Potosí, en 1940. Estudió en la Universidad Católica de La Paz (1969). Siempre se definió como “una mano de buen humor anticapitalista”, como recogía en su blog Mantología.
Trabajó como locutor y productor en las radios Pío XII y Vanguardia de los centros mineros (1960-65) y Altiplano e Illimani de La Paz (1966-1971). Fue reportero y columnista de los diarios Expreso y Extra de Lima (1972-1977) y del semanario paceño Aquí (1978-1980).
Se enfrentó a la dictadura de palabra y de frente. “Siempre estuvo involucrado en la política, pero de parte del pueblo. Defendió a los indefensos de los poderosos”, recuerda su hijo.
En los 80 se vio obligado a exiliarse a México, país donde estuvo durante 25 años. Pero ni en tales circunstancias dejó de trabajar. Redactor, editorialista y editor de los diarios Excelsior y Últimas Noticias de México (1981-2005). En 2006 fue designado embajador de Bolivia por el gobierno de Evo Morales.
“Pero la distancia no lo alejaba de Bolivia. Era un ‘boliviano de profesión’, siempre pensando en su patria. Se sumó al proceso de cambio porque él siempre creyó y pensó en un país pluricultural, con varias nacionalidades”, agrega Mancilla.
Fue, asimismo, un poeta destacado cuyos versos fueron musicalizados por diversos artistas nacionales. Escribía sobre el país, su folklore, sus danzas, sus personas y sus problemas.
Esa faceta sorprendía a muchos en el país. Su hijo recordó que presentando un libro dejó a la audiencia desconcertada por su humor y su conocimiento de los versos y sus autores. “Ellos lo conocían por sus columnas sobre política y sociedad. Pero escucharlo hablar de poetas, comentar jocosamente de ese arte fue una sorpresa”.
A lo largo de su carrera ganó varios premios por su escritura. Desde el Franz Tamayo de La Paz hasta reconocimiento de poesía en México. Publicó 13 libros entre poesía, ensayo y humorismo. Uno de sus textos describía claramente los abusos a la prensa durante la dictadura de Banzer (1971-1978).
Su familia calcula que sólo con sus letras llenaría, al menos, cuatro discos de música, descontando Clamor por la vuelta al mar, editado en 2018. “Sus canciones eran muy apreciadas por su poesía. Hablaba de folklore, danzas, los bolivianos y sus problemas, pero de una manera pulcra sin buscar ser elitista”, dice su hijo.
Fue la última persona en ganar el Premio Nacional de Culturas, antiguamente el principal galardón cultural del país. Lo hizo en 2019, después de una campaña llevada a cabo por varios sectores de la sociedad.
Fuente: Página Siete