Por Caio Ruvenal
El escritor tarijeño que reside en Cochabamba, Gonzalo Lema, ha publicado recientemente “Hola, mi amor”, [que estará disponible para el público lector boliviano en un par de semanas] una nueva novela de la serie de su entrañable detective Santiago Blanco, tal vez el más prolífico personaje ficticio de la narrativa boliviana, al ser esta su tercera novela y su sexto libro en conjunto, si se cuentan los volúmenes de cuentos.
Santiago Blanco, un uniformado retirado, cínico, pero siempre con clara visión moral, ha crecido junto con Lema. Empezó sus primeros relatos con 35 y al día de hoy tiene más de 60. En este libro la acción se sitúa en Villamontes que sufre una serie de casos delictivos, todos ellos relacionados al monopolio de prostíbulos en la ciudad y a la toma de rutas de la marihuana y la cocaína. Al mismo tiempo, deberá cerrar una relación sentimental que carga hace años.
“Un hombre sentimental”, “Dime contra quién disparo”, “Fue por tu amor, María”, “La reina del café” y “Que te vaya como mereces” son novelas y cuentos del investigador Santiago Blanco, todos publicados por Plural Editores.
¿Cuándo percibes que el investigador Santiago Blanco tiene una nueva historia para contar?
Es una pregunta esencial, de fondo. Yo, que tengo una larguísima experiencia escribiendo libros, no me siento a escribir sino siento impulsos. Cuando era joven me sentaba y lo hacía, más de una vez, pero por disciplina. Yo prefiero sentir los impulsos, la predisposición para hacerlo. He aprendido con el tiempo, pacientemente, que algún tema me tome. Ese mismo tema con el tiempo me impulsa a escribir, mientras tanto leo y me dedico a otras actividades.
En esta ocasión, tu investigador está en Villamontes, una ciudad de tu natal Tarija ¿Qué visión de este municipio chaqueño se ve plasmado en la novela?
“Hola, mi amor”, en el tema sentimental, es una continuación de “Qué te vaya como mereces” (2017). Santiago debe resolver su relación de larga data con Gladis, una exprostituta que vive en Villamontes porque su hijo trabaja en Yacimientos, y este, a su vez, se ha casado, y le ha dado un nieto. Gladis le ofrece a Santiago Blanco que sea abuelo. En Villamontes, una de las capitales de provincia más organizada que conozco, hermosa ciudad museo, favorecida por lo sucedido en la Guerra del Chaco. Este hermoso lugar de avenidas anchas, muy desarrollado, muy favorecido por los pozos de gas, es, efectivamente, el vientre en el cual se va a desarrollar “Hola, mi amor”. Pero, ellos que son migrantes cochabambinos (los protagonistas de la historia), viven en un barrio más allá del centro, casi en la periferia. Santiago Blanco es freidor de sábalos al mediodía y en la noche es el mozo de la silpanchería en el mismo local, cambia de rol. Esta ciudad de frontera es el escenario en el que va a existir una guerra que es sorda, pero es común a cualquier ciudad en el mundo, que es el monopolio de los prostíbulos y la toma de caminos de la marihuana y la cocaína. Santiago Blanco debe resolver las muertes que estos temas reproducen.
Santiago va creciendo en los libros, empezó con 35 y en el último relato tiene 60 ¿Cómo este envejecimiento transforma sus aventuras y qué nuevas cuestiones, dudas afronta frente a la vida?
En algún libro, se data su fecha de nacimiento el 28 de enero de 1959. En el primer libro de Santiago Blanco, “Un hombre sentimental”, con cuatro cuentos, él es capaz de trepar muros y de liarse a puñetes; tiene gestos audaces, atrevimientos, propios de la edad. Lo que lo ha ganado con los años es la comida, mucho alcohol, no tiene ningún pesar, pero tiene adicción por las prostitutas, más que por otras mujeres. Eso se la ha ido subrayando, pero, por lo demás, es más razonador. En esta novela, el fiscal, que tiene mucha más participación, lo define bien como Menotti cuando armó la selección de fútbol del 78 y cuando no podía llevar jugadores europeos a Argentina, y buscó jugadores de raza. ‘Usted es un investigador de raza’, le dice.
La novela negra sirve como un prisma para describir el lado oscuro, subterráneo de una sociedad ¿Qué hallazgos ha encontrado Santiago Blanco de este aspecto de la sociedad boliviana?
Las construcciones de las sociedades, las buenas costumbres, son bastante comunes en nuestro país. Es una clase media que llega de las provincias, a través del tío o el abuelo capinoteño o chaqueño, en mi caso. Efectivamente, la narración policial permite mirar bajo la alfombra. El personaje y todos los que están alrededor de él husmean, no creen lo primero que escuchan, lo primero que hacen es desconfiar. Ellos están intentando leer el fondo de las cosas y ahí, como en cualquier vida, no todo es prístino o transparente. Esa perfección es imposible. Cuando hablamos de la sociedad, la construcción de las fortunas, el buen nombre, la tradición de algunas familias, el éxito de algunos individuos, si de por medio está un investigador ya no resulta tan transparente.
El título me hizo referencia directamente a “Adiós, muñeca” de Raymond Chandler, como un nombre inverso ¿Ha sido una referencia voluntaria? ¿Cuáles son tus principales influencias en el género?
No he pensado necesariamente en emular a Raymond Chandler, respecto al título, sin embargo, yo gozo de la literatura policial clásica donde Chandler es mi preferido. Respecto a la novela y su título, él va a responder un problema, va a Villamontes y espera que se lo salude, así como bienvenida: “Hola mi amor”, incluso esa pretensión suya se ve hasta empañada, hasta distorsionada, es un momento de conmoción para él, la novela lo explica. Advierto que de manera consciente e inconsciente me inclino a esa influencia de los clásicos, lo mío es bien policial y los títulos revelan aquello.
Estamos ante una disyuntiva antes de escribir una novela policial o erótica o de cualquier subgénero. ¿Vamos a escribir género o vamos a escribir novela? Porque lo que me gusta de Haynes o Chandler es que escriben novelas con trama policial. Nos está sucediendo que la mayoría de los escritores optan por escribir género. Las de Santiago Blanco son novelas.
Fuente: Opinion