08/01/2008 por Marcelo Paz Soldan
Un poeta bajo las sombras

Un poeta bajo las sombras

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Un poeta bajo las sombras
Por: Marco Montellano / Pluriarquía

En 2004, en la ciudad de El Alto, Julio Barriga publicaba “Versos perversos”:
He llegado a inventarme nuevos atavismos/ buscando con fatiga completa irresponsabilidad verbal
No, no me he equivocado de título al presentar, solo que al empezar el listado me surgió una pregunta. ¿Cuántos libros ha publicado en verdad el quijote de san rock(e)?
Desde El fuego está cortado, ese despertar poético a media tarde, hasta Versos perversos yo diría que muchos, es decir ninguno. Claro, la nota periodística afirmará que empastados-engrampados suman cinco. Quiero convencerme, sin embargo, de que, después de algunas hojas amarillas, con el libro que se terminaba de imprimir en talleres de la empresa Andigraf, en la ciudad de El Alto, el 19 de julio de 2004, mientras saludaba a los ‘vinosuarios’, Julio anunciaba con apasionado desgano que había vuelto a la casita familiar (ella, como él, precoz en la decadencia). Aquellos eran días de maletas. Salía de una fría ciudad con nombre de trasmundo -que no lo abandonará jamás- y volvía a ese sedacal que es Tarija, donde la erosión esculpe la poesía de lo prosaico, a darse cuenta que, de repente, a la ciudad y a él, racimos de palabras, parecían brotarles.
Nombro a la ciudad, a las ciudades, porque en las aristas del poema que escribía Barriga desde 1992 (tal vez antes, según algunos documentos chilenos) hasta el que exuda el 2004, la fascinación por los ámbitos, las calles, la arquitectura y las personas es muy importante en nuestra lectura. Las urbes (La Paz, Mendoza) son más que un espacio geográfico, son los escenarios en los que la poesía transita. Se detiene. Existe.
Frente a ellos, más siempre desde una impiadosa mirada interna “la derrota del poeta es el triunfo del poema”. (Quino)
Cuaderno de sombra es el primer libro de Julio Barriga. El primero redondo, el primero que cierra, el primero que es uno solo, una unidad.
Algo aquí ha cambiado. El tema barriguiano por excelencia, la soledad, se simplifica, se amplifica, ésta, que era su única propiedad privada, y aquella honda erosión que carcavea el alma son hoy, sin embargo, las mismas.
Otras cosas impresionan, o impresionan de otra forma para ser exacto: el fracaso, la cultura, los nuevos chicos del barrio, viajar en micro…
Han pasado 2.000 botellas de vino tinto, 40°… Julio ha conocido al silencio. De repente en el poema hay un fantasma que de verdad ha muerto.
Cuaderno de sombra es una saltana. Un anuncio en extremo hermoso, una revelación, una contraseña. El poeta ha sido totalmente vencido por la poesía.
El espacio se ha reducido se ha sublimado:
En el acantilado de mi cama, al abismo del alba/hay formas y terrores/extendiendo sus garras/a los que debemos atender: seres menguantes/devorados por sueños perniciosos/sacudiéndose como heladeras descompuestas/en ámbitos a los que les han crecido espinas.
Ya no es necesaria la barahúnda de la Rue Ortega, apenas podemos con la mirada que sigue el alejarse de la (calle) D’ Orbigny.
¡Mira! Un llockalla prematuramente envejecido en la disolución y la desilusión… sabe que al final, el crisol de la tiniebla esclarecerá su existencia. Julio ha mirado el espejo del olvido.
Cuaderno de sombra es un cambio de ritmo que nos demuestra que Barriga compone una sinfonía y no una canción. Cuaderno de sombra es el obsequio, el homenaje final que a Julio le da Robertito (Echazú) Si hasta parece pedirle:
Mañana levanta de nuevo los restos de tu vida, júntalos… Sigues siendo sólo tú, que te escribes cartas urgentes a ti mismo.
Crónica de la presentación
El 18 de julio de 2008 se presentó el libro del maestro Barriga. El acto fue muy sencillo, con poca gente para la calidad de lo que se exponía, pero con un ambiente de confianza y cariño que lo compensaba todo.
Quedan para el anecdotario varias cosas, como siempre, Julio hizo de las suyas… Luego, cuando se suponía que ya era hora de que el evento comience, dijo que “volvía enseguida” y, literalmente, desapareció durante más de media hora. La gente empezaba a ponerse impaciente y nosotros peor, pensábamos que se había perdido o desanimado, o quien sabe qué. Al final, con una lata de cerveza en la mano llegaba diciendo “qué difícil que es conseguir una tellita aquí”.
Habló primero Fernando Barrientos y luego el autor de esta nota. Luego le tocó el turno a Julio. Había ya disminuido un poco el vaso de agua y salió a dar unas palabras y leer parte de su libro. Por cierto, su discurso -una hoja de papel rota y sucia- lo había puesto al medio de uno de los 40 libros que había a la venta, lo encontramos de casualidad, aunque sospecho que lo sabía de memoria, puesto que salió a leer sin lentes y es sabido que su vista es muy mala. Sin embargo, leyó, leyó,y leyó… Já, le habíamos hecho prometer que no lea más de tres poemas, por que en el acto en La Paz- según contó Fernando- se emocionó y casi lee todo el libro, hasta que un amigo -esos personajes que lo frecuentan- le gritó del fondo: “¡Ya basta, si no, no voy a comprar tu libro!” Jé, bueno, aquí prometió leer tres, pero leyó al final 5 ó 6.
Su voz denotaba emoción, franqueza, tranquilidad. Las menciones a (el escritor tarijeño) Robertito Echazú marcaron su discurso.
Fuente: El Deber