Entrevista a Bartolomé Leal por Marcelo Paz Soldán
[Esta entrevista a Bartolomé Leal a propósito de su novela Tránsitos Andinos (Nuevo Milenio, 2024) ha sido realizada siguiendo la estructura misma del libro. La novela está escrita por capítulos que se desarrollan en distintas localidades y ciudades, por lo que fue importante respetar ese orden, aunque no siempre sea lo ideal o recomendable.]
El escritor chileno Bartolomé Leal nos adentra en los profundos laberintos de Tránsitos Andinos (Nuevo Milenio, 2024), una novela que fusiona el género negro con elementos fantásticos y mitológicos. Leal explora la relación entre el subconsciente y la creación literaria, destacando cómo los miedos más profundos, especialmente el temor a la muerte y la violencia inherente en la sociedad, se filtran en la narrativa. La novela inicia con un crimen en Santiago que desencadena una furia interna en el protagonista, condicionando el desarrollo de la trama y reflejando la influencia silenciosa pero tenaz del subconsciente en la vida y obra del escritor.
A lo largo de la historia, el protagonista transita por diversos lugares como París, La Paz, Cochabamba, Cusco y el Lago Titicaca. Cada uno representa no sólo un escenario físico sino también etapas cruciales en su búsqueda personal. París es el escenario de su aislamiento y confrontación con los condicionamientos intelectuales; La Paz le ofrece un deslumbramiento físico y espiritual que desafía su percepción de la muerte; en Cochabamba, enfrenta fracasos sentimentales y un escepticismo creciente; mientras que en Cusco y Machu Picchu, busca una posible redención a través de la conexión con culturas ancestrales y el amor. El Lago Titicaca se convierte en un punto culminante donde convergen todas sus experiencias, enfrentándolo a la locura o la muerte.
El constante nomadismo del protagonista refleja una búsqueda incesante de justicia, sentido y redención. Leal utiliza este desplazamiento para desafiar las convenciones del género y sumergir al lector en una reflexión sobre la racionalidad y los elementos inexplicables de la existencia humana. La novela se convierte así en un viaje interior que cuestiona la influencia del azar, la naturaleza divina de la humanidad y los demonios que todos enfrentamos, invitando al lector a adentrarse en los misterios del subconsciente y la condición humana.
- Capítulo I: En Santiago 1
—La novela empieza con una atmósfera llena de suspenso y violencia en Santiago. ¿Por qué decidiste abrir la historia con un crimen y qué importancia tiene esto en la trama que se desarrolla más adelante?
Habría muchas cosas que explicar acerca de la relación entre la vida de un escritor de ficción y su producción literaria. Destaco la presencia silenciosa y tenaz del subconsciente, que sólo a veces se expresa en la memoria, la cual es fugaz y veleidosa. Es necesario atraparla, ordenarla y congelarla para que se transforme en discurso narrativo. Y el resultado nunca es lo que uno desea, para bien o para mal. Lo más oscuro del subconsciente se cuela en la memoria y a menudo se impone. Entre aquello descuella el miedo a la muerte, que se hace más temible cuando la violencia impera. Por eso, un crimen gatilla en el protagonista de Tránsitos Andinos, una furia interna que sólo puede neutralizarse con otro crimen, reivindicativo. Así se abre el libro y, por cierto, eso condiciona la continuación del relato, sin que el personaje ficticio lo perciba; aunque el autor sí lo percibe, quizá sin saber bien si es él mismo o es el otro, como lo habría puesto Borges.
- Capítulo II: En París
—En París, el protagonista vive un aislamiento marcado y parece perder el rumbo entre sus pensamientos y acciones. ¿Qué representa París para el protagonista y cómo influye la ciudad en su estado emocional?
Un escritor es todos sus personajes, como lo señaló tan justamente Flaubert (Madame Bovary soy yo). “Un libro es un libro es un libro”, se podría decir también, parodiando a Gertrude Stein, mecenas de los escritores gringos en París y librera del Barrio Latino, a pasos de la fuente de Saint-Michel, lugar sagrado para mí. Para el protagonista también. Es por allí, rondando por los muelles e islas del Sena y buscando a Fantomas por los techos, donde él sublima a su modo la carga de violencia que lleva adentro y que apacigua rompiendo sus condicionamientos de intelectual latinoamericano. Eso que lleva consigo al optar por un autoexilio apenas racionalizado. Se deja conducir por la ciudad, que actúa con la fuerza del inconsciente colectivo, el cual mana desde sus adoquines, paredes, callejones y escondrijos. En sus cafés, cines, parques y barrios canallescos, París fija el rumbo: no lo hacen el mapa ni el mito.
- Capítulo IV: En La Paz
—La historia en La Paz está llena de recuerdos y resentimientos. ¿Qué impacto tiene la ciudad en la vida del protagonista y qué experiencias lo marcaron en ese lugar?
Suena mejor decir sentimientos y resentimientos, tanto si se trata del autor como de su personaje. El azar lo puso en La Paz y le produjo un deslumbramiento físico y espiritual. Relegó París al subconsciente (con ayuda de la altitud, por supuesto, que desconfigura el funcionamiento del cerebro), y descubrió que había otras formas de desfondarse, de naufragar en el límite. Morir en La Paz podría ser no un final sino un principio, un proceso iniciático. Es un momento clave en su vida, así lo cree. Siente que ha perdido el miedo a la muerte y que, al revés, la busca. Con ayuda, claro, de ese “regalo de Dios” que tanto ha servido para hacer literatura. ¿Qué horror se esconde al fondo de cada chifa? La vida y la muerte están hechas de lugares territorialmente marcados. No sólo los grandes espacios geográficos, sino por añadidura las minuciosidades municipales. En este caso, es un desplazamiento a otra ciudad lo que le salva.
- Capítulos VII y VIII: En Cochabamba 1 y 2
—En Cochabamba, el protagonista parece reencontrarse con fragmentos de su pasado. ¿Qué papel juega Cochabamba en el proceso de redención o cambio del personaje?
En la placidez cochabambina, al menos vigente en los tiempos en que se desarrolla la narración, el protagonista (¿o el autor?) reflexiona mucho, se divierte, hace amigos, pasea, incluso escribe un poco. La política, si es que existe para él, le parece remota. Es un extranjero, un injerto de parisino con paceño, no quiere saber nada de esos políticos payasescos que se desgañitan profiriendo sandeces en la tele. Apasionados por crear el caos y servirse de él para sus inconfesables ambiciones. El personaje recupera algo de la memoria y reconstruye partes de su pasado, aunque, como a cualquier persona, hechos reales y sueños a menudo se confunden, caras y nombres se olvidan, fechas y etapas se aturullan. Pero nuevamente el azar lo domina. Dios no juega al azar, le sopla el autor. Lo ignora. Vive en carne propia el embate azaroso. La redención no va por ahí, aunque sí el cambio hacia una forma más radical de escepticismo integral.
- Capítulos IX y X: En Cochabamba 3 y 4
—Cochabamba se presenta nuevamente como escenario, pero esta vez con un matiz más introspectivo y agresivo. ¿Puedes explicarnos cómo evoluciona el protagonista durante sus estadías en Cochabamba y qué significa para él este retorno repetitivo?
Cochabamba se transforma en el infierno tan temido. El personaje se percata que él mismo ha sido el primer motor inmóvil, glosando a Aristóteles, de la hecatombe que se desencadena y lo excluye de una ciudad con la cual se había encariñado. Los demonios que lo acosan, que por cierto son personajes de carne y hueso (de palabras impresas en papel, digamos), lo enfrentan a una serie de fracasos sentimentales apabullantes (pido disculpas por abusar de los adjetivos). Deja de ser un observador neutral, un intocable experto internacional bien pagado. La ciudad entera se vuelve un enemigo implacable, sobre todo porque se burla de él, lo va hundiendo en el ridículo. Todo esto le hace huir una vez más, en busca de no sabe qué, sobre todo porque significa acercarse a un retorno a su país natal, al cual odia por sobre todas las cosas. Se percata que se ha quedado solo, abandonado por causa suya. No hay culpables, salvo el siempre inasible y maldito azar.
- Capítulo XII: En Santiago 3
—En este capítulo, se observa un retorno a Santiago con una carga emocional evidente. ¿Podrías explicar qué hace al protagonista volver a Santiago y cómo su percepción de la ciudad ha cambiado desde la primera parte de la historia?
Para el protagonista París es una ciudad inmutable, nada cambia, nada se deteriora ni mejora. Es su encanto particular, es como un cementerio descuidado por los vivos y protegido por los muertos. A La Paz la siente como una ciudad que cambia todos los días, a veces todas las horas, que vibra, y eso la hace fascinante. Una ciudad que miente. A Santiago la ve como una ciudad que cambia para empeorar, para crecer y modernizarse como un enorme tumor, mientras el resto del país languidece, copia a la urbe y empeora también. La decadencia de Chile no le es ajena. Todo eso se tiñe de emocionalidad, bien entendido. Por eso este capítulo se llena de recuerdos; hay la infancia recuperada, hay los amores adolescentes, hay las vivencias truculentas, hay el presente de una nueva violencia que ha traído delincuencia desatada, aliñada con reivindicaciones sociales. En fin, la pesadilla.
- Capítulo XIV: En Cusco 1
—Cusco es una ciudad llena de historia y tradición. ¿Qué simbolismo tiene el paso del protagonista por Cusco y cómo se entrelaza esta visita con su búsqueda de sentido o justicia?
El autor ha explorado los misterios de Cusco en dos libros, En el Cusco el rey y El escriba de San Blas. Historias detectivescas con un investigador cultural, lejanas a vulgaridades policiacas o prédicas políticamente correctas. Es por eso que el personaje de Tránsitos Andinos, más autorreferente que nunca, vuelve a Cusco para reencontrarse con un pasado que estima, que valoriza, que lo conmueve. Puede que allí se halle su redención; en la música y la pintura de los pueblos ancestrales. En la vieja religión integrada en la piedra de los templos cristianos y en la piedad sincrética de la gente. En los placeres sencillos de la comida y las procesiones, en las cervezas compartidas y los cafés solitarios. No puede liberarse de fantasías autodestructivas, por cierto. No está para cariños ni gestos solidarios. Bebe inmoderadamente, en fin, se halla listo para la locura o la muerte. Recuerda las veces que el demonio lo increpó por su comportamiento.
- Capítulo XVI: En Machu Picchu
—La llegada a Machu Picchu marca un punto interesante de reflexión para el protagonista. ¿Por qué eliges este lugar como escenario y qué simboliza para el desarrollo del personaje?
Es un escape hacia una especie de arcoíris, así se lo imagina el narrador. El lugar encantado y cantado. Un Aleph donde se manifiestan todas las fuerzas que confirman la naturaleza divina de la especie humana. Le vuelven a la mente sus errores de infancia y juventud, que lee como pecados. Pecados contra la fe cristiana. Pues en Machu Picchu, tratado como un escenario de romance, al modo de tantas películas que mechan sus historias con lugares de prestigio, es donde el protagonista encuentra el amor. O cree que lo encuentra. El autor con esto apura el desenlace, dejando espacio eso sí para que, como en todo el libro, dinámicas inesperadas vuelvan a desordenar las ansias del protagonista por recuperar la razón, si es que alguna vez la tuvo. Se obvia todo lo que tiene que ver con el Machu Picchu comercial, mancillado por el turismo desbocado, en continua disputa de codicias y contenciosos.
- Capítulos XVII y XVIII: En el Lago Titicaca 1 y 2
—El Lago Titicaca tiene una presencia mística y poderosa en la historia. ¿Cómo influye este lugar en el estado de ánimo del protagonista y cuál es su relevancia en el desenlace de la historia?
Este capítulo ha sido para mí una provocación al género negro convencional, al cual la novela adscribe, ya que introduce elementos fantásticos y mitológicos en la narrativa, en la saga del personaje, digamos. Me parece un apronte a un desenlace lógico, en la medida que confluyen las experiencias que el protagonista relata a lo largo de toda la novela, y donde la locura es presentada con puntos de vista diversos, desde los traumas de infancia al horror de la muerte violenta, las enfermedades mentales y la pasión estética. Creo firmemente que la vida no está hecha sólo de racionalidad, de elementos de fácil comprensión, sino que está plagada de factores alienantes, inexplicables con la pura inteligencia. Y es allí, al final de un camino tortuoso y variado donde el protagonista queda en esta parte de la historia. La cual sigue, naturalmente, en busca del desenlace de todo libro: la vida (se casaron y tuvieron muchos hijos) o la muerte.
- Reflexión general sobre el nomadismo
—A lo largo del libro, vemos un constante desplazamiento por distintas ciudades y países. ¿Cómo se relaciona este nomadismo del protagonista con la temática general de la novela y cómo se conecta con su búsqueda personal de justicia o redención?
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Fuente: Editorial Nuevo Milenio