Inteligencia infantil
Por: Wilmer Urrelo
Si hay algo que me enoja profundamente son las siguiente frases: «son niñerías tuyas» o bien «es una reacción infantil». Quienes las usan, con frecuencia, creen que lo hacen para insultar a otra persona. Decirle infantil o niño o niña es una forma de rebajarlos. Pero cuán equivocados están, pues no hay seres más inteligentes que los niños y niñas (y los perros) en este horrible mundo. Es por eso que, cada vez que veo algún libro de un autor o autora de la catalogada como «literatura infantil», así entre comillas, pienso en el doble trabajo que deben para que las historias que cuentan sean creíbles. Nosotros los grandes a veces nos tragamos cualquier historia, pero no así los más pequeños.
Uma y el Círculo mágico es una historia que, imagino, muchos de los acá presentes quisieron vivir alguna vez. ¿No les pasa que cuando viajan vía terrestre imaginan lo que puede ocurrir fuera, en le paisaje que están viendo? Uma, al ser el ayudante de un chofer, tiene la suerte de poder ir de acá para allá, de conocer los caminos, de grabar en su mente los cambios de vegetación y, también, las historias que circulan por ahí… y claro, cómo no, de sufrir una marca indeleble de la identidad boliviana: los bloqueos.
Uma y su jefe están ahí sin poder hacer nada, imagen televisiva: los camiones y las flotas uno detrás de otro. El mandamás lo manda a hacer algo y ahí comienza la historia. El niño de este libro se topa con una puerta y ¡zas! de pronto ya está en otro mundo. El mundo del Círculo mágico. En ese extraño viaje conocerá, entre otros, a la abuela oveja, a la magnífica hermana Muerte y a la aburrida hermana Vida y también, por qué no decirlo, a la temible naturaleza. Con tanto cambio climático, sinceramente, empiezo ya a temerle. No están lejos los días en que ésta cobrará venganza por todo lo que nuestra pobre especie le está haciendo. Sin embargo, mientras tanto, la víctima de aquélla serán los sempiternos choferes de nuestras rutas. Ojo: Uma es no uno de ellos, sí, es aún un ayudante, pero está dentro del gremio y la sangre llama a la sangre, y hará todo lo posible para que eso no ocurra. No les cuento lo demás porque sino le quito emoción al libro, aunque lo cierto es que nuestro protagonista deberá enfrentar varias pruebas para poder salir de ese extraño Círculo y así alertar a sus colegas de que se viene la hecatombe. Chiste: más de un barita y una cebra estaría feliz de que gane la naturaleza. Pero ese es otro tema. Lo cierto es que este libro cumple con una máxima que debe exigirse a todo relato de ficción: es creíble y no solo lo digo yo, sino mi pequeña sobrina a quien se lo leí en voz alta en vez de ver Willa y los animales. Ahí estaban las preguntas de ella: a) ¿por qué el cerro es malo?, b) ¿por qué el río quiere hacerles daño?, c) ¿por qué Uma es tan inteligente? Y ahí la respuesta: porque los niños y niñas son inteligentes, mija, los brutos somos los grandes.
Fuente: Ecdótica