Deambulando por la carretera
Por: Ernesto Contreras Garrett
Los premios Oscar de la Academia Cinematográfica de Los Estados Unidos despiertan odio y pasión entre las personas. Efectivamente tienen momentos memorables, que son los que quedan a la larga, como el emotivo discurso de Cuba Gooding Jr. al ganar el premio a mejor actor de reparto o el Oscar a la trayectoria que recibió Jerry Lewis en 2009. Y es que digan lo que digan, el Oscar es el sueño de cualquier persona que trabaja en el mundo del cine.
Lamentablemente, al estar seguras de eso, las personas de la Academia se han caracterizado sobretodo en los últimos años por hacer justicia a su manera, premiando muchas veces aquello que no debe ser premiado, omitiendo a grandes películas – o autores de las mismas – y escarmentando a personajes del medio con los que mantienen diferencias, tomando muchas veces decisiones ilógicas, sólo para demostrar al mundo que los que mandan son ellos. Y, pase lo que pase, siempre quedarán impunes.
Son muchos los casos que podríamos señalar haciendo referencia al párrafo anterior:
1.- Titanic y los polémicos Oscars a mejor maquillaje (por los muertos en el agua, superando así a Man in Black) y el premio a la mejor película.
2.- Diez nominaciones para Gangs of New York y ninguna estatuilla (Scorsese estaba peleado con la Academia en ese entonces).
3.- Oscar a “When you beleive” en desmedro de “I don’t want to miss a thing” interpretada por Aerosmith (Considerada una de las tres mejores canciones de 1998.)
En fin, parecería que la polémica es el elemento más importante en todo lo que involucra a los premios de la Academia. Y este año no fue la excepción.
Cormac McCarthy es – según muchos de los críticos – uno de los mejores escritores norteamericanos de su tiempo. Comparan su forma de escribir con la de Faulkner y Twain y su forma de vivir con la de Salinger (realizó su primera entrevista para la televisión el 2007, nació en 1933 y publicó su primera novela en 1965).
Sus obras (entre las más destacadas: Meridiano de Sangre, No es país para viejos y La carretera) se han vendido y muy bien en Estados Unidos y Europa – lamentablemente en Sudamérica casi nadie lo conoce – y su capacidad para describir escenarios, situaciones y sentimientos ha hecho que algunas de ellas hayan clamado a gritos ser llevadas al cine.
Situación que sucedió con “No es país para viejos” (Dirigida por los Hermanos Coen y ganadora en cuatro de las ocho nominaciones al Oscar en 2007: Mejor película, mejor dirección, mejor actor de reparto y mejor guión adaptado).
Fenómeno que no pasará este año, porque al parecer los encargados de las nominaciones no vieron – tratando de ser benévolo con esas personas – la adaptación del libro de McCarthy: The Road (Dirigida por el poco conocido John Hillcoat). Y justo en un año en el que las buenas películas han hecho falta.
Nadie sabe exactamente qué pasó y por qué se la dejó de lado, ya que esta película contiene, entre otras cosas, a la mejor actuación masculina del 2009 a cargo de Vigo Mortensen, quien comparte el reparto con Charlize Theron, Guy Pearce y Robert Duvall, además del joven actor Kodi Smit-Mcphee.
Y podría haber sido nominada a otras categorías: Mejor Película, mejor director, mejor guión adaptado, mejor actor secundario, mejor fotografía. Sin embargo no pasó.
Sabiamente el director de la misma – y ahí uno de sus méritos – no se mete con el guión y la historia original del libro, tratando de poner su granito de arena a la historia. El libro es demasiado fuerte para eso, no necesitas cambiar partes, porque el autor se encarga de describir de una manera casi perfecta toda la situación.
También se debe hablar de la fotografía, a cargo del español Javer Aguirresarobe (su mejor trabajo según algunos críticos). Quien te lleva de la mano por el escenario post-apocalíptico, triste, oscuro, sombrío y de destrucción en el que viven los personajes.
La novela trata de la historia de un padre y su hijo que buscan sobrevivir a toda costa, en lo que queda del Planeta, que ha sido convertido en un lugar inhabitable, como consecuencia de un cataclismo desconocido. Donde el canibalismo, el odio y la enfermedad están a la orden del día. Es un escenario bastante triste y nada alentador. Nadie sabe exactamente qué hacer porque no tiene solución, así que sólo queda aguantar hasta morir, convertirte en un caníbal o suicidarte.
Tanto el libro como la adaptación cinematográfica son obras de arte. El primero recibió todos los elogios de la crítica y el premio Pulitzer de ficción en 2007. Suerte con la que no contó la película que pasará a la historia como una de las mayores injusticas que la Academia de las Artes y de las Ciencias Cinematográficas ha cometido en toda su historia.
Fuente: Ecdótica