Vaginario o el despliegue de lo femenino
Por: Christian J. Kanahuaty
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Cuando en agosto entrevisté a Paola Senseve, sin haber leído antes el Vaginario nos concentramos en rastrear aquella materia prima de la cual yo pensaba que ella se había nutrido para dar forma a un libro de cuentos, que además poseía el sugestivo título de Vaginario, sin embargo, cuando uno empieza a leerlo no sólo se encuentra con la sorpresa de que en realidad son dos libros, uno de cuentos y el otro formado a partir de epígrafes que son poemas cortos escritos por diferentes mujeres. La segunda idea que surge es que a veces los poemas son prolongaciones de los cuentos, otros son como antecedentes inmediatos y otros son más bien ecos o resonancias de los cuentos, en todo caso, el cuento y el poema se complementan, se oyen y se responden sutilmente y a veces, con una cadencia tal que es necesario soltar el libro y respirar por un momento antes de proseguir con la lectura.
Las mujeres de Paola
Quisiera concentrarme en el libro como tal, como unidad. Pero antes de ello, debo decir que no me detendré a decir el cuento tal es asá y dice aquello o el cuento aquel trata sobre esto otro desde esta voz, que en realidad es una voz impostada porque el narrador es la misma que protagoniza la historia y por tanto la distancia no existe. Más allá del tiempo, claro, pero el tiempo como la edad, uno reconoce, que son metáforas de algo que quizás es inexistente.
Esa es una primera anotación que uno saca del libro de Paola, la siguiente es el misterio de siempre, irresuelto desde Freud, quizás por ello Paola lo sabe también como estudiante de psicología. ¿Qué quieren las mujeres? Y como derivación casi obvia ¿En qué piensan las mujeres? Permítanme acá una pequeña digresión: en la película Lo que ellas quieren protagonizada por Mel Gibson y Helen Hunt que además fue dirigida por una mujer: Nancy Meyers surge justamente esa pregunta: ¿Qué quieren las mujeres? Se sugiere que esa respuesta es desconocida incluso para las mismas féminas. ¿Qué me hace pensar en una conexión diferente pero igual con Vaginario? Para empezar que los poemas epígrafes de cada uno de los cuentos está firmado por una mujer, una mujer distinta que uno –de alguna manera intuye que tienen algo en común- descubre al final del libro que no son otras que una prolongación de Paola Senseve. Lo que nos indica, al menos a mí lo hace, que incluso ella, la joven autora se busca en otras. Al estilo de Pessoa va conformando deutoronomios con el objetivo de rastrear no sólo las formas de la escritura, sino sobre todo las formas que puede ir adquiriendo su ser, su carácter y sobre todo, sus sueños. Los sueños de una mujer son por sobre todo la cosa más misteriosa que podría existir, nosotros como hombres soñamos a colores sí y con cierta dinámica, pero ellas sueñas en tonos de caleidoscopio psicodélico de los años sesenta, son sueños con banda sonora en el fondo y con profundidad como si las paredes pudieran ser atravesadas al solo poner nuestro dedo índice al contacto con su aspereza. Senseve lo sabe, conoce esa sensación de ser mujer y ser todas al mismo tiempo y no ser ninguna de ella al final del recorrido. Vaginario porque todas nacen de ella, de sus entrañas, de lo que ella es y dejó de ser o de lo que quizás nunca sea o de lo que se arranque a sí misma para llegar a ser la otra mujer del espejo.
Los hombres a pesar de la historia
Si hay algo que late sin presentarse realmente ese es el género masculino (que feo suena dicho de esa forma). En todo caso, los hombres en algunas de las historias son los que causan el daño, los pecadores, algunas veces los abandonados, pero siempre hay un ser hombre que es capaz de todo menos de ser como ellas quieren. No es suficiente hablar. Las palabras no sirven de nada cuando el silencio se ha instalado en la relación. Además que las palabras por muy bonitas que sean siempre tardan en llegar. Es ese el sentimiento que nos deja algunos de los cuentos. No quiero decir con esto que Paola Senseve conozca bien esa sensación, aunque puede que sí; pero es más fuerte aún porque acá tenemos no sólo a una escritora que se multiplica para conocerse a sí misma y presentarse a nosotros una y otra vez y casi siempre distinta. Sino que tenemos a alguien que no tiene miedo a demostrar sus fallas, sus miedos, sus errores y sus ingenuidades. Pero también nos trasmite el desencanto y la incapacidad subsecuente para volver a creer en el amor por ejemplo.
Los hombres parecen ser el pretexto, la excusa, la posibilidad abierta para hablar libremente de algunos sentimientos. Pero creo que las historias igual funcionarían a pesar de la ausencia de ellos. En ocasiones los hombres ni siquiera son nombrados, ni poseen un rostro, pero los sentimos próximos. Lo que nos llega, sin embargo, son las cavilaciones de esas mujeres que están entre la confusión y la certeza de descubrir un mundo que alguna vez les fue arrebatado por el pecado no capital pero si existencial de amar demasiado.
Efectos personales
Cuando uno habla de las mujeres casi siempre hace lo que narran novelas como La gula del picaflor o Diario de un seductor, pero casi nunca nos hemos detenido a pensar en lo que ella se dicen a sí mismas o nos dicen a nosotros cuando no las vemos, y es que cuando nadie las ve, puede que susurren las palabras que va delineando cuento a cuento Paola.
Quizás lo que nos plantea el libro de Paola es también un juego de seducción de los imaginarios que tenemos sobre las mujeres y sobre lo que las mujeres imaginan de los hombres. Claro, se trata de configurar una realidad a partir de ciertos estereotipos, pero en realidad, eso no es tan raro, la vida misma es eso, los colores primarios, las horas en un día, las canciones de cinco minutos de los setenta o las canciones de tres acordes de la era punk del rock. Todo está confeccionado a partir de matrices donde vamos poniendo lo que encontramos en el camino, todo tiene una etiqueta, incluso el dolor y es ese dolor, no descarnado de chicas que se cortan las venas o que se dedican a beber hasta el amanecer o que tienen sobredosis con coca en el cuarto de baño de un hotel ni las chicas que van y se van con el primero que encuentra, esas mujeres están presentes de alguna forma en el libro de Senseve; pero quizás el libro no hable de ellas, de esa acción en particular, sino todo el contexto que llevo a esa mujer a tomar esa decisión.
Y ahí el libro adquiere dimensiones varias. No sólo interpela a las mujeres que han pasado por tal o cual situación, sino que uno descubre que el mal de amores o las infidelidades o las dudas sobre el futuro y la sensación de que uno envejece y al final no llega nunca al final de nada y no hace nada en concreto con su vida, son los efectos personales de todos nosotros, hombres y mujeres, adultos o adolescentes que de alguna manera intentamos darnos un mapa sobre nuestro futuro. Y Senseve lo que nos dice que la materia de la cual está hecha el futuro es gelatinosa y que además está a punto de derretirse.
Fuente: Ecdótica