Sobre los textos de Freddy Zárate: Buena crítica
Por: Wilson García Mérida
La crítica literaria es un género periodístico de exigencias tan rigorosas quizá como las de una buena crónica roja: describe y desentraña a la vez, sintetiza la materia —los hechos, las historias— y saca a luz circunstancias ocultas entre líneas desde el análisis más intuitivo a disposición.
Una buena crítica literaria, que cumple esos requisitos, es aquella escrita y publicada en diversos medios de la prensa nacional por el señor Freddy Zárate. Se especializa en obras que ya pasaron a la historia o fueron olvidas por ella, mérito aparte. Soy uno de sus asiduos lectores.
Zárate hace gala de un gusto adictivo por la lectura, lo cual le permite reseñar densas obras con una capacidad de síntesis que equipara su trabajo intelectual al de un ingenio metalúrgico produciendo concentrados de alta ley. Al mismo tiempo interpreta las obras penetrando —con descarnado espíritu crítico— en la mente, la psicología y las tendencias de sus autores. El resultado es una buena crítica.
Leí hace algún tiempo una crónica suya que está entre las mejores de su fértil escritura, acerca de un fenómeno interesante de sacralización clasemediera que experimenta la obra de Jaime Saenz. Narra su experiencia de “cicerón” guiando a una pareja de turistas chilenos que llegaron al país con el exclusivo afán de comprar los libros, visitar la tumba y conocer la casa del gran escritor paceño. Devotos del santo patrono haciendo la romería obligada para confirmar su fe.
“En la actualidad hay un creciente culto al poeta Jaime Saenz, no solamente en Bolivia (prueba de esto es la continua reedición de todos sus textos), sino también trasciende a países como Chile, Argentina y algunos países de Europa. En toda la obra del poeta hay un tono de misterio, enigma e incomprensión y esto parece gustar a muchas almas que quieren creer, sentir, percibir estos aires arcanos de profundidad. Curiosamente el no entender la obra del poeta es percibido de manera positiva por parte de sus correligionarios. Ahí reside el éxito de esta literatura”, afirma Freddy Zarate.
El poeta Jaime Saenz, y sobre todo sus publicistas, según Zárate, “hacen una invitación a la huida forzosa de la razón. La búsqueda ya no reside en encontrar la claridad del mensaje literario o político, sino en ellos se percibe la búsqueda, a veces muy forzada, de misterios notables, pero recónditos en la obra del poeta”.
La prosa del autor de Felipe Delgado, “difícil de comprender sin la ayuda manipuladora de estos clérigos”, se presta, “como todo texto religioso y mítico”, según el crítico, a las interpretaciones más diversas y antojadizas. “Esto tiene mucho que ver con que los seres humanos no somos por naturaleza racionalistas. Por el contrario, somos originalmente románticos y mágicos y tendemos a atribuir a la realidad particularidades de misterio y de fantasía”. El pasado 10 de octubre, el suplemento Lecturas de Los Tiempos publicó una reseña sorprendente de Freddy Zárate acerca de una novela prácticamente desconocida sobre la Guerra del Chaco, “El Repete”, de un autor también ignorado, Luis Landa Lyon (notable diplomático), que supera en varios aspectos al “Repete” de don Jesús Lara. Sugiero la lectura de aquel excelente ensayo de Zárate que devela cómo nuestras tropas indígenas fueron masacradas más que por la bala enemiga, por el racismo rampante de la retaguardia castrense.
Fuente: Lecturas