03/18/2008 por Marcelo Paz Soldan
Sobre literatura fantástica en Bolivia

Sobre literatura fantástica en Bolivia

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Lo fantástico no seduce a los escritores bolivianos
Por:Martín Zelaya Sánchez

El género de la fantasía y la ciencia ficción es escasamente abordado en el país. Presentamos a continuación un panorama de autores y obras, a propósito de la presentación de La mujer que no se equivocaba de la escritora Marcela Gutiérrez
Una anciana que vuelve a la vida, un encuentro con extraterrestres en el lago Titicaca y un muchacho que halla una puerta a otra dimensión en la que se mira a sí mismo en una identidad paralela son algunas de las tramas de La mujer que no se equivocaba, libro de relatos fantásticos que la escritora paceña Marcela Gutiérrez presentará en los próximos días.
Asociada y confundida a la vez con los géneros de ciencia ficción y terror —aunque muchas veces también es unidad con éstos—, la fantasía en la literatura se nutre de algunos conceptos y figuras recurrentes: lo sobrenatural, la recuperación de la mitología y la vida extraterrestre, entre otras fuentes temáticas.
A priori, en Bolivia no es una corriente muy explotada ni conocida, y así lo reconoce la misma Gutiérrez
—“la verdad, además de algunos cuentos sueltos, no se me vienen ejemplos a la cabeza”— y otros cultores nacionales de este género. Edmundo Paz Soldán afirma que “definitivamente en Bolivia predomina el realismo”, y el autor Hugo Murillo Benich piensa que “en nuestro país el panorama de este género se encuentra un tanto desolado, tal vez por la aplastante realidad que nos obliga a ocuparnos de asuntos más urgentes y terrenales”.
De todas maneras, el creador de Río Fugitivo, con su novela Sueños digitales (“que a mi entender no llega a ser plenamente ciencia ficción, pues todo lo que ocurre en ella es técnicamente posible”), sus cuentos Las máscaras de la nada y Desapariciones, y algún otro relato; el chuquisaqueño Miguel Ángel Gálvez que ganó hace años el Premio Milenio a la Primera Novela con La caja mecánica; Murillo Benich (que para Manuel Vargas es el único boliviano que escribió más de dos obras de este género); los noveles Leonardo Bacarreza, Rodrigo Antezana y Elvis Vargas, y Oscar Cerruto con su famoso relato de un hombre que se pierde entre un viaje en tranvía y una pesadilla que se entremezcla con su realidad, y que se podría considerar iniciador del incipiente estilo en el país, son algunos de los contados narradores que se interesaron en el género de H.P. Lovecraft, el maestro estadounidense a quien todos le reconocen influencia.
No obstante, como Antezana (autor de la obra fantástica El viaje) asevera: “En el mundo la ciencia ficción, el terror sobrenatural y la fantasía son considerados géneros menores hechos para el consumo de masas, y la conducta de los escritores bolivianos ha sido bastante snob, prefiriendo la literatura considerada ‘seria’”.
Tratando de hallar alguna tendencia temática, algunos autores y literatos apuntan a que varios trabajos siguen mitos y leyendas andinos, indígenas como inspiración, más ello no alcanza para hacerse una característica. Así también, Gutiérrez sostiene que “la muerte, como desenlace inevitable, es uno de los hilos conductores de este tipo de obras”.
“No hay suficientes autores ni libros bolivianos dentro del género
—agrega Antezana— como para darle una tendencia definida. Sí, hay casos en que se hace uso de mitos indígenas, pero no sé si serán una mayoría. La literatura boliviana es pequeña, dentro de ésta, la fantástica apenas tiene representantes, por lo que es definitivamente incipiente”.

Aproximaciones

En cualquier libro de historia de la literatura se asocia a la fantástica con la magia y las bestias míticas, y a su prima hermana, la literatura de ciencia ficción, se la casa con el futuro, con las tramas en ambientes altamente tecnológicos y virtuales.
En criterio de Antezana, este género engloba a toda la narrativa que aborda mundos imaginarios, o donde los elementos ajenos a la realidad cotidiana son fundamentales para el desarrollo de la historia. Así, pertenecerían a este estilo el terror sobrenatural, la ciencia ficción y la fantasía.
Tomando en cuenta estos postulados, hay que señalar a los grandes maestros mundiales: Edgar Alan Poe, Stephen King y H.P. Lovecraft en el terror, Isaac Asimov en la ciencia ficción y J.R.R. Tolkien en la fantasía clásica.
Jorge Luis Borges, gran vínculo entre Latinoamérica y los maestros de la fantasía europeos y norteamericanos, editó junto a Adolfo Bioy Casares y Silvina Ocampo la célebre Antología de literatura fantástica, obra definitiva —aún hoy, a tantas décadas de su aparición— para acceder al género. El maestro argentino escribió que “hay cuatro grandes procedimientos que permiten al creador destruir no sólo el realismo de la ficción sino la misma realidad: la obra dentro de la misma obra, la contaminación de la realidad por el sueño, el viaje en el tiempo y el doble”.
Finalmente, Paz Soldán sostiene que “buena parte de las mejores páginas de la literatura universal pertenece al género fantástico. Ésta es una definición muy amplia, que incluye la fantasía tradicional (Lord Dunsany, Gustave Meyrink), la neofantástica (Jorge Luis Borges, Julio Cortázar) e incluso el realismo mágico de García Márquez”.
Identidades
“Sentí que había llegado el momento. Me extendió una mano y avanzamos dos pasos. Escuché un agudo silbido en mis oídos y luego un violento trueno. Se abrió entonces una puerta. Vi la bóveda del cielo tan clara y pura que mis ojos tardaron en acostumbrarse al fuerte resplandor”. En Las demás vidas, como en sus otros cuentos, Gutiérrez admite que juegan un papel importante, catalizador de lo fantástico, la muerte y lo absurdo, tanto en el desarrollo estilístico, como en la trama.
En la tónica de rescatar la mitología originaria, el ilustrador Alejandro Archondo prepara un bestiario o catálogo de seres sobrenaturales de la tradición oral boliviana.
“Me he dado cuenta de que es necesario recuperar la imaginería cultural boliviana, tanto la andina como la oriental”, comenta el dibujante que lejos de las gárgolas, druidas, brujos y monstruos de las tradiciones europeas, por las que se identifica el arte gráfico fantástico, trabaja en la investigación de personajes como el Anchancho, el Duende Patatrás, el Araraku, el Turkun Turkun y el Mikhala, personajes aymaras, quechuas y de los pueblos del oriente.
Antezana, que en El viaje vació sus “temores y pesadillas de un inminente colapso ecológico y social”, considera que “la importancia de este género narrativo es la misma que la de la literatura en general: es una aventura a través de la imaginación del autor, una exploración de nuestros deseos, vacíos, temores y aspiraciones, una visión de nosotros mismos en múltiples espejos de distintos colores”.
No sus pesadillas, más bien sus obsesiones llevaron a Gutiérrez a escribir los 11 relatos de La mujer que no se equivocaba. “A diferencia de mis otros libros que me salen más rápida y fácilmente, en éste estuve dando vueltas por muchos años, infundida y motivada por las lecturas de Lovecraft y Ray Bradbury”.
El mural, Vuelta a empezar, El error, Antonio después de la guerra y Ana detrás de mí son algunas de las piezas del libro que ya fue editado por Correveidile y que será presentado en los próximos días.
Algunos apuntes al respecto
Alfonso Murillo

1. Una nota del poeta inglés Coleridge, escrita a principios del siglo XIX, dice: “Si un hombre atravesara el Paraíso en un sueño, y le dieran una flor como prueba de que había estado allá, y si al despertar encontrara esa flor en su mano… ¿entonces qué?”. Creo, en lo personal, que este espíritu de extrema ambigüedad es lo que anima a lo fantástico.
Pero Adolfo Bioy Casares escribió en su prólogo a la Antología de la literatura fantástica, hecha conjuntamente con Borges y Silvina Ocampo, que no hay un tipo sino muchos tipos de relato fantástico: con fantasmas, variaciones en el tiempo, con personaje soñado, acciones paralelas, la inmortalidad, ensayo y ficción, como en Tlon Uqbar, Orbis, Tertuis, de Borges, las obras de Kafka, etc. En lo personal es un placer jugar a este juego serio pero extremadamente riguroso. El realismo mágico macondiano siempre me pareció un bluff.
2. Publiqué en Plural El hombre que estudiaba los atlas, donde hay algunos cuentos que se aproximan a lo fantástico; el ambiente es más bien mustio o crepuscular y quise darle sobre todo el carácter citadino de una La Paz de mediados del siglo XX, y parafraseando a J.R. Quiroga, aquí no se expresan claridades campesinas sino la luz de la luna urbana o el pálido reflejo de los atardeceres en el señorío de Sopocachi, o de algún conventillo. El objetivo era también quitarme los cuentos un poco de la cabeza para dejar campo a otras necesidades.
3. Creo que el antecedente más remoto que recuerdo es el cuento Hallazgo de un tesoro, de Marcial Tamayo, publicado en 1953 y seleccionado por Borges y Bioy en su Antología del cuento breve y extraordinario. También están los cuentos de Cerruto; pero creo que en Bolivia todavía no hay muchos cultores de lo fantástico. Pienso que los narradores se preocuparon más de lo que hacía el señor feudal con sus vasallos. Por otro lado, los mitos son siempre un filón y la tradición oral boliviana es muy variada: leyendas de aparecidos y condenados, etc.
4. A riesgo de dar, a la manera de un DT, una alineación tipo “resto del mundo”, puedo citar entre los grandes cultores a Rabelais, lord Dunsanny, Agutagawa, Henry James, Poe, Guy de Maupassant, Chesterton, Chuang Tzu, Dino Buzzati, o el mismo Bioy, y hasta Papini,… ah, y me olvidaba de Julio Cortázar.
* Escritor boliviano
Principales autores y obras nacionales
— Marcelo Paz Soldán: Edmundo Paz Soldán tiene una novela del género, al menos así clasificaría a Sueños digitales y el cuento Reality runner. Miguel Esquirol ha trabajado un ensayo sobre literatura fantástica, y tiene un cuento sobre aparapitas que pienso se enmarca en el género. También está Rodrigo Antezana con El viaje, La caja mecánica de Miguel Ángel Gálvez, Al otro lado del mundo de Iván Vargas, y De cuando en cuando Saturnina de Alison Speeding.
— Edmundo Paz Soldán: De la literatura fantástica boliviana destaco la novela La caja mecánica, de Miguel Ángel Gálvez. También algunos cuentos de Oscar Cerruto, Emilio Martínez y Giovanna Rivero, y parte de la obra de Alison Speeding que, junto a Rodrigo Antezana, ha logrado una interesante mezcla de literatura fantástica y de ciencia ficción.
Entre la fantasía y la ciencia ficción
Por: Manuel Vargas

La literatura fantástica es poco tratada por los escritores bolivianos. Sólo tangencialmente. No nos referiremos a los hechos extraordinarios que se contaron en las crónicas de un lejano pasado (Arzans), ni a los mitos de la tradición oral de los diversos pueblos, tan antiguos y presentes en nuestro país. Estoy pensando más bien en el cuento y la novela a partir del siglo XX. Entre paréntesis, nuestros escritores se olvidaron de las maravillas contadas en el siglo XVIII y no les han hecho mucho caso a los mitos de la tradición oral, para adaptarlos al lenguaje de las obras modernas de creación. Ahí siguen, esperando.
Junto aquí a la fantasía y la ciencia ficción, precisamente por lo poco desarrollados que están estos subgéneros narrativos. Y aquí me vengo a encontrar con dos números de la revista Correveidile, el 8 (Cuentos crueles y extraños) y el 20 (Fantasie & science ficction). Del primero, para nuestro cometido, destacaría a autores como Beatriz Loayza Millán (El espejo), Giovanna Rivero (Pies de agua), Marcela Gutiérrez (Titulares de periódicos) y María Soledad Quiroga (El árbol que da tazas de té). Puras mujeres, ¿coincidencia?, pero que no pasan de guiños al género fantástico.
Por otro lado, en el mismo número hay una entrevista a Hugo Murillo Benich, de quien hablaremos luego, en la cual dice, a propósito de la literatura fantástica: “Me parece que en nuestro país el panorama de este género literario se encuentra un tanto desolado. Pero no sé si esto se debe a la poca información que poseo, a la falta de cazadores de unicornios, o a la aplastante realidad que nos obliga a ocuparnos de asuntos más urgentes y terrenales”.
En el número 20 me encuentro con Harry Marcus (El último poema), Hugo Murillo Benich (Sucedió en Mairana), Gary Daher (La Biblia de Maltavos), Marcela Gutiérrez (La colonia), y además, con el capítulo de una novela de ciencia ficción, escrita por Armando Montenegro el año 1943 (Víctima de los siglos). Vamos aumentando el panorama y se van reiterando algunos nombres. Con lo que concluyo de la siguiente manera:
Hugo Murillo Benich es tal vez el único autor boliviano que ha escrito más de un libro de cuentos fantásticos. Baste decir que Paraíso (1990) obtuvo el Premio de Cuentos Franz Tamayo el año 1989. Con El imperio de Wallallu (1992) ganó el premio de cuento de Presencia, y un año antes, asimismo, ganó otro galardón con un cuento de ciencia ficción, convocado por el mismo periódico. Su cuento Sucedió en Mairana, tomado del anuario de la Unión de Escritores y Poetas de Oruro, y reproducido en Correveidile, es de antología (de cuentos bolivianos o de cuentos fantásticos), según mi colega Germán Araúz Crespo.
Marcela Gutiérrez, que ya fue apareciendo con algunos extraños textos en Correveidile, acaba de publicar un libro, La mujer que no se equivocaba. Once cuentos fantásticos (Correveidile 2008). Lo que caracteriza a esta autora, así como al anteriormente nombrado, es que sus temas fantásticos, o también de ciencia ficción, surgen del paisaje y los mitos bolivianos. Lo fantástico puede muy bien presentarse en una carretera que pasa por Mairana o en el lago Titicaca, no siempre en limbos interestelares o en el pasado más remoto y ajeno.
Estos dos nombres nos hacen pensar que lo fantástico en la literatura boliviana puede dejar de ser tratado tangencialmente. Eso esperamos.
* Escritor y editor vallegrandino
Galería de escritores internacionales
Edgar Allan Poe (1809 – 1849)

Escritor, poeta y crítico estadounidense, más conocido como el primer maestro del relato corto, en especial de terror y misterio. Además de su soberbia construcción argumental, sus cuentos sobresalen por la morbidez de su inventiva. Destacan La caída de la casa Usher, en el que tanto el argumento como los personajes acentúan en una penetrante melancolía, El pozo y el péndulo, un escalofriante relato de crueldad y tortura, y El corazón delator, en el que un asesino es impelido por su inconsciente a confesar su culpa.
H.P. Lovecraft (1890 – 1937)
Escritor estadounidense, autor de relatos fantásticos y de terror. Desde 1908 se ganó la vida a duras penas escribiendo ocasionalmente relatos para revistas de poca tirada. Sólo 10 años después de su muerte su obra comenzó a despertar un vivo interés. Sus cuentos hablan de espíritus malignos, posesiones psíquicas y mundos oníricos donde el tiempo y el espacio se alteran irremediablemente.
J.R.R. Tolkien (1892 – 1973)
Autor británico especialista en historia medieval, filólogo y escritor fantástico, dio clases de Literatura Inglesa Medieval en la Universidad de Oxford. Los conocimientos que sobre esta materia poseía resultan evidentes en sus obras de carácter épico, que se desarrollan en un mundo fantástico creado por él mismo y llamado Middle Earth. Escribió El Hobbit (1937) para sus hijos. Su continuación, la trilogía El Señor de los Anillos (1954-1955) es un cuento imaginativo y profundo acerca de la lucha entre el bien y el mal por la posesión de un anillo mágico en un mundo de elfos, hadas y dragones.
Isaac Asimov (1920 – 1992)
Ruso-estadounidense, famoso por sus novelas de ciencia-ficción y por sus libros divulgativos sobre todas las ramas de la ciencia. Firmó más de 500 que, además de la ficción y la divulgación científica, abarcan cuentos de misterio, humor e historia. Entre sus obras más conocidas se encuentran Yo, Robot; La trilogía de la Fundación, El sol desnudo y Los propios dioses.
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Fuente: www.laprensa.com.bo