Simón Bolívar y las Fuerzas Armadas
Por: Pedro Shimose
Hace días, la “violenta incursión militar” contra los movimientos sociales de Camiri dejó un saldo de 30 heridos, entre civiles y soldados. Acto seguido, el comandante de las FFAA declaró a la prensa que la autonomía departamental “es un hecho irreversible, un pedido del pueblo legítimo”, pero señaló que “eso no significa que la forma en la que la están llevando adelante sea la más adecuada, la más correcta, la más legal” y que las FFAA intervendrían “si se juega con armas” (EL DEBER, 28/03/08).
Nuestro idioma es tan rico y dúctil que la frase “si se juega con armas” resulta ambigua y admite varias interpretaciones. ¿Quién tiene posibilidades, hoy, de ‘jugar’ con armas? Que yo sepa, sólo dos instituciones del Estado –las FFAA y la Policía– y una organización paramilitar denominada ‘los ponchos rojos’. Copia de los milicianos del MNR en los años 50 y principios de los 60 del siglo pasado, constituyen una anomalía en un Estado de derecho. Los ponchos rojos lucen fusiles, hacen demostraciones de fuerza en el altiplano y en la ciudad de La Paz, y se desplazan y desfilan –¡junto con el Ejército!– en Achacachi, Sucre y Santa Cruz, lo cual no es legal ni democrático. De sus palabras se deduce que lo que preocupa y aflige al comandante de las FFAA no es que se “juegue con armas”, sino la convocatoria al referéndum autonómico del 4 de mayo… y los que vendrán.
Sorprende que las FFAA hayan caído en la trampa de intervenir en aquellos conflictos (Viru Viru y Camiri, por ejemplo) cuya vigilancia y control son competencia de la Policía. Si de veras nos consideramos bolivarianos como dice el Gobierno, deberíamos recordar el pensamiento del Libertador acerca de las funciones de las FFAA.
En su discurso al Congreso Constituyente de Bolivia (escrito y fechado en Lima, 25/05/1826) Bolívar dice: “…El destino del Ejército es guarnecer (vigilar) la frontera. ¡Dios nos preserve de que vuelva sus armas contra los ciudadanos! Basta la milicia nacional (la Policía en lenguaje actual) para conservar el orden interno. (…) El resguardo militar es preferible por todos respectos al de guardas (policías); un servicio semejante es más inmoral que superfluo; por lo tanto, interesa a la República guarnecer sus fronteras con tropas de línea y tropas de resguardo contra la guerra del fraude”.
Hasta aquí, Bolívar. Conviene subrayar la actualidad de este párrafo porque indica la necesidad de proteger las fronteras de Bolivia “con tropas de línea y tropas de resguardo (defensa) contra la guerra del fraude”, es decir, contra el contrabando. Éste es el pensamiento bolivariano. A propósito, ¿qué pasa con el contrabando de bombonas de gas, del cual tanto se comenta en los periódicos del país? Cierto es que para eso está la Policía aduanera, tan cierto como que el orden interno debe estar a cargo de la Policía y no del Ejército.
El comandante de las FFAA también habría aclarado que si bien el pedido de autonomía es legítimo, “eso no significa que la forma en la que la están llevando adelante sea la más adecuada, la más correcta, la más legal”. Las FFAA no deberían implicarse en juicios de esta naturaleza –propios del Tribunal Constitucional– porque se arriesgan a que cualquier ciudadano de a pie les pregunte si la aprobación de la Constitución del MAS aprobada en Sucre y votada en Oruro –sin los dos tercios constitucionales y sin la presencia de la oposición en los debates y votación– fue “la más adecuada, la más correcta, la más legal”. Entonces, las FFAA callaron e hicieron bien. ¿Por qué ahora saltan a la palestra con declaraciones impertinentes?
Las FFAA, en democracia, no deberían ser deliberantes. En nuestra historia republicana, el protagonismo de las FFAA ha mellado, siempre, el prestigio de la institución. Al parecer, los bolivianos padecemos del mal de Alzheimer. No aprendemos. // Madrid, 04/04/2008.
Fuente: www.eldeber.com.bo