“Siento en mí muchas mujeres, todas diferentes”
Por: Leyla Anas
La fuerza con la que Verónica Delgadillo nace en las letras con Las tejas de Job es valorada. “A veces la soledad, a veces el dolor, a veces la angustia. A veces la esperanza, a veces el amor o ese abrazo que va a durar para siempre. Vero es una voz potente que hace honor al acto de escribir, que es un oficio de vivos, para vivos; una celebración de estar aquí, ajenos a esos, que respirando, lanzan puños de tierra sobre posibles y propios ataúdes”, percibe Darwin Pinto. Por su parte, la autora comparte su apasionada experiencia convencida de que la maravilla de las mujeres es gozar de multiplicidad.
– ¿Cuál fue la trayectoria del libro Las tejas de Job antes y después de la mención que obtuvo en el premio nacional de poesía Yolanda Bedregal?
Los poemas de Las tejas de Job, vienen dando vueltas de mi mano hace más de cinco años. No fueron escritos pensando en una publicación, sino por una necesidad de expresión, de sacar mis fantasmas y demonios. Los compartía con amigos vinculados a las letras, y poco a poco fueron sumando en cantidad hasta que estuvieron listos para ser un libro. Luego de la mención de honor del Yolanda Bedregal me quedó la espinita de que se haya declarado desierto, algo aún no terminaba de convencerme de que mi trabajo era suficientemente bueno para publicarse. Es así como, sin conocer personalmente al poeta Humberto Quino, le envié el libro, y él me respondió con un prólogo definitivo para decidir publicarlo.
– Al ser Las tejas de Job su primer poemario ¿cómo vivió la experiencia de editar el libro?
Fue toda una aventura porque quería que en la parte de atrás diga “Este libro fue impreso en Santa Cruz”; fue una de esas ideas fetiche… entonces coordiné todo desde acá (La Paz), y salió perfecto, hasta recibir los ejemplares embalados en mi casa en La Paz.
– Sus palabras la revelaron ante el mundo mediante el blog. ¿Es consecuente en ese medio?
No he sido consecuente, y me da pena haber abandonado el blog (www.buenaventuras.wordpress.com), hay mucho de mi vida en cada post. Con frecuencia hago intentos de retomarlo y darle el tiempo que merece; pero mi trabajo no me deja. Quizá con este libro me tome más en serio el oficio de escribir y le dé más dinamismo al blog y a otros espacios de internet.
– Su libro la presenta “perturbadora, indisciplinada y oscura”. ¿Es así en la creación?
Sin duda. Con frecuencia siento en mí muchas mujeres, todas diferentes, un harén. Alguna es perturbadora, otra indisciplinada, y otras oscuras o impenetrables; creo que estas son las que necesitan escribir, a las otras les gusta cocinar, viajar, sacar fotos, jugar con sus hijas, amar a su esposo, y otras actividades que son igualmente lindas y equilibran mi vida. La maravilla de las mujeres es que podemos gozar de la multiplicidad.
– ¿Cómo repercute en su creación su afinidad con el cine, el vino y la música?
Estas manías están presentes de muchas formas en lo que escribo. Soy una cinéfila enferma, me encanta el vino, el tango y el sonido del bandoneón en particular, todo eso me transporta a escenarios muy reconfortantes en los que siento libertad de vivir a mi manera, de jugar con mis pensamientos, sentimientos e ideas sin molestar a nadie.
– ¿Por qué decidió llamar Las tejas de Job a su libro?
El artífice de ese título es Darwin Pinto, él bautizó el libro. Cuando se lo mostré en una primera versión me dijo: “Estas son las tejas de Job”, y me contó la historia. Cada poema es como una teja de las que Job utilizaba para darse alivio en su dolor y su abandono.
– ¿Qué podemos esperar de sus versos futuros?
Tengo textos que tienen mucho del proceso de duelo que viví y que vivo con la muerte de mi padre, que ha marcado mi escritura. En cuanto a la forma, mis poemas tendrán diferencias. Estoy conociendo autores nuevos, leyendo y estudiando letras de otros y eso dará matices a mis palabras. La lectura es transformadora, indispensable para escribir, hay que leer 10 veces más de lo que escribes
Lodo creativo de una mujer que sabe lo que es dar vida
Por: Darwin Pinto
Debo confesar que a este libro en particular le tengo un cariño especial porque sé de él desde hace años, desde antes que participe y destaque en el Yolanda Bedregal. Aquí, La teja de Job nos sirve para aliviarnos de la sarna de la vida cuando se está bajo las pruebas de Dios, bajo la ira de Dios o bajo el abandono de Dios, según el deseo de cada ser.
El libro no tiene ningún direccionamiento de fe, es puro sentimiento, literatura; pero yo lo leí así, pues si algo tiene la literatura es que uno la puede leer como le da la gana. Conforme estos versos me movían algo adentro, iba sabiendo en qué medida estaba solo, o lejos o cerca de mi Dios que hoy es mi medida de todas las cosas.
Esta pequeña teja hecha del lodo creativo de una mujer que sabe lo que es dar vida; estas historias, imágenes, ideas, música interior que publica Delgadillo, nos sirven para rascarnos por dentro, para sentir un poco de alivio en esos lugares donde no llegan las yemas de los dedos o las cosquillas de un trago de vino. Esta poesía es la bandera que dice fuerte y claro que, tras la tribulación, vendrá la recompensa en sus formas más únicas, más simples.
“Mece la esperanza en tus ojos y peregrinas se abren tus pestañas, como la mañana, jubilosas…”. Leo eso y quiero abrir la puerta, salir corriendo, cerrar los ojos y bañarme con lo que activan esas palabras en algún lugar del universo… Es un trozo de teja que rasca, que rasca bien, que rasca lindo…
“Sacaré las tenazas/abriré el sol/seré campana/y repicaré tu nombre …”
Fuente: Brújula