Sobre El Run Run de la Calavera
Los fuegos del artificio
Por Mauricio Murillo
El Ministerio de Culturas presentó dos de las quince novelas calificadas como fundamentales en la narrativa boliviana por expertos de la Carrera de Letras de la UMSA, escritores y periodistas culturales invitados. El Run Run de la Calavera, de Ramón Rocha Monroy, integra esta colección y va precedida por un valioso estudio de Mauricio Murillo, del cual reproducimos el capítulo final.
Para concluir la lectura de esta novela, trataremos de ubicar su lugar en la historia de la literatura boliviana. Como lo escribió Fernando Diez de Medina: “Nuestros libros no son muchos ni muy buenos; sus autores pocas veces alcanzan la dignidad del artista” [Diez de Medina,1981: 23]. La novela de Rocha Monroy entra en el corpus de novelas que sí están produciendo un mundo literario importante que pueden ser rescatadas para crear una suerte de lugar común para construir algo aproximado a una literatura nacional.
El run run de la calavera se publicó por primera vez el año 1984. El auge de la nueva narrativa latinoamericana ya había pasado, el realismo maravilloso era algo lejano y mucho más los movimientos cerrados de principio de siglo (indigenismo, naturalismo, costumbrismo). En ese momento la literatura boliviana no encontraba un rumbo, o mejor dicho, no existía una colectividad de novelas que se unieran para crear algo. Felipe Delgado se publica en 1979 y la novela boliviana cambia para siempre. Cinco años después aparece esta novela de Rocha Monroy para crearse un nuevo lugar en la narrativa boliviana. El efecto que tuvo en ese momento no fue vertical. La primera vez que se publicó no apareció completa. Pero la novela siguió su propio rumbo hasta llegar a estar entre las quince novelas fundamentales de la literatura nacional. En este sentido, no podemos hablar de lo que cambió en la historia de la literatura boliviana, sino del lugar que ocupa en un corpus de libros desperdigados. “Nuestra literatura no se agrupa por tendencias generales ni se manifiesta en escuelas definidas. Las que adoptamos acaso parezcan arbitrarias, mas no dejan de construir hitos auxiliares para facilitar una comprensión ordenada del proceso literario.
Cada escritor boliviano tomó rumbo solitario, la libertad anárquica es su ley” [Diez de Medina,1981:40].
La tradición de El run run de la calavera no se remonta a los primeros movimientos literarios en Bolivia. El romanticismo tardío boliviano, que produce las primeras novelas nacionales, no es un antecedente para la novela de Rocha Monroy. Su relación tal vez es un poco más efectiva con el realismo. Movimiento que no sigue y que en realidad anula. El run run de la calavera no se inserta en la tradición de la novela boliviana, por lo menos no en la de principio de siglo, indigenismo y realismo, que acaparó la manera de escribir en el país y que construyó puentes firmes hasta el fin de siglo. La novela de Rocha Monroy tiene otro tipo de tradición. Su pasado literario es universal.
Anula el realismo al no negarlo ni al afirmarlo. En este sentido podemos volver a las ideas de hiperrealismo y de patafísica. Según Augusto Guzmán, el naturalismo es calificado como “exceso de realismo” [Guzmán,1999:89]. Pero este exceso de realismo no es el mismo de la novela de Rocha Monroy. “El naturalismo (…) desempeña papel notable en la novela por su tendencia documental y vitalista” [Guzmán,1999:89]. El hiperrealismo hiperboliza la realidad para crear ficción extrema, el artificio literario. No trata de reflejar la realidad, sino de trastocarla y recrearla como escritura. Su relación con el costumbrismo es tal vez más marcada, pero no por su poética, sino por los puentes falsos que se podrían tender entre la novela y el movimiento.
En El run run de la calavera se describen platos gastronómicos del lugar, hierbas típicas y elementos que se utilizan en la preparación de comidas en el Valle Alto de Cochabamba. También se relata la costumbre de Todos Santos. Pero la intención de la novela no es retratar las costumbres del pueblo poconeño ni resaltar la tradición.
En El run run de la calavera se anula el costumbrismo a partir de los juegos del lenguaje. La patafísica y la meta ficción son una muestra de esto. En la novela la descripción de la manera de hacer llajua y del producto, que ya citamos arriba, no es un rasgo costumbrista, sino parte de ese mundo artificial que instaura la comida como un elemento ficcional y de papel. La comida en El run run de la calavera, así como la bebida, no es para comer sino para leer.
Al anular el indigenismo y el costumbrismo la novela no se está yendo al otro extremo, es por eso que no niega estos movimientos. El run run de la calavera no es una novela fantástica ni una novela real maravillosa o realista mágica. La novela no instaura una manera de renegar contra los movimientos enterrados en Latinoamérica, sino que se crea como escritura al margen (como la historia de Saenz, Borda y Costa Arduz). Es por esto que su condición patafísica es tan importante cuando se la relaciona con la historia de la literatura boliviana.
Otra característica importante en la novela es el uso del humor. Tal vez este es uno de los gestos que más podrían crear un diálogo en la literatura boliviana de esos años. Felipe Delgado de Jaime Saenz, Matías el Apóstol suplente y Cantango por dentro de Julio de la Vega, Jonás y la ballena rosada de Wolfango Montes Vanucci, El otro gallo de Jorge Suárez son algunas novelas que construyen su poética a partir del humor. Esta es una red de relaciones que se puede ir tejiendo con estos libros y con otros. Muchos también de los años noventa y de principios de siglo XXI.
Siguiendo con ciertos rasgos de El run run de la calavera, en la novela no se describe una fecha exacta, anual. La historia del país es un anecdotario (las guerras y las revoluciones marcan la muerte de los muertos del cementerio), el tiempo es una ilusión, es parte de la creación. La novela aparece como descontextualizada. Ocurre en un pueblo cochabambino. La escritura se aleja de las ciudades para centrarse, no en lo rural, sino en la fiesta y en el artificio. La borrachera y el delirio importan más que el entorno. En este sentido no queremos plantear que El run run de la calavera niega su esencia boliviana. La novela es boliviana por excelencia, es parte de la historia de la literatura del país, pero se acerca a ésta de diferente manera. Hace una lectura diferente y creativa del país y de sus características. Es una suerte de patafísica criolla, patafísica desfasada, patafísica boliviana. Otra diferencia más con el realismo. Es una novela que forma parte del canon esencial de la literatura boliviana, pero no pertenece a un movimiento o a un corpus de lectura.
La novela plantea una nueva mirada sobre lo que se puede lograr y construir con la literatura. La novela es también una puesta en crisis de la creación literaria, de manera general, y de escribir en Bolivia, particularmente.
El run run de la calavera destaca la importancia del lector y de la ficción. Instaura a la escritura como un juego y así marca su distanciamiento con la manera tradicional en que se hizo mayormente literatura en Bolivia. Lo lúdico y la risa, la irreverencia y el delirio, toman la escritura y la convierten en más que un libro, en algo que afecta la realidad de la novela, del escritor y del lector. Es, además, una reflexión sobre la literatura y no solamente sobre la realidad social. El run run de la calavera no es la primera que hace esto en la literatura boliviana y menos la única, pero estos rasgos son centrales para entenderla y para construir lugares comunes con esas novelas hermanas.
Así la podemos emparentar con la escritura de Armando Chirveches, de Jaime Saenz, de Jorge Suárez, de Julio de la Vega, de Wolfango Montes Vanucci, de Jesús Urzagasti, de Cé Mendizabal, de Juan Pablo Piñeiro, de Sebastián Antezana. Así podemos crear espacios de diálogo y existencias paralelas para construir una poética que refleja estas escrituras y la de Rocha Monroy. Un corpus tal vez desperdigado, algo característico de la literatura boliviana, pero de donde se puede crear un corpus que si bien diverso, pueda crear, aunque sea artificialmente, una idea de literatura nacional. “Las literaturas no surgen por acumulación (…), sino justamente a la inversa, por simple eliminación, hasta quedar en lo esencial” [Diez de Medina,1981:39]. A partir de El run run de la calavera podemos reconstruir el destino de las letras bolivianas, un destino artificial, tal vez forzado, pero que lúdicamente nos impida volver hacia atrás en la calidad de la obras. De esta manera podremos instaurar una suerte de tradición, una hermandad, una comunidad de relaciones imaginarias, muy al estilo de la patafísica.
Fuente: Ecdótica