Recordando a Enrique Kempff Mercado
Por: Agustín Saavedra Weise (http://agustinsaavedraweise.com)
El pasado 21 de mayo, a los 88 años de edad, se extinguió la llama de vida del doctor Enrique Kempff Mercado, luego de una larga enfermedad. Mañana, sábado 21 de junio, se cumplirá un mes de su sentido fallecimiento.
Literatos y escritores de enorme talla, como don Pedro Rivero Mercado, don Pedro Shimose y otros de similar calibre, han escrito sobre él, sobre todo rememorando sus importantes logros como abogado, escritor, novelista, poeta e intelectual destacado. También se ha mencionado, aunque brevemente, el importante capítulo de la fecunda existencia que el doctor Kempff le dedicó al servicio de los intereses permanentes del país como diplomático, ya que ocupó en la Cancillería de la República la Subsecretaría de Relaciones Exteriores, sirviendo además como embajador extraordinario y plenipotenciario de Bolivia en Italia y Uruguay.
En esta modesta columna no pretendo de ninguna manera reiterar dichos logros intelectuales y profesionales. Reitero que ellos han sido y serán debidamente ensalzados por otras distinguidas personalidades. Ahora tan sólo pretendo pintar al esposo y padre de familia, al abuelo, al carnavalero, al buen hombre en suma.
Infaltable en los ‘juntes’ de los domingos con sus amigos Tauras, el doctor Kempff fue un entusiasta de la ‘fiesta grande’ y participó en muchos corsos de apertura carnavalesca hasta el año 2005. Pocos meses después comenzó a enfermarse, eso lo alejó de esa actividad que compartía sanamente durante el Carnaval y también a lo largo de cada año con su querida agrupación Tauras, que le rindió un sentido homenaje el día de sus sepelios mediante su actual presidente, el doctor Luis Leigue Suárez.
Como esposo y padre de familia, el doctor Kempff sobresalió por su capacidad de dar amor y de ser solidario, tanto con su esposa, la dama cruceña Marcela Bruno Antelo, como con sus hijos y nietos. Quiso por igual a todos, prodigando cariño y apoyo paternal en toda circunstancia, sin descartar el sabio consejo ocasional y hasta la crítica o la reconvención, cuando éstas eran necesarias.
En las conversaciones, Enrique tenía chispa y respuesta rápida. Vivía al día en materia de pensamientos políticos y actualidades contemporáneas. Su pasión por la lectura era proverbial.
El doctor Kempff fue, por encima de todos sus méritos intelectuales, una buena persona, un buen amigo, un gran hombre de enorme corazón y también querido tío de sus sobrinos, a los que él también prodigaba su afecto y éstos aceptaban sus consejos, e inclusive a veces lo acompañaban en sus viajes o en sus festejos carnavaleros.
Con el paso a la eternidad de Enrique Kempff Mercado se pierde uno de los últimos baluartes de esa fina –y cada vez más escasa– estirpe de nobles caballeros cruceños del pasado, generación que nos enseñó tantas y tan valiosas cosas. A los que tuvimos oportunidad de compartir, no solamente nos ha enseñado en el ámbito del saber, sino asimismo en el sendero de la vida, de la ética, de la mejor manera de ser buenos, amables y solidarios, como sin duda lo era él.
Sí, Enrique Kempff se habrá ido físicamente, pero queda su recuerdo en nuestros corazones. Quedan también sus enseñanzas, su obra, su familia, sus descendientes. Ése es su legado propio, intrínseco e imborrable. Permanecerá a lo largo del tiempo y para las futuras generaciones.
Fuente: www.eldeber.com.bo
Fuente foto: www.bolivia.com