07/22/2022 por Sergio León

Recordando a Somoza

Por Marcelo Paz Soldán

Incluimos en nuestro catálogo la novela Memorias de Somoza. Una noche con la muerte [Nuevo Milenio, 2022] de Francisco J Mayorga (León, Nicaragua, 1949). Narra un diálogo ficticio entre Anastasio Somoza García y su esposa, Salvadora DeBayle Sacasa, con quien se casó en 1919 en circunstancias por demás anecdóticas, como se cuenta en el libro.

El dictador nicaragüense comenzó a gobernar sin ser presidente por un golpe de estado que le dio al tío de Salvadora en 1934. En 1937 hubo las elecciones en Nicaragua debido a que los Estados Unidos le pidió que debía de hacerlas para poder invitarlo a Washington siendo presidente. Un detalle importante es que la elección presidencial de Somoza la hizo el Congreso Nacional y no fue una elección popular; gobernó hasta 1947. En una segunda ocasión, entre 1950 a 1956. Fue ajusticiado el 22 de septiembre de 1956 por el poeta Rigoberto López Pérez mientras ejercía la presidencia de su país. El poeta es considerado un héroe nacional y murió esa misma noche por las balas de las escoltas de Somoza García.

Lo interesante del diálogo de los esposos Somoza, es que lo hacen en la Recámara Lincoln, ya que el entonces presidente de Estados Unidos, Franklin Delano Roosevelt, realiza una parada militar el 5 de mayo de 1939 en Washington D.C. en su honor. Un dato no menor es el hecho de que Somoza, cuando visitó Norteamérica, tenía recién dos años como presidente de Nicaragua.

El diálogo que mantienen entre ellos los muestra tal y cómo son, seres ambiciosos, sin escrúpulos, que quieren aprovecharse del respaldo de los americanos para mostrar a los nicaragüenses su poder y, con ello, enriquecerse para crear una dinastía; los hijos, Luis y Anastasio, habrían de ser también presidentes. Recordemos que José Santos Zelaya gobernó Nicaragua de 1893 a 1909, pero huyó cuando el Secretario de Estado americano, Philander C. Knox, lo amenazó con invadirlos si no renunciaba. Era evidente la influencia de los Estados Unidos en el país centroamericano y el respaldo que le daban a los Somoza había que explotarlo al máximo.

La novela a Mayorga le sirve para reconstruir fragmentos de la historia de su país a partir de los esposos Somoza como eje narrativo. La voz omnisciente del relato es Ker, Diosa de la muerte, que festeja el ascenso de Somoza y los asesinatos que habrá de cometer en su país. La diosa festeja la muerte y a su ejecutor. En cuanto al diálogo en la novela, este ha sido construido en base a los relatos orales de los nicaragüenses, una especie de imaginario popular que se iba transmitiendo entre las personas. La maestría del autor se muestra en su vividez. Por dar un ejemplo:

Anastasio Somoza le pregunta a Salvadora:

[…], ¿qué le respondiste cuando te habló de la neutralidad política del ejército?

—Yo le comenté que así como aquí el presidente es el comandante en jefe de las fuerzas armadas, allá en Nicaragua vos sos el jefe supremo del ejército […]

Hay también muchos detalles notables, que muestran al autor como un verdadero novelista, pues es en esas minucias que se van construyendo los personajes. Por ejemplo, este que la misma Ker cuenta:

Doña Julia le había comentado [a Salvadora] que cuando Tacho [apodo de Somoza] era niño, si en algún momento desobedecía o hacía alguna demostración de rebeldía, ella lo azotaba con una toalla mojada, de modo que su hijo llegó a tener terror a la toalla, tanto así que aún siendo general y presidente su madre lo azotaba con la toalla si se atrevía a desobedecerle. Consciente de todas las conductas que la dominante madre había infundido en el hijo, Salvadora sabía que bastaba que él viera la toalla para adoptar de inmediato, inconscientemente, una actitud sumisa y resignada. [pág. 79]

Para los bolivianos Somoza es casi un personaje desconocido, ahora sabemos un poco más de él y no podemos dejar de compararlo con nuestros dictadores, esos personajes sin escrúpulos que de cualquier forma, sin incluso importar la vida de las personas, se han perpetuado en el poder con inmenso costo para el país.

Somoza está muerto, pero su recuerdo permanece vivo. En qué momento, es justo preguntarse, se convierte la historia en un monstruo de la memoria. Debemos preservar la historia de nuestros pueblos para que ciertos hechos no se vuelvan a repetir (lamentablemente, no es el caso de Nicaragua). Francisco, en Memorias de Somoza, comparte con nosotros, en esta fascinante novela, un fragmento de la historia de su país. Esperamos que su siguiente libro trate de la vida de Anastasio Somoza DeBayle, derrotado por la revolución sandinista el 19 de julio de 1979.

Fuente: Editorial Nuevo Milenio