10/10/2008 por Marcelo Paz Soldan
Reacciones a De la bitácora de un camionero que se encuentra disponible en ecdótica

Reacciones a De la bitácora de un camionero que se encuentra disponible en ecdótica

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De la bitácora de un camionero (inédito)
Por: Luis Archondo

De la bitácora de un camionero, me trae a la memoria a uno de los más grandes actores de la comedia boliviana, como lo es el Sr. David Santalla, protagonista principal de la película Mi socio o a la serie, Los camioneros del hielo que se transmite por el canal The history channel.
Pues este tipo de temáticas son escasamente tratadas dentro del arte literario. Arturo Torres, nos trae una propuesta muy interesante sobre los “reyes de la carretera”, desde dentro, como profesional camionero.
Desde mi posición de conductor citadino de un humilde automóvil compacto, que a lo mucho conduje alguna vez entre La Paz y Oruro con mucho pavor de enfrentarme al camino, siempre me pregunté qué se sentiría el estar capitaneando uno de esos monstruos mecánicos. Puede que esto me haya llamado la atención, impulsándome a leer esta obra por tres veces seguidas, especialmente por la calidad técnica de escritura. Lo interesante del caso es que me entero que el autor es un camionero. Cosa que llama la atención, especialmente por el hecho de conocer a los chóferes camioneros de mi país, que, en su mayoría, son rudos, algo crasos y muchos de ellos no tienen escuela.
Arturo nos presenta el cuento con un poema titulado CAMIONERO, de estricta rima consonante y de estructura melodiosa, aunque no tenga la medida silábica de los poemas clásicos de la métrica española.
Mientras uno se adentra en sus páginas, se tropieza con descripciones muy duras del habitante campesino, de su sicología, su modo de vida y otros detalles que identifican la tristeza y aislamiento crudo del indio, en aquella zona de frigidez imperecedera de la altipampa boliviana.
Uno tropieza con expresiones poéticas de sencilla comprensión y de asombrosa belleza descriptiva a todo lo largo del cuento, como por ejemplo:
…“mientras afuera, el sudario oscuro de la bóveda del cielo, empezaba a tachonarse de diademas de argento brillo en toda su extensión; en donde un trozo de la luna, salía a observar el espectáculo nocturno de sublime magia e inconmensurable grandeza, que se presentaba en el escenario del infinito universo.”
O qué me dicen de esta otra:
…“Los cactus cercanos de abrigos verdes y amenazantes púas que se erguían en las faldas de los cerros, en oblicuas líneas, desenrollaban sus sombras finas y longitudinales encima el huerto de pajonales y yareta de la reseca planicie.”
Hay más:
…“Allí, frente a nosotros, Playa Ancha mostraba su tajo de agua, como propiciado por la mano gigante de algún cirujano inmaterial, que hubo olvidado suturar la herida de la pampa.”
Por otra parte, nos hace conocer la relación de los conductores de buses y camioneros en los caminos, con un humor fino y de elegante hipérbole, como el siguiente caso:
…“Cuánto sabré de los “floteros”. Esa estirpe de conductores que tiene en sus irresponsables espaldas, la vida de decenas de pasajeros; pues, ellos suponen que andan solitarios en la ruta como sus aisladas almas. ¡Claro que los conocía! En la existencia del camino me crucé con muchos malos y casi ningún bueno. El “flotero”, enemigo natural del camionero; como el “micrero” del taxista, como el perro del gato, como la suegra del yerno. “Flotero” y camionero: la definitiva antítesis; el ejemplo latente de la negación absoluta de la simbiosis humana.”
En definitiva, una obra que rescata lo neobarroco (que jamás podría pasar de moda, aunque tenga infinidad de enemigos), donde la circunlocución, la ironía y el humor del autor, con un lenguaje comprensible y sencillo, son el aditamento que sazona el plato principal de la temática; alejado definitivamente de cualquier estilo surrealista posmoderno pesado, cansador y que nos traba permanentemente la lectura, como muchos libros que ya los saqué de mi memoria y de mi biblioteca.
Fuente: Ecdótica