Otro cañito de Bajito…
(Es sorprendente la capacidad que tiene el ser humano de odiar. No entendemos para nada la nota que sigue a continuación y es claro que es un anómino. Sin embargo, también podrá leer la réplica a esta nota que le da un poco más de luces. Esta nota es de La Prensa y la otra de La mala palabra).
La izquierda de Sopocachi, aquella que se lustra los zapatitos cada mañana, que viste poleras a rayas de marca y lentes con marcos de plástico grueso; aquella que se incomoda con el sudor de los cholos, que nunca sube a un minibús y anda en radiotaxi; aquella que posa con pasiones futbolísticas a tono con las modas literarias de Buenos Aires, que se subió al carro del movimiento cocalero tras su estrepitoso fracaso en la gestión pública, que tiene ese hálito de Sartre mezclita con Foucault, hoy se desgarra las vestiduras cuando el Papa Evo aparece complicado en un bullado caso de corrupción. Las monjitas de la izquierda masista no pueden más que defender con rabiosas entelequias la infalibilidad del Papa Evo. Ricardo Bajo —el intocable intelectual vasco, ídolo de la izquierda de Sopocachi— encabeza el grupo de las vírgenes de la neo-izquierda. Ahora reniega de los oligarcas “que un día le dieron de comer, blasfema contra el medio que aún hoy le da espacio para sus sesudas elucubraciones. Dice que es de izquierdas, joder, ¿no sería mejor que se identifique como evista de la última hora?”. Es que las virgencitas no ven hechos, sólo creencias y fijaciones con el Mesías; ellas no razonan, se apasionan, tienen orgasmos ideológicos, sólo eso. Para esa izquierda de escritorio, es suficiente que el Duce sea indígena, porque es funcional para tapar el fracaso. No importa lo que haga o deje de hacer. No importa que actúe como un fascista. Lo que importa es que no lo toquen. No importa que atrepelle. Lo que importa es que siga siendo un semidios.
Fuente: http://revistalamalapalabra.blogspot.com/2008/12/de-la-prensa-con-amor-para-ricardo-bajo.html