Carlos Mesa hace memoria de su sitiada presidencia
El 12 de febrero de 2003, en plena balacera de policías y militares en la plaza Murillo, Gonzalo Sánchez de Lozada salió del Palacio de Gobierno no en una ambulancia, como dijeron los medios informativos, sino en el blindado auto presidencial. El vicepresidente Carlos Mesa lo hizo en una vagoneta oficial, no blindada, cuyo vidrio trasero protegía con un chaleco antibalas su personal de seguridad.
Con un detalle que puede ser anecdótico, el ex presidente de la República Carlos Mesa da la pauta de cómo la historia contemporánea, que nosotros vamos viviendo y creemos conocer, necesita en realidad de más voces, de testigos, de gente que haya vivido mucho más de cerca los hechos para poder armar una verdad que, de todas maneras, siempre será parcial.
Una de esas voces es justamente la de Mesa, quien ha traducido en un libro de 327 páginas cuanto su memoria, documentada y no por ello libre de subjetividad, le permite reconstruir de un periodo traumático, cuyas consecuencias vivimos hoy mismo los bolivianos.
En primera persona, el historiador, el periodista, el ¿político? —según él mismo se pregunta— hace el recuento de su paso por el poder. Explica el porqué aceptó acompañar a Goni en la fórmula del MNR, pondera el primer gobierno de este hombre a quien pronto conoció mejor, decepcionándose hasta llegar a la ruptura.
Los entretelones de octubre del 2003 están descritos, con sus personajes y las circunstancias que no quisieron o no supieron salvar. Mesa habla de la Presidencia que le tocó asumir abruptamente y señala las decisiones que tomó, sus errores, sus aciertos, sus amigos incondicionales y quienes hicieron lo posible para que el proyecto fracasara.
Es el testimonio de un protagonista de primera línea. Relata, reconstruye y se confiesa.
Como se ha dicho, seguramente hay más voces, más verdades. Lo que resulta valioso en esta memoria —la única escrita por un ex mandatario boliviano sobre su periodo presidencial— es que tiende un escenario sobre el que la memoria de cada quien puede moverse y reflexionar sobre la responsabilidad de las propias acciones u omisiones.
El Congreso, el Tribunal Constitucional, los medios informativos, la Embajada de EEUU, la Iglesia Católica, los partidos tradicionales, Evo Morales, los líderes regionales… Allí estuvieron, con su parte de culpa o de redención. Es decir, la historia no empieza hoy. Presidencia sitiada. Memorias de mi Gobierno. Carlos D. Mesa Gisbert. Plural Editores. La Paz, marzo del 2008.
Algunas revelaciones y admisiones
DEFENSORA • Ana María Romero no podía ser Defensora del Pueblo, no debía ser Defensora del Pueblo por la simple y sencilla razón de que no se podía aceptar que la antipolítica le dictara la agenda a la política, pregonaba Jaime Paz desde El Picacho. (Pág 63).
CUOTEO • El cuoteo era un dogma que los operadores no aceptaban poner en tela de juicio. ´Para qué hemos llegado al poder sino para ejercerlo, lo más que podemos hacer es encontrar a los mejores dentro de aquellos que vamos a imponer, decían muy tranquilos, especialmente Eid (Franco), que en privado nunca andaba con los largos y tediosos rodeos que daba en público. (Pág 64).
IGLESIA • La actitud de Juárez…, Abastoflor…, Solari…, del propio Cardenal, amigo personal de Hormando Vaca Diez, fue de un enfriamiento progresivo, hasta el convencimiento de todos ellos de que debía irme del gobierno. Abastoflor me lo dijo sin rodeos en una reunión que sostuvimos en el Palacio… ´. (Pág. 115).
PARTIDO • ´El trabajo (de organizar una estructura política propia para tener mayor margen de juego en el Congreso) se empezó tarde, por culpa mía, y no pudo consolidarse, pues para lograrlo era imprescindible la creación de un partido que me negué a organizar, con una increíble falta de visión política, como luego demostraron los hechos´. (Pág, 137).
EVO MORALES • ´…me llamó por teléfono al Palacio y me dijo en tono risueño: ´¿Por qué ha renunciado a la presidencia? No debía haber renunciado, el Hormando puede ser Presidente y no sé qué va a pasar. Nosotros lo vamos a bloquear desde el primer minuto que jure´. ´Pero si tú mismo me has pedido la renuncia en una carta, Evo´. ´No pues, no debía tomarse en serio esa carta jefecito, era una movida política no más´. (Pág. 192).
Fuente: www.la-razon.com