Pensando el camino
Entrevista a Martín Zelaya sobre las Primeras Jornadas de Literatura Boliviana
Por: Cecilia Romero
Llegar al Chuquiago Marka, campus de la Feria Internacional del Libro La Paz, fue una experiencia por demás placentera. Nos acompañó el imponente paisaje fungiendo de telón de fondo. El recinto ferial respiró libros y la inmensa cantidad de gente que transcurrió entre las historias que cada editorial ofrecía, además de la oferta cultural trabajada cuidadosamente en un programa extenso de ciento noventa actividades. También la feria trajo consigo las primeras Jornadas de Literatura Boliviana, que se organizó en tres mesas de análisis y que contó con la presencia de escritores como Guillermo Mariaca, Willy Camacho, Vicky Ayllón, Homero Carvallo, Adolfo Cárdenas, Mauricio Souza, Sebastián Antezana, Daniel Averanga, Benjamín Santisteban, Maximiliano Barrientos y mi persona.
Esta iniciativa de La Cámara del Libro, gerentada por Ana Patricia Navarro, sumó de igual manera a un grupo de personas que permitieron el encuentro. Estas presencias vitales fueron las de Wara Godoy Ruiz, Coordinadora del Programa Cultural, y Martín Zelaya, gestor, editor y periodista cultural y es con quien establecemos este diálogo, luego de este encuentro y de los caminos que cada escritor trazó como punto de partida o de giro reflexivo de lo que está sucediendo con las letras bolivianas.
– ¿Cómo es el proceso que da inicio a las primeras Jornadas de Literatura Boliviana en el marco de Feria Internacional del Libro de La Paz?
A fines de junio, Raquel Montenegro, miembro del Comité de Honor de la Cámara Departamental del Libro de La Paz, convocó a un grupo de escritores, literatos y críticos en busca de una “lluvia de ideas” para diseñar un encuentro literario.
Raquel propuso crear desde este año las Jornadas de Literatura Boliviana, en miras de que se institucionalice y se repita en cada gestión de la FIL La Paz. Una vez reunidos una decena de invitados nos propusimos buscar una temática para las primeras jornadas y el consenso llegó rápido: Narrativa Boliviana en el Siglo XXI. Sabíamos que teníamos tres días para debatir, así que, por deseo de Raquel, optamos por buscar un mayor consenso aún a la hora de decidir los ejes temáticos de cada mesa, así que enviamos emails a al menos veinte escritores y literatos. A partir de sus respuestas, en una segunda reunión, diseñamos las tres mesas y definimos parcialmente la nómina de invitados.
Fue en esta última reunión cuando Raquel y Marcel Ramírez me pidieron ayudar en la coordinación de las Jornadas, específicamente en la parte de contenidos (redactar los tips o motivos que enviamos a los disertantes), e invitados (completar cada una de las mesas y elegir moderadores) ya que la parte logística quedó a cargo de Wara Godoy Ruiz.
– ¿Cuál es la relevancia de analizar y discutir sobre la literatura boliviana?
Creo que es fundamental reflexionar sobre toda expresión cultural y artística, desde diferentes enfoques, intereses y disciplinas. En el caso de nuestras letras, si bien no es poca la teoría en torno a nuestras raíces y tradiciones, me parece que es crucial empezar a revisar a fondo lo que se está haciendo actualmente en la narrativa.
El análisis y debate, considero, no debe pensarse como un intento de conciliación de criterios ni mucho menos de uniformización de tendencias, sino simplemente como un intento por hallar explicaciones y pistas de cara a vislumbrar una identidad literaria nacional, con sus diferencias, variedades y contradicciones.
– ¿Podría brindarnos un panorama general de las tres jornadas de reflexión?
Me parece que para ser la primera vez, la experiencia fue a todas luces exitosa, desde el momento en que las tres jornadas contaron con salón lleno, los expositores mostraron su interés y compromiso a la hora de preparar sus trabajos, y lo más importante: tanto ponentes como oyentes salieron conformes con el proceso de retroalimentación y la empatía logrados.
– En la Mesa I se analizaron las tradiciones, confluencias y confrontaciones ¿Podría hablarse de una tradición en la literatura boliviana o el planteamiento es demasiado apresurado?
Sí y no. Considero que no puede descartarse ninguna impronta dejada por los autores del pasado, pero, a la vez, esta no puede ser determinante, ni excluyente a la hora de buscar otros horizontes… es decir, lo importante, creo, es que haya tanto confluencia como confrontación: equilibrio, que uno se sirva de lo valioso que dejaron los grandes, pero que ello no le impida explorar más allá, aunque ello implique renegar de parte de este legado.
– Según lo discutido en la Mesa II, ¿se puede decir que se llegó a algún tipo de coincidencia en el punto que toca el compromiso político del escritor con su tiempo, vale decir su contexto más inmediato? ¿Las ponencias coincidieron o tuvimos posiciones encontradas?
Hubo una sana discrepancia en los detalles pero a la vez se coincidió en lo macro: la política no puede ni debe determinar la temática, el accionar de un escritor.
Para algunos, ni siquiera se debería hablar ya de este tema; para otros, la política está tan presente en cualquier escrito, como en cualquier acción humana. Creo que la riqueza de este debate fue precisamente percatarse de que el tema aún da de qué hablar, pues no por nada fue sugerido por más de veinte consultados.
– ¿Consideras que la literatura más intimista esta desprovista de una posición ideológica y de una discursividad política?
Me temo que mi respuesta va también por lo ambiguo. Muchos autores bolivianos jóvenes practican una literatura “intimista” en la que se preocupan con especial cuidado por no dejar trascender explícitamente ni una señal de temas políticos o consignas ideológicas, pero me pregunto ¿el hacer esto, no es ya una toma de postura? es decir, por eludir ser encasillados en algo, caen en otro encasillamiento.
– Por su parte en la Mesa III se dialogó sobre los rasgos comunes o caminos de encuentro de la literatura contemporánea ¿podrías relievar algunos aspectos?
Está claro, ante todo, que la mayoría de los nuevos narradores de este país hacen ante todo literatura por necesidad y placer. Por ellos mismos y para ellos, no para un Estado o sociedad, por perseguir un objetivo estético, no una utopía colectiva…
Fuente: Ecdótica