04/28/2009 por Marcelo Paz Soldan
OJO DE VIDRIO

OJO DE VIDRIO

xavier-velasco

Libros on line e impresos
Por: Ramón Rocha Monroy

Tengo en mi computadora como diez mil libros digitales. No me costó conseguirlos. Comencé comprando en 30 bolivianos dos CDs que contenían más de cuatro mil libros, algunos sorprendentes y que hacía rato habían desaparecido de mi biblioteca o jamás los había conseguido. Luego encontré cientos de sitios que te permiten bajar gratis los libros más valiosos, como los de la Biblioteca Ayacucho, en versión digital, y naturalmente nutrí el acervo inicial con otros libros que ni tengo tiempo de leer.
Me ocurrió con Pedro Páramo, de Juan Rulfo, libro del cual tengo una edición deshojada y otras más, varias, Debía seleccionar unas citas, Como es fatigoso leer en la pantalla, ubicaba los pasajes en el libro impreso, los buscaba en la versión digital en Word, los copiaba y los pegaba en mi escrito. Así avancé rápido y suelo hacerlo constantemente.
En el mundo de los blogs, leo con devoción el de Xavier Velasco en El boomeran(g), del diario madrileño El País (Edmundo Paz Soldán tiene también su blog, y con José Andrés Rojo son los únicos bolivianos que conforman esa selección de blogueros oficiales de aquel diario). Xavier es extraordinariamente ocurrente. Ya lo conocí por su Dixionario, que es la manipulación más hilarante de la palabra después del célebre Diccionario del Diablo, de Ambrose Bierce. Ahora me encuentro con una vindicación del libro impreso en frases que de inmediato ganan nuestra aprobación.
¿Cuáles son las ventajas de tener un libro impreso en las manos? En principio yo diría que los libros son cuerpos que tienen su resuello, su vida, su misterio pues están repletos de personajes que sólo cobran vida si el lector abre sus páginas. Esto lo siento al leer solo, con los libros de mi biblioteca a mis espaldas, que me parecen tribunas de un estadio donde hay miles de espectadores que contemplan mi lectura: son los personajes encerrados en tantos libros, que me susurran, me silban, me llaman en silencio, a ver si abro esas páginas para darles vida. Sobre ellos tuve una intuición copiada de un neurótico examinado por Freud: la certeza triste de que de ese libro nunca podrán caerse, y otra, que sentí gracias al privilegio de vivir solo y de mudarme constantemente. Cierta vez había acabado de liberar a mis pobres libros de sus cajas y bolsas de traslado y había sentido sus expresiones y suspiros de alivio, pues parecían judíos liberados de un tren donde los obligaron a viajar hacinados como sardinas. Con un resto de energías, los acomodé como pude en mis maltrechos estantes que conforman, en realidad, una heteroteca, donde uno puede hallar todo y nada al mismo tiempo. Aquella noche volvía por primera vez a mi nueva guarida y al abrir la puerta percibí que mis manos aun no habían memorizado el lugar del interruptor de la luz. Entonces ocurrió la epifanía: mientras mis manos recorrían la pared en busca del interruptor, sentí en la oscuridad el resuello de los libros y ya no quise encender luz alguna. Me quedé parado allí, en el dintel de la puerta, para sentir ese olor y tratar de descifrar ese resuello colectivo, esos murmullos. Los invito a buscar en Google “El País Madrid”, luego: “Blogs”, y luego “Xavier Velasco”. En su blog encontrarán treinta y seis argumentos insuperables para amar los libros impresos.
El blog de Xavier Velasco es: http://www.elboomeran.com/blog/10/xavier-velasco/
Fuente: Ecdótica